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Historias del Copei que conocí (IV) | El 4F: aparece Chávez…pero reaparece Caldera, por Vladimir Petit Medina

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-Nitu, hoy no cuentas conmigo. Recuerda que esta tarde terminamos las clases formales del Programa Avanzado de Gerencia (PAG) del IESA y después nos vamos todos a festejar en el restaurant del gerente que estudia con nosotros. Llego tarde. Después de esto, solo me queda recuperar el seminario de George Kastner y listo. Así me despedí de mi esposa aquel 03 de febrero de 1992. A la sazón era secretario nacional juvenil de Copei, diputado por mi amado estado Falcón y miembro de las comisiones permanentes de defensa y antidrogas.

De clases salimos a eso de las 3pm y nos fuimos al sitio acordado. Estaba de moda la canción Soy un hombre divertido, la cual bailamos insistentemente. Allí estuvimos hasta cerca de las 3am del 04 de febrero. A esa hora emprendí el viaje de El Rosal a mi apartamento en La Campiña, muy cerca de PDVSA. Rodeé una calle para tomar la Avenida Libertador por debajo y comenzó a llover. Venía con la música alta y de repente sentí una cercanía amenazante de un vehículo escandaloso que hizo cambio de luces para que me apartase… cosa que hice de inmediato. Era una tanqueta militar que botaba mucho humo y el conductor semi salido, lentes puestos y mala cara, me miró fijamente. ¡Dios mío! ¡qué loco este tipo a esa velocidad, en un vehículo militar y a esta hora! … me dije a mí mismo. Tomé el número de la plaquita y me dispuse a denunciarlo a primera hora del día siguiente en la comisión de defensa. Llegué al edificio bailando Soy un hombre divertido, subí a mi piso. Cuando abrí la segunda puerta de hierro, al final del pasillito me conseguí con la casa iluminada de par en par y una maleta puesta en el medio de la sala. La escena me tomó de sorpresa y con lo sabrosón que venía solo se me ocurrió hincarme de rodillas y gritar: ¡Juro que no he pecado! ¡No merezco que me boten de mi casa! Nitu vino a mí corriendo mientras decía:-¡Hay un golpe de estado! Llamó mi papá… se escuchan detonaciones cerca de La Casona. Llamaron también Eduardo, tu papá y el doctor Narciso. Tienes que seguir tu protocolo y esconderte. Ven ¡Está hablando CAP! … y en fracciones de minutos se me pasó todo. Jamás había vivido algo así… durante mucho tiempo nos preparamos para esta situación porque sabíamos que vendría… pero no esa noche.

Y aquí la explicación.

El día que salió la primera acusación contra Antonio Ríos, jefe de la CTV de entonces, mi pana Pedro Pablo Fernández me llevaba a casa. En el camino hicimos un recuento de la gravedad del momento nacional: el paquetazo se encontraba en el foso de la curva J, CAP había dejado de hacer política, la corrupción tenía pendiente el round de Ríos… las heridas del Caracazo aún estaban abiertas. La mesa estaba servida para que pasara algo grave. Me dejó en el edificio y apenas entré, sonó el teléfono citándome a una reunión urgente a primera hora del día siguiente, básicamente con los organismos funcionales de Copei Nacional. El anfitrión era un ingenioso alcalde capitalino que dijo lo siguiente:-Hay que prepararse para la inestabilidad. Aquí tenemos un especialista precisamente en esto. Aquel israelí nos enseñó el 101 de la clandestinidad. Algo curioso: siempre manejó la hipótesis de una intentona militar, originada en el ejército y de izquierda. Seguimos sus instrucciones.

Poco después fuimos convocados a reuniones similares para complementar el entrenamiento. Al final nos suministraron un libro que sería igual para todos y los mensajes serían enviados a través de una numeración que solo correspondía a palabras y páginas de esa publicación. Cada uno de nosotros, a su vez, entrenó a sus allegados de mayor confianza a nivel nacional. Por eso, media hora después de llegar a casa ya me encontraba en mi concha y a la espera de instrucciones, las cuales llegaron poco después: la asonada había sido controlada. Ahora quedaba el contragolpe. Volví a casa mientras lancé el código de reunión urgente. En 45 min mi casa y sus alrededores eran un hervidero de jóvenes jotaerrecistas. Los primeros en llegar fueron el Cabezón Colina y  el gran secretario de relaciones exteriores de la JRC, Agustín Urreiztieta. Al rato me instruyeron ir a VV y Televen. Al salir de esos canales me dirigí a la casa de Copei en la Avda. Panteón, donde estaba convocado un comité nacional de emergencia y de allí partiríamos a la sesión conjunta extraordinaria, convocada para conocer el decreto de suspensión de garantías, firmado por CAP esa misma noche.

La reunión del comité nacional no arrancaba porque Eduardo pidió esperar a Pedro Pablo Aguilar, quien estaba visitando a Caldera. Finalmente llegó y arrancamos con la intervención del secretario general quien contó los detalles de esa noche en Venevisión y las vicisitudes vividas por Tarre y él. Entre ellas, la mejor, cuando CAP quería hablar con la bandera de fondo y en utilería consiguieron una, segundos antes de arrancar la transmisión, Eduardo pegó un brinco advirtiendo que la colocada era la bandera de Colombia. El Tigre estaba convencido de lo que hacía… incluso a sabiendas que aquello, muy posiblemente, le costaría su futuro político… tal cual pasó. Seguidamente tomó la palabra Pedro Pablo quien dijo: -Vengo de hablar largamente con Caldera. CAP ha estado muy pendiente en ese sentido. Lo sondeé y lo ví firme en defensa de la democracia aunque muy crítico de la actuación del gabinete actual. Me pidió, eso sí, que le solicitara a Pérez la transmisión en cadena nacional de la sesión bicameral extraordinaria. CAP ya dio la orden correspondiente. Terminamos la deliberación apoyando al gobierno sin remilgos, dejando la puerta abierta para cualquier colaboración y salimos en volandillas para el congreso.

La sesión tuvo lugar en el Senado, como era la usanza de la época. Allí estábamos apilados senadores y diputados. La intervención de Aristóbulo dio idea de la calidad de crítica subyacente contra el gabinete de los IESA Boys. Y así siguió la entretenida sesión hasta que París Montesinos, quien presidía la sesión, anunció: -Tiene la palabra el senador vitalicio Rafael Caldera y puede hacer uso de la tribuna de oradores si es su gusto. El presidente caminó lentamente hacia ella y arrancó el discurso de 19 minutos que le traería de vuelta al ring presidencial: -Yo no estoy convencido de que el golpe frustrado tenía por objeto asesinar al presidente de la república ya que no conozco plena prueba de ello (…) El incidente es condenable pero, a la vez, revelador (…) Pido que los poderes extraordinarios que hoy se decretan se ejerzan con ponderación y límite. La tradición de exceso espero que no se concrete en este caso (…) Creo que es hora de reflexión y rectificación (…) La dirigencia política se ha olvidado de servir al fortalecimiento de las instituciones (…) y las FF AA están dando muestra del deterioro de la convicción democrática y de su carácter no deliberante y obediente (…) No encuentro en el sentimiento popular el fervor por la defensa de las instituciones de antes (…) Hay que profundizar en la situación y sus causas (…) Se debe una respuesta al pueblo que no puede ser la misma de hace 30 años cuando iniciamos el proceso democratizador (…) Desde esta tribuna le digo al presidente Pérez que a él le corresponde fundamentalmente rectificar (…) Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y la democracia cuando éstas no son capaces de darle de comer, ni impedir el alza exorbitante de la inflación y la corrupción. Esto no se puede ocultar (…) El golpe militar es censurable pero sería ingenuo pensar que es una acción aislada de unos pocos. Hay un mar de fondo en ese sentido (…) Les transmito mi ruego en nombre del pueblo venezolano que se inicie de inmediato un proceso de rectificaciones (…) Por eso este decreto no tiene la unanimidad que se anunció. Yo no voté a favor de su texto (…) Quisiera

que los jefes de estado de los países ricos que llamaron al Presidente para expresar su solidaridad, entendieran que la democracia no puede existir si los pueblos no comen porque como dijoJuan Pablo II: no se puede condenar a los pobres a pagar las deudas a los países ricos (…) El paquete de medidas socavó el apoyo a la democracia venezolana y la vitrina que era Venezuela ya se rompió en febrero de 1989 (…) No hay justificación para la sublevación, pero tampoco podemos desconocer las bases sobre las cuales se catapultó este movimiento (…) ¡Gracias! 

Aplausos cerrados. París intentó interrumpir el aplauso para que siguieran las intervenciones… pero no pudo. La fracción de Copei observaba taciturna mientras buena parte de la cámara aplaudía. Yo lo hice en varios segmentos porque no solo me pareció un discurso inscrito en la doctrina social de la iglesia y una clara crítica a la soberbia del equipo de gobierno en funciones, sino que también aprecié fácilmente que era el regreso en grande de Don Rafa. Pedro Pablo Aguilar y la alta jerarquía copeyana no podían ocultar cierta contrariedad.

Con los años he vuelto a ver el discurso una y otra vez. Según mi cuñado Gustavo Pérez Osuna, era muy parecido al que pronunció RC en circunstancias similares en la década de los 40´s. En todo caso, Caldera les hizo preparar la escena para comérsela pero lo que allí dijo fue claramente su pensamiento de siempre. Nada más. Condenó la asonada que la llamó injustificable pero a su vez le metió una recta al pecho a la altanería con la que se condujo buena parte del equipo de gobierno. Sí… tipos brillantes que hacían lo que se tenía que hacer pero que subestimaron el poder político venezolano y hasta dejaban esperando a los diputados en sus interpelaciones sin siquiera justificación (salvo excepciones como Roosen, Blanco, Cisneros y Rodríguez). Por eso los tumba el menos preparado de los adecos, Alfaro Ucero, quien aprovechó ese ambiente en medio de la baja popularidad que registraba CAP II. Lamentable que el mejor plan económico se interrumpiera por la política pero también lamentable que el mejor equipo económico en la historia del país, no entendiese que no estaban en el primer mundo sino en una Venezuela en la cual debía cuidarse la cuestión política. CAP II dejó de hacer política a la espera de los resultados de su gran viraje y a muchos en el congreso les faltó el pensamiento de estado suficiente como para hacerle ver estos problemas al Presidente. 

Por eso creo que aquel discurso de Don Rafa fue satanizado en la época, señalándole de oportunista e irresponsable pero precisamente esa crítica le arrimó el apoyo de una buena parte del pueblo venezolano, obstinado de la corrupción y abrumado por la falta de venta política del paquetazo que, paradójicamente, era lo mejor para el país en ese momento.

A todo evento, ese día CAP había sufrido dos reveses políticos a partir de dos cadenas nacionales, una autorizada, la del Congreso y otra desautorizada expresamente, la de Chávez recién apresado. Por su parte, Caldera había coronado la presidencia de la república en un regreso a partir de una actuación política sin igual, en la cual caminó por el filo de la navaja con gran astucia. Al finalizar la sesión lo conseguí de frente. Le saludé y me dijo: -Diputado le van a llamar la atención por aplaudir efusivamente algunos discursos. Aun con rubor por saberme chequeado, le respondí rápidamente: ¡No creo Presidente, no creo! 

Y realmente nunca nadie me dijo nada al respecto. 

Luego entendí porqué.

Fuimos muchos de la bancada socialcristiana los que aplaudimos. 

Pero esa es otra historia.

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