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Historias del Copei que conocí (XIX): Los clandestinos de Nitu, por Vladimir Petit Medina

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-¡Ese carro no va¡ ¡Tiene pegado un GPS¡ así advirtió el rubicundo chofer que por segunda vez nos llevaría a ver a uno de los perseguidos del régimen con el objetivo de que Nitu hiciera una entrevista clandestina en la concha respectiva. Nos miramos sorprendidos ante la determinación del tipo que nos hablaba desde aquel Ford Conquistador destartalado en el cual nos trasladaría adonde estaba escondido Henrique Capriles, sobre quien pendía una orden de arresto. Lo curioso es que se trataba de la misma pareja que nos recogió para el encuentro con Juan Fernández, en idéntica situación unos meses antes. En aquella oportunidad utilizaron un Mercedes Benz recién comprado. Curiosamente, estábamos en el mismo punto del encuentro anterior: la casa de mi suegro en Caurimare. Habíamos salido de casa como aquella vez: en el baúl de un carro de una persona de nuestra confianza, quien nos dejaba en el CCCT y de allí un taxi para conseguirnos con el camarógrafo de Nitu, quien trabajó con ella por años…así como el asistente que siempre le acompañaba. Sin embargo esta segunda vez el técnico había insistido en llevar su carro para salir velozmente hacia la gloriosa Globovisión de entonces. El señalamiento del GPS en su vehículo despertó un revuelo entre el hombre de la cámara y el conductor que estuvo a punto de acabar mal. Me atravesé y logré tranquilizarlos. El camarógrafo disgustado anunció que no iría…y Nitu le advirtió que entonces yo grabaría con mi teléfono…pero ella si iría porque aquello era noticia. Así, accedió a regañadientes. Inmediatamente y como era tradicional, nos quitaron los celulares. Nuevamente airada reacción del equipo técnico, la cual contribuimos a apaciguar. Lo increíble es que aquel tipo del carro destartalado…tenía razón. El carro particular del hasta entonces amigo tenía un localizador pegado…y su celular, otro. La inteligencia chavista le había pagado y comprado. La idea era capturarnos a todos a la vez.

Aquí la historia como fue. 

El primer clandestino surge cuando Carlos Ortega era el opositor más buscado por el régimen. Un día recibimos llamada que anunciaba que el Presidente de la CTV quería hablarle al país desde la clandestinidad. Nitu comenzó por pedir a varios amigos comunes nos permitieran usar sus casas. Finalmente uno accedió. Entonces la gente que movía a Ortega nos contactó para dos cosas: ellos accedían a colocar al fugitivo en el lugar fijado pero…él, a cambio de la exclusiva, nos pedía un favor al cual no podíamos negarnos. Además, para ese momento la Constitución y la Ley de Ejercicio del Periodismo, al menos formalmente, seguían vigentes y protegían la cobertura de la noticia por esa vía.

Aquella noche, un distraído Humberto Celli Gerbasi, exSenador y exSec. Gral de AD, esperaba parado al lado del estadio contiguo a su casa con una guayabera celeste y bañado en perfume. Viejo amigo de nuestras familias, se sorprendió al vernos. Bajamos el vidrio del vehículo y nos saludó con gran cariño: -Caramba….mis dos copeyanos favoritos ¡Nitu qué placer siempre verte¡…¡Virginita no me va a creer que te ví por aquí Vladimir¡ nos dijo en medio de una inocultable atrapada entre dos bases. Virginita Celli Olivo había sido amiga de luchas universitarias y a Humberto y mi suegro les unió siempre una gran amistad. Yo contesté: – Dr Celli querido ¡qué placer de encuentro¡ Epa…pero ¿qué hace solo por aquí a esta hora? Allí corcoveó el hombre: -Bueno…esteee…yo estaba por aquí pues dando una vuelta…esperando a unos amigos, balbuceó…ante lo cual Nitu le interrumpió: -Humberto..entra al carro. Somos nosotros los enviados a buscarte -¿Qué? ¡Qué bolas¡ ¿Quién podía imaginar esto? dijo mientras subía muerto de la risa. Le explicamos que el entrevistado había exigido su presencia para dar la entrevista a Nitu. Rio de buena gana mientras poníamos rumbo a buscar al camarógrafo y su asistente. De allí, al sitio. El Dr. Celli no paraba de reír. Apenas se vieron Humberto y Ortega se fundieron en un sincero abrazo. Mientras, la gente preparó el set y arrancamos sin dilación. Por precaución pusimos a nuestro chofer de toda la vida, el inolvidable Ubardo Palacios, a dar vueltas alrededor del sitio por si notaba algo extraño. Se grabó rápido y arreglamos para que al personal técnico se le enviase a Globo con el material. Apenas se fueron, Celli y Ortega se encerraron a hablar en un cuarto. A los 15 minutos Palacios dio la voz de alerta. Había policías cerca -¿Cómo pudo saber algo la inteligencia oficialista? pregunté yo. El veterano Celli dijo: -Alguien de aquí cantó. No hay otra. Enseguida se llevaron a Ortega en la maleta del carro y nosotros salimos a dejar a Celli en su casa y de allí a la nuestra.

Al día siguiente Globovisión promocionó la entrevista. Enseguida llamaron nuestros vecinos de la vieja casita de Santa Eduvigis. El recordado arquitecto Rangel fue el primero: -Epa Vladimir aquí hay dos carros sin placas esperando en la calle desde temprano. Le dije enseguida: -Gracias viejo, ya sabemos lo que vamos a hacer. Nitu y yo nos encontramos primero en el BlockBusters de los Palos Grandes. Allí planificamos lo que haríamos. Ya oscurecía cuando llegamos a casa, un carro detrás del otro. Como nuestro estacionamiento era estrecho pero con espacio para 3 carros entró Nitu en su vehículo y cerré la puerta eléctrica tras ello. Me quedé afuera, saqué mi celular y grité a los cuatro vientos mientras los señalaba:-¡Vecinos, esos dos carros sin placas que están allí desde temprano vienen a robarnos¡ Y arranqué a correr hacia ellos con la cámara prendida. No tuve que hacer nada más. Comenzó una plomamentazón de antología ¡Todos los vecinos estaban fuertemente armados…y no lo sabíamos¡ Los dos carros arrancaron picando caucho en retroceso. De aquello solo quedó el humero, el olor a caucho quemado y nuestra cara de sorpresa por lo sucedido. Metí mi carro al estacionamiento y esperamos la transmisión del primer clandestino. Un récord de rating.

Apenas terminó el programa recibimos llamadas de advertencia por el inminente allanamiento a nuestra casa. Oscar Pérez, Gerardo Blyde y Liliana Hernández fueron los primeros en avisar. Al ratico llegaron mis padres y mi suegro a quienes apostamos como primer anillo jurídico cerca de la puerta de entrada. Y comenzó a aparecer un gentío. Alberto Ravell entre ellos. De repente pasaron patrullas de la Disip y la gente apostada afuera le tiraba cosas…y seguían camino. Fue tal el gentío que decidimos abrir el portón eléctrico y brindarles café. En eso llegó una pick up con 10 tipos. Pensamos nos asaltarían…pero no. El más corpulento se acercó y dijo: -Somos gente de Enrique Mendoza y Gustavo Pérez Osuna. Vamos a estar vigilando la calle. Así lo hicieron. Sin embargo, aquella noche no pasó nada más…salvo un detalle que mi hijo Chucho no tardaría en notar y del cual hablaré al final.

El segundo clandestino fue cuadrado como solo la gente del petróleo podía arreglarlo. Las llamadas precisas, una bitácora de ruta, tiempos estimados y claras indicaciones nos fueron impartidas. Como siempre, el seguridad de Nitu era yo…en mi esfuerzo por preservar su integridad a toda costa. Una vez acordados todos los detalles procedimos siguiendo el protocolo determinado. Esperamos unos 10 mins y llegó el MB último modelo que describí al principio de este relato. En ese primer contacto nos montamos todos en esa nave y arrancaron a dar vueltas y vueltas para marearnos. Dos horas después…de repente se subió una puerta como la del Avispón Verde por allá lejos y zuasss…entramos a un camino de grava. Por allí, en una oscuridad intensa, atravesamos un puente con riachuelo incluido. Pensé:-¿Dónde será esto Dios mío? Un puente, un río ¡en plena Caracas¡

Y seguimos rodando hasta llegar a un conjunto de casas adosadas. Al parar el conductor dijo:-No se baja nadie hasta que yo regrese. Apenas puso pie fuera del carro aparecieron unos 5 Rottweiler de los más fieros que he visto en mi vida. Esos asesinos furiosos nos pusieron nerviosos a nosotros pero no hicieron mella en el conductor que les habló…en alemán. Los perros hicieron caso y le siguieron hasta un cuarto con reja reforzada a un costado de la casa. Allí les arengó cual mariscal alemán y los recogió. Los animales entonces quedaron furiosamente activos pero tras rejas. Entonces pidió le siguiéramos. Los enjaulados nos vieron con furia diabólica mientras pasábamos llenos de miedo. Adentro esperaba Juan Fernández. Enseguida se montó el set y procedimos. Terminamos y nos fuimos nuevamente con el de seguridad el cual liberó nuevamente a los perros antes de partir. Los camarógrafos montaron en taxi en Las Mercedes y nosotros nos quedamos en el Tamanaco para enfriarnos y después retornar a casa. El programa fue el más visto de esos días.

El tercer clandestino fue el que revistió mayores problemas. Por un lado la relación nuestra con Capriles nunca había sido buena ya que fui quien más se opuso a que el Copei de Donald aceptara que Capriles padre comprara la curul para el hijo y luego, durante su campaña a alcalde de Baruta, Capriles Radonski dejó a Nitu esperando con la silla vacía en Yo Prometo. Por otro lado, ya con los dos primeros clandestinos había quedado claro que alguien cercano filtraba información al régimen. En esta oportunidad, como narramos al principio, la experticia de quien nos fue a buscar trastocaría los planes del gobierno. Por eso en aquel vehículo donde veníamos se respiraba un ambiente pesado toda vez que el equipo técnico, ya complotado con la policía, por lo pronto no había podido ejecutar el plan original del régimen. El trayecto y las vueltas se hicieron interminables. De repente, sorpresa: nuevamente el anuncio tipo Avispón Verde, el carro viejo pero cómodo donde íbamos pasó velozmente debajo del mismo, el cartel se bajaría de inmediato y otra vez el riachuelo, el puente, los perros ¡Era en el mismo sitio¡ Apenas llegamos, el equipo técnico instaló el set a disgusto. De golpe…notifican que hay una cámara fallando, es decir, que solo tomarían a Capriles. La imagen de Nitu no aparecería. Los hasta entonces amigos sudaban copiosamente aunque el clima era húmedo y frío. Así arrancó la grabación. Una vez finalizada, Nitu repitió las preguntas en Off y se recogió la lata. Como siempre, el material se le dio al equipo técnico, quienes lo llevaron consigo mientras buscaban su vehículo. A nosotros nos dejaron el restaurant Figgs en Altamira ya que no habíamos comido. Solo al llegar a cada destino nos devolvían los respectivos celulares. Apenas subimos las escaleras del restaurant, Nitu comenzó a verificar que el equipo y la grabación hubiesen llegado a Globo. Pasaron dos horas antes de que nos avisaran que el material estaba en manos de producción. No hubo manera de que los hasta entonces amigos del personal técnico tomaran nuestras llamadas en el interín. Cuando el hombre de la cámara por fin respondió, señaló que habían dado vueltas para marear un carro que les seguía. Así nos acostamos esa noche.

El programa fue especialmente promocionado para el día siguiente a las 8pm. Recuerdo que esa tarde tenía una reunión de trabajo en casa con mi viejo amigo Gustavo Velásquez, la cual se extendió hasta las 7pm…hora en la que Nitu avisó para que sintonizáramos el canal 8. En esa pantalla estaban dos orgullosos comunicadores que comentaban, parte por parte, el material bruto de la entrevista de Nitu a Capriles que aún no transmitía Globo. La grabación había sido robada. Los dos que se jactaban en vivo de tal acción eran Vladimir Villegas, a la sazón presidente del canal 8 y Juan Barreto, entonces aspirante a la alcaldía mayor. Enseguida se propagó la voz de alerta. Mientras la VicePresidenta del canal 33 denunciaba el hurto del material, Ravell requirió los buenos oficios del Comisario Simonovis a fin de esclarecer el caso de inmediato. No le tomó mucho tiempo detectar que la inteligencia del régimen había pagado a los hasta entonces cercanos amigos del personal técnico, quienes serían despedidos enseguida. Sin embargo, varios días duró la burla en el canal 8 así como la repetición constante del programa de Villegas y Barreto….permitiendo atar cabos sueltos. Por ejemplo: el camarógrafo, acaso en un rapto de amistad y pena, trató de proteger a Nitu al deshabilitar intencionalmente la cámara que le cubriría a ella, la cual después funcionó perfectamente. Las dos horas que se habían perdido la emplearon en entregar el material bruto para que fuese copiado. Pero esto a manera de premio de consolación porque lo principal, que era caerle a Capriles y a nosotros a la vez, no lo pudieron lograr. Sin embargo, de esta forma se cerraría el ciclo de clandestinos de la copeyanita de Globovisión batiendo históricos récords de rating.

El peligro lo cargamos a cuestas por días. Incluso un tipo llamó desde un teléfono público a Nitu amenazándonos con secuestrar nuestros hijos y devolverlos en bolsas negras. Llamó en varias ocasiones hasta que cometió un error: utilizó un celular registrado con su nombre real. Le seguimos el rastro y conseguimos que se trataba del coordinador de los Círculos Bolivarianos de un sector del 23 de Enero. Dimos con la dirección de domicilio registrada y yo mismo fui a dejarle un recadito pintado e incrustado en los muros de su casa. Al día siguiente llamé al programa de radio de Nitu, en vivo conté el cuento, identifiqué al tipo y advertí que estaba a la orden para resolver el asunto hombre a hombre. Sorpresivamente, quien respondió fue un compadre del tipo, medianamente conocido por nosotros y ministro de educación en esos días, Aristóbulo Istúriz, quien llamó para pedir que se enterrara el incidente ya que el hombre se había excedido en medio de tragos. Ese ciclo de los clandestinos fue peligroso y aleccionador: el chavismo había entrado en una nueva etapa revolucionaria más descarada y amenazante. Se trataba del año 2004.

Pero cerremos recordando el hallazgo de mi hijo Chucho cuando el gentío vino a casa después de la transmisión del primer clandestino.

Cuando todos se habían ido, conseguí a mi amado hijo sentadito en la puerta del garaje. Me senté a su lado y pregunté qué pasaba. Con la ternura que le caracterizaba cuando niño, habló:-Papi…la gente que estuvo aquí ahorita ¿es buena?, preguntó el hijo menor, exhibiendo su consabida tendencia a delimitar extremos entre blanco y negro, buenos y malos a sus 12 años:-¡Pues claro hijo¡ Gente que vino a respaldarnos por el programa Yo Prometo clandestino que hizo tu mamá con Ortega y que se transmitió hoy. La presencia de ellos hizo que cambiaran el plan de allanar la casa y apresar a tu mamá -Es que no entiendo Papá. No entiendo…insistía el confundido muchacho. Entendería finalmente su enredo al inquirir: -Pero habla hijo…¿qué pasa? -Es que papi, si eran buenos…¿por qué nos robaron nuestras bicicletas? Un golpe de indignación me hizo brincar como un resorte para verificar dónde estaban las bicicletas que siempre dejaban los hijos entre el jardín y el estacionamiento ¡No estaban¡ El niño tenía razón y yo no encontraba explicación para ello. Apenado con mi hijo revisé las grabaciones de las cámaras. Efectivamente vi a 3 tipos que nada tenían que ver con nosotros ni con los vecinos, los cuales se colaron sigilosamente por el portón abierto a la comunidad…y en un descuido, cada uno se llevó una bicicleta. Todavía hoy en día siento vergüenza con los hijos por lo sucedido. Pero de todo esto sacamos dos lecciones de vida: 1. no confiar en casi nadie y aceptar que el enemigo lo tenemos siempre muy cerca y 2. conservar nuestras grabaciones ya que sorprendentemente, esta historia que aquí contamos alguien se ocupó de borrarla completamente de internet ¿No me cree? Busque uno solo de los clandestinos de Nitu o Yo Prometo en YouTube o una alocución de Villegas como Presidente de VTV en Google o YouTube o busque la intervención especial de Barreto y Villegas en torno al robo del programa con la entrevista clandestina a Capriles. Nada. Pero esa es otra historia que no permitiremos se olvide.

@vladimirpetit   @vladimirpetitmedina  www.vladimirpetit.com

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