Tanto en Europa oriental como en América Latina, la inflación ha conllevado lamentables consecuencias. En contrario a lo que creían los economistas de inspiración keynesiana. El déficit estatal no es bueno, porque trae inflación. Y esta, como se ha demostrado, contribuye con la paralización y el estancamiento de las actividades productivas. Y entonces apreciados lectores, nos podemos preguntar ¿Por qué? Porque genera inflación y esta acaba con el ahorro y la rentabilidad de la intermediación crediticia.
Y sin crédito, las empresas deben descansar sobre sus propias fuerzas financieras, con lo que se estrangulan sus planes de inversión y expansión obligándose a disminuir la fuerza laboral, si, el empleo.
Al perder valor la moneda, y hacerse no rentable la intermediación crediticia, las instituciones bancarias no pueden cumplir su función porque no tienen dónde colocar el dinero del público, apareciendo los gobiernos, que terminan subsidiando a los bancos. Éstos prestan a los gobiernos el dinero de los depositantes; y en muchos casos los bancos se dedican además a comprar empresas no financieras, algunas dedicadas a actividades lejanas al negocio del dinero – como son por ej. Haciendas agropecuarias o medios de comunicación, en cuya naturaleza y modalidades de manejo carecen los bancos de experiencia suficiente.
Por consiguiente son fuente de cuantiosas pérdidas que comprometen aún más su situación. El público pierde por completo su confianza en ellos, los bancos, y la situación se transforma en el punto más apremiante de la agenda política de una nación.
Para colmo, en Venezuela el problema se agrava por el síndrome de las diversificaciones prematuras y extravagantes y las consociaciones extrañas. Hay un espejismo, el de los llamados grupos económicos, situación que no solo aqueja al sector bancario, sino a la economía en general.
A la hora de escribir un balance de las crisis financieras, este factor, por su importancia no puede dejar de señalarse. Un banco u otra empresa cualquiera no puede contentarse con especializarse en una función, la suya: tiene que diversificarse y constituirse en “grupo”.
Claro que detrás del espejismo hay una base real: para las empresas se hace imprescindible perseguir al sector político tan necesario para poder operar en un contexto económico financiero altamente politizado.
Por eso es que, de unos cuantos años a esta parte, siendo muchas las empresas que embriagadas por haber logrado éxito en su ramo se lancen alocadamente en una vertiginosa carrera de compras, participaciones y fusiones con compañías de otros ramos. Si no puede conseguir una empresa en el ramo a que aspira, entonces constituyen velozmente una nueva, valiéndose muchas veces de los permisos conseguidos por sus conexiones políticas. Son muchas las empresas no financieras que ven en la inflación un negocio rentable Quieren poseer bancos; Y las empresas financieras que no ven el negocio tan bueno. Quieren poseer empresas no financieras…
También aquí las empresas no hacen sino seguir el discutible ejemplo que los gobiernos más recientes les han dado, Que adquieren o constituyen toda clase de entes y compañías, En pos del elusivo indiscutible ideal de autosuficiencia económica. Por eso tenemos hoy un Estado al cual le es casi imposible el número de sus empresas, Institutos, entes más o menos descentralizados además de fundaciones etc.
Gobiernos y empresas estatales o privadas se inspiran además muchas veces en unas igualmente discutibles doctrinas de gerencia las cuales tienen gran parte de responsabilidad en los fracasos comerciales.
Doctrinas que creen en un buen gerente como alguien armado de unos métodos de dirección empresarial que son considerados como la panacea universal: Le garantizan un resultado favorable tanto en una empresa textilera, o cervecera, o siderúrgica, así como en un canal de TV, pasando por un medio impreso, por una fábrica de calzado o una cadena de tiendas por departamentos.
El ejemplo de los viejos y grandes bancos de tradición Europa. Como los suizos quienes con sus políticas confirman lo que la escuela austriaca de economía siempre ha enseñado: que la dirección empresarial, sobre todo en el negocio financiero, tiene mucho de artesanal. Empresario es alguien con capacidad para reunir información específica acerca de un mercado específico: Necesidades, clientes, suministros, modalidades de producción, distribución y venta, etc. Y esa información no se obtiene generalmente en las escuelas de gerencia.
Por eso hay una sola forma de sanear el sistema financiero venezolano. No solo se trata de privatizarlo, sino de abrirlo a la competencia nacional y extranjera, para atraer la mejor y más barata tecnología bancaria. Pero la competencia deberá ser abierta y especialmente gozar de ese principio básico de la civilidad: la libertad.
Claro qué pero para resolver este y otros problemas es preciso resolver el de la moneda, Y el de los impuestos y el tamaño del estado.
Estas ideas intentan hacer una contribución al planteamiento de estos temas, Desde una perspectiva diferente, novedosa, Y no conocida en nuestro medio: La economía del lado de la oferta, que hace énfasis en los aspectos microeconómicos.
Néstor Suárez
Msc y Phd en Economía