La frase «Ni la mafia se metía con la familia» cobra un significado crítico en el contexto de los ataques del régimen de Nicolás Maduro contra familiares de opositores en Venezuela. Tradicionalmente, esta expresión alude a un código de honor donde incluso las organizaciones criminales evitaban dañar a las familias de sus rivales. Sin embargo, el régimen de Maduro ha sido acusado de violar este principio al hostigar, amenazar y atacar directamente a los familiares de figuras opositoras, como una táctica de represión para silenciar la disidencia.
Por ejemplo, se han reportado casos específicos de acoso contra familiares de líderes opositores como María Corina Machado. En noviembre de 2024 y enero de 2025, posts en X denunciaron que la residencia de la madre de Machado, Corina Parisca Pérez, fue rodeada por tanquetas, agentes armados y drones, con cortes de luz en la zona, lo que fue interpretado como una estrategia intimidatoria. Además, en mayo de 2025, Machado denunció un ataque violento contra la familia de su colaboradora Magalli Meda, con ingreso forzado a la casa de su madre en Caracas. Otro caso es el del yerno de Edmundo González, Rafael Tudares, detenido y desaparecido por el régimen. Estas acciones han sido calificadas como propias de un «cartel terrorista» que extorsiona y secuestra para presionar a opositores.
Estos incidentes reflejan una escalada en las tácticas del régimen, que no solo persigue a los líderes opositores, sino que también ataca a sus familias, incluyendo ancianos y personas no involucradas directamente en actividades políticas. Esto contrasta con el supuesto código de «honor» implícito en la frase, subrayando la percepción de que el régimen actúa con una crueldad que supera incluso los estándares de las mafias. Organizaciones como Human Rights Watch han documentado estas violaciones, señalando detenciones arbitrarias, desapariciones y actos de terror postelectoral en 2024, lo que refuerza la narrativa de un régimen que no respeta límites éticos.
