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Es lo que es

La gestión de la Incertidumbre

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Si algo intenta la sociedad contemporánea, aunque no siempre lo logra, es vivir en zonas de certeza. Es, de alguna manera, una fórmula para reducir la angustia de los tiempos modernos abultados de complejidades y simultaneidad. En un sentido amplio, vivir entre certezas es equivalente a vivir con seguridad.

El blog de Alberto Ray

Las certezas no necesariamente son verdades. Todos tenemos la certeza que el sol se mueve de Este a Oeste sobre el firmamento, pero no es verdad que el Sol gira alrededor de la Tierra. Las certezas, por tanto, se construyen sobre percepciones y no a partir de hechos.

Hemos pretendido entonces hacer de las certezas un objetivo, que una vez logrado, no debe perderse jamás, como si se tratara de un bien material que se conquista o de un conocimiento que se adquiere. Más aún, no todas las certezas son tangibles y en muchos casos, su opuesto, la incertidumbre, es absoluta, pues no podemos medir las dimensiones de aquello que ignoramos.

En estos tiempos de volatilidad, ambigüedad y aceleración de lo complejo lo más seguro es que vivamos sin ningún tipo de certezas. De alguna manera hemos convertido a la incertidumbre en un tabú, una mala palabra, algo que se evita, que se aborrece, cuando en realidad deberíamos acostumbrarnos a asimiliarla, ya que a pesar de tener hoy acceso practicamente infinito a la información; el individuo y la sociedad han perdido la brújula que apunta en la dirección en la que se el mundo se mueve, y por tanto nos resulta casi imposible ver hacia el futuro.

La incertidumbre, en su absolutismo, no se puede estimar, y aproximarse a ella, produce el temor de dejar lo seguro. El problema está en que, así como no tenemos control sobre la incertidumbre, tampoco tenemos demasiado sobre las certezas, dada su dependencia de las percepciones.

Una de las pocas referencias de la incertidumbre es el futuro. En él se conjugan las angustias y miedos de lo ignorado y lo inesperado. El futuro enmarca un relativismo fluido donde nada se sostiene según la dinámica propia de la aversión a lo permanente. Si el futuro es incertidumbre, el futuro binario de saber o ignorar lo es mucho más.

Si bien, no existe una formula para abordar la incertidumbre, hacerlo es uno de los retos más demandantes para el liderazgo, pues es al líder hacia quienes todos voltean en búsqueda de respuestas cuando el panorama luce incierto.

La gestión de la incertidumbre se convierte por tanto, en un campo explotable y rico de oportunidades para quienes necesiten abrirse paso en medio de la complejidad. En este sentido, es deseable desarrollar algunas habilidades particulares, incluyendo la construcción de imágenes que dibujen un mejor futuro a pesar de las adversidades del presente.

Primero, no resulta sano caer en la tentación de inventar certezas que expliquen las incertidumbres, ni formular argumentos que revelen lo desconocido presionado por la natural angustia de no soportar saber aquello que está por venir. Los espacios que se conquistan a la incertidumbre no se transforman necesariamente en certezas, puede ocurrir un vacío de incertidumbre esperando ser llenado por respuestas en construcción. La creación de planes para emerger de crisis profundas son un buen ejemplo. Podemos tener un excelente diagnóstico situacional de las causas e identificados los objetivos a alcanzar para superar la contingencia, sin embargo, la generación de acuerdos, en qué dirección comenzar a moverse y cómo producir el momentun necesario para que se de el cambio, son en principio, espacios de incertidumbre con altos niveles de complejidad.

En segundo lugar, es recomendable asumir la incertidumbre con flexibilidad y rapidez. Aproximarse a la incertidumbre con esquemas demasiado rígidos o con cautela extrema puede ser contraproducente. Si bien la ciencia tiene respuestas metodológicas para la investigación, es la exploración ágil a manera de reconocimiento del terreno lo que permite inicialmente adentrarse en lo desconocido. Se trata de avanzar sin muchas ideas preconcebidas, pero con la intención de hacer una ruta de movimiento que abarque la mayor cantidad de variables y la manera en que estas interactúan, ubicando aquellas que parezcan de mayor peso o poder de influencia sobre otras. Una vez identificadas estas primeras fuerzas que definen el escenario, se pueden construir algunos modelos iniciales o hipótesis de trabajo que intenten pronosticar situaciones futuras.

Como complemento, un líder necesita rodearse de un equipo retador del Status Quo. Quizás el elemento motivador para enfrentar la incertidumbre sea salir de las regiones de confort que se construyen alrededor de las certezas. Si bien las certezas no son una garantía permanente de seguridad o estabilidad, es natural preferirlas a las oscuridades de la ignorancia. Pero como ya mencionamos, en estas realidades líquidas y complejas las zonas de certeza cambian de manera acelerada y tras el cambio surge la incertidumbre. Siempre es preferible confrontar la incertidumbre en equipo, pues una sola cabeza o un solo par de manos no son suficientes frente a lo inexplorado. El reto de la incertidumbre exige a su vez un equipo retador. Un grupo diverso e inspirado por las dudas, dispuesto a formularse preguntas antes que respuestas y que disfrute la adrenalina del descubrimiento. Gente inconforme, dispuesta a llevar la contraria con argumentos pero que sepa reconocer cuando otros tienen la razón. Una combinación delicada de provocadores con conciliadores y de inspiradores con pragmáticos.

Líderes y organizaciones hoy tienen la ineludible responsabilidad de vencer las sombras y construir certezas. Si algo sabemos es que en tiempos adversos la gente sigue no sólo a quien proyecta una esperanza de futuro, sino al que es capaz de transmitir certezas y gerenciar incertidumbres. Es una reflexión necesaria ante el futuro que se acelera.

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