La carencia de legitimidad de este régimen lo descalifica para que sus actos produzcan efectos vinculantes, solo procuran su permanencia en el poder. Al respecto es pertinente señalar que nuestra Constitución prevé que toda autoridad usurpada es ineficaz y sus actos son nulos. La usurpación como hecho recurrente se generalizó con ocasión de la falta de legitimidad de los poderes públicos secuestrados por el régimen en 2018, mediante el ardid de la también ilegítima asamblea constituyente. Esa no fue una usurpación cualquiera, fue un asalto a las instituciones democráticas solo superable por la monstruosidad del 28J. A ojos vista, se consumó este hecho que trascendió al ámbito universal, urbi et orbi. No les importó que ese día el mundo los observara en flagrancia; entregar el poder era y es tanto como exponer la caja negra de las tropelías de un grupo que se hizo del poder para usufructuarlo plenamente con fines criminales
Ese hecho marcó el real inicio de la transición en Venezuela. El preámbulo de las primarias con una María Corina avasallante y de su campaña admirable por Edmundo, derivaron en un punto de inflexión: el inicio de la cuenta regresiva y el indetenible desenlace del régimen en caída libre. Además de sus efectos legitimantes, la elección abrumadora de Edmundo viene aparejada con valores agregados: el decidido apoyo de los países democráticos y organismos internacionales, plan de gobierno, férrea voluntad de cambio y cohesión social en todos sus estratos, equipos calificados y comprometidos para la gestión pública, criterios profilácticos y purificadores para perfilar la lucha contra el militarismo, la corrupción, el sabotaje y el colaboracionismo, entre otros.
En nuestro artículo del 15 de mayo de 2024, “Algunos apuntes prácticos sobre el proceso de transición”, sostuvimos que era impostergable la misión titánica de EGU y María Corina de viabilizar un definitivo régimen realmente democrático y perdurable en el país, consolidando un verdadero Estado de derecho, el saneamiento institucional, la reconstrucción del país y la reciudadanización del pueblo venezolano. Su compromiso “a hacer justicia, a erradicar la impunidad y a construir un sistema en el que la verdad y la reparación sean innegociables” supone nuevas etapas del proceso de transición ya en curso desde las primarias y el 28J.
Igualmente destacábamos que tiene el presidente importantes facultades y decisiones que por tales no admiten retraso. La inmediata liberación de los presos políticos y proponer el encausamiento de sus victimarios; dirigir las relaciones exteriores de la República, conllevaría al entrante gobierno democrático a revisar nuestras relaciones con países antidemocráticos, con regímenes forajidos y extremistas. Cuba, Nicaragua, Irán y Rusia estarían en el ojo del huracán; dirigir como comandante en jefe a las FAN y promover los ascensos necesarios, para su reinstitucionalización.
La de mayor importancia, por considerarla en mi criterio la más necesaria y factible, visto el arrollador respaldo popular, es la de ejercer la facultad de convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Vale señalar que ninguno de los poderes que aún pudieran estar constituidos podrá impedir sus decisiones. Esto también respondería a la inmensa necesidad de cambiar una Constitución plagada de atajos y emboscadas. Necesitamos la refundación del país con los verdaderos valores democráticos.
X:@vabolivar


