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La trinidad ausente, por Ricardo Ciliberto Bustillos

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La trinidad, en otra acepción de la RAE, es la unión de tres personas o  cosas. En democracia, estas tres cosas, es decir, esos tres pilares  fundamentales son la separación de poderes, el sufragio y la  alternancia del gobierno. 

Del primero, a saber, la separación de poderes, se traduce en el  estricto cumplimiento de sus funciones y atribuciones de conformidad  con las leyes y la constitución de cada país. En nuestro caso, están muy  bien definidas. Sin embargo, la desmedida interferencia y sobre todo  el despojo de sus facultades e “imperium” por parte del ejecutivo, han  roto el equilibrio, la funcionalidad e independencia que requieren. 

En cuanto al sufragio, sabemos de sobra que debe ser libre, pacífico,  universal, directo, secreto, ajeno a presiones, injerencias y  obstrucciones y, sobre todo, que el acatamiento de la voluntad del  elector sean una conducta y norma efectiva. Por sobradas evidencias  y para evitar repeticiones cansonas, no hacemos mayores comentarios. 

Respecto a la alternabilidad del gobierno, no dudamos que, desde  nuestra fundación como país independiente, esta haya sido la enojosa piedra en el zapato. Su desconocimiento ha provocado guerras  intestinas, alzamientos, dizque revoluciones, convulsiones populares y  castrenses. 

Dos cuestiones causan estas calamidades. La primera, el sempiterno  afán por prolongar o extender los períodos constitucionales de  gobierno. El siglo XIX y parte del XX son testimonios fehacientes. Si  hubo “paz política” fue por escasos momentos. Los tiempos de 

Antonio Guzmán Blanco y Juan Vicente Gómez, por señalar dos  ejemplos, corroboran esta afirmación. El propósito de quedarse en el  gobierno mediante maniobras legales se convirtió en una práctica  usual. El daño se ha prolongado -lamentablemente- hasta nuestros  días. La otra causa es la reelección, que ahora es infinita. Quebrar esa  manía de continuar a troche y moche en el poder,solo pudo alcanzarse entre 1958-1998. Bajo difíciles circunstancias en sus comienzos, pero  se logró. 

Cuando a esta “trinidad” le falla, o está ausente, aunque sea uno de  estos tres cimientos, no se está en presencia de una avería,  resquebrajamiento o fragmentación de la democracia. No. Se está  asistiendo a su eliminación o sepultura. Así como no se concibe la  Santísima Trinidad bíblica y cristiana sin la concurrencia del Padre, Hijo  y Espíritu Santo, pues -igualmente -sin la coexistencia de la separación  de poderes, del sufragio universal, directo y secreto y la alternancia  en el poder, no puede ocurrir ni concebirse un régimen democrático.  Porque no hay democracia a medias, ni aproximaciones a esta y mucho  menos pareceres o apariencias. Se está o no se está. 

En la mitología griega existían los minotauros, seres que eran mitad  toros y mitad humanos. En estos días, solo en la mitología criolla de  algunos, cohabitan el autoritarismo con medianas concesiones  republicanas. Con motivo de las elecciones del venidero 25 de mayo  (si no las retrasan), el asunto no se circunscribe a votar o no votar. El  problema va mucho más allá de esta mitología política y de eso que  llaman ahora impúdicamente “ganar y defender espacios”.

Ricardo Ciliberto Bustillos

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