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Las Malvinas y el Esequibo (I), por Víctor A. Bolívar (@vabolivar)

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El lunes 14 de junio de 1982, el general de brigada Mario Benjamín Menéndez, quien ejercía la totalidad de las atribuciones del gobierno militar y civil en las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, firmó la rendición incondicional de Argentina ante el comandante de las fuerzas terrestres británicas, el mayor general Jeremy Moore en ese conflicto armado que por disputa territorial se mantuvo por más de siete semanas, dejando tras sí el derramamiento de sangre de centenares de jóvenes valientes en mayor grado argentinos. Menéndez había asumido el cargo de gobernador por decreto nacional 681/82 que creó la gobernación militar en esas islas. La comprometida situación en el teatro de operaciones, por las numerosas bajas y heridos de sus tropas, así como la manifiesta superioridad de los británicos en el campo de batalla, llevó al gobernador Menéndez a tomar esta amarga decisión, pese a que desde Buenos Aires el general Leopoldo Galtieri, presidente de la junta cívico militar, le ordenó mayor resistencia.

Por Víctor A. Bolívar
Marzo 12, 2025

La repercusión de estos hechos estaba por venir, pero antes de abordarla es indispensable precisar los motivos que prevalecieron para darle vida a esta trágica iniciativa bélica. Afincados en la secular pretensión de soberanía que Argentina ha mantenido frente al también secular dominio británico de las islas, la dictadura cívico militar, autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”, instaurada desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, invadió las islas y a la vez puso de nuevo en el tapete un inminente conflicto bélico con Chile por el reclamo territorial no resuelto en el canal del Beagle.

Ese régimen cívico militar, con estos hechos, apeló al respaldo del pueblo argentino que no se hizo esperar, quedando en segundo plano la crisis generada por ese régimen totalitario que se caracterizó por la persecución, la tortura y la represión, como también por el derrumbe socioeconómico, violaciones de los derechos humanos, la corrupción y el secuestro de los poderes públicos, entre otras aberraciones. Solo quedaba echar a andar el nacionalismo exacerbado que poco duró. En ese contexto, esperaban un gran respaldo principalmente en los países del continente americano. Ciertamente, la OEA se pronunció a favor de Argentina con la invocación del TIAR (que no pudo aplicarse por ser considerado país agresor por Estados Unidos). Por el contrario, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 502 que pedía el cese inmediato de las hostilidades y la retirada de las fuerzas argentinas de la zona de las Malvinas.

Las consecuencias de la rendición argentina pueden verse desde diferentes perspectivas. Entre otras, sirvió como una cruel forma para salir de ese régimen cívico militar y tuvo, por vía de consecuencia, un efecto democratizador. Tanto así que el 10 de diciembre de 1983, el régimen entregó el poder al presidente electo por el pueblo argentino Raúl Alfonsín, quien por cierto resolvió entre otros logros el diferendo del Beagle. Los principales responsables del llamado “Proceso de Reorganización Nacional” fueron enjuiciados y apresados. Las intentonas golpistas fueron sofocadas. Con el tiempo las fuerzas armadas retomaron su institucionalidad y hoy Argentina es uno de los países con mayor avance en el control civil de sus Fuerzas Armadas.

Desde entonces, con sus altos y bajos, Argentina se ha mantenido en la ruta democrática y el reclamo territorial sigue siendo una de sus más caras aspiraciones. Su Constitución vigente, aprobada el 22 de agosto de 1994, establece una novedosa disposición transitoria que señala: “La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescindible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía respetando el modo de vida de sus habitantes conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.

La OEA ha reiterado su posición en favor del reclamo argentino. En su Asamblea General del 28 de junio de 2024, por aclamación reafirmó “una vez más, la necesidad de que los gobiernos de la República Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte inicien, cuanto antes, las negociaciones sobre la disputa de soberanía, con el objeto de encontrar una solución pacífica a esta prolongada controversia. Asimismo, expresa la satisfacción de la Asamblea General por la voluntad del gobierno argentino de continuar explorando todas las vías posibles para la solución pacífica de la controversia y por su actitud constructiva en favor de los habitantes de las Islas Malvinas”.

Con esta referencia nos preguntamos qué ocurrirá con nuestro Esequibo. Seguiremos en la segunda parte con sus semejanzas, diferencias y consecuencias.

X:@vabolivar

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