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Las viudas de Grenell, por Pedro Mario Burelli

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Hoy el @nytimes, el mismo que hace unos días alegró a Delcy Eloína, a su séquito de seudoempresarios colaboracionistas, “opositores moderados”, encuestadores y académicos tarifados y opinadores sin vergüenza, informó que @realDonaldTrump llamó a @RichardGrenell desde una reunión con militares.

Le ordenó detener toda actividad negociadora con los narcos en Venezuela. Es decir, con Maduro y @jorgerpsuv.

En otras palabras, es como decirle en criollo: no jodas más, esto es ajedrez, no damas chinas.

Nunca entendí por qué Trump nombró como “enviado especial” a alguien tan poco calificado para casi todo, y menos para lidiar con un país secuestrado desde hace dos décadas por una desorganizada banda del crimen organizado.

Lo que sí sé es que Trump le ha hecho poco caso. Ha hecho, de hecho, todo lo contrario a lo que Grenell presumía ante su séquito gringo (un subsegmento muy específico de MAGA) y ante el ya mentado de la Vicepresidenta usurpadora. Y ha puesto en manos del @DeptofWar, el @TheJusticeDept y el @FBI la resolución definitiva de un tema que tiene entre ceja y ceja desde su primer mandato.

En aquel entonces pidió al Pentágono opciones para enfrentar algo inédito en la región. Y los tres secretarios de Defensa que tuvo se hicieron los locos, como decimos en Venezuela.

Esta vez llegó decidido a poner fin a un secuestro cuyas consecuencias se sienten en toda la región y en los Estados Unidos.

Lo primero que hizo fue forzar el retorno de los rehenes norteamericanos a cambio de nada. Esa tarea la ejecutó con torpeza Grenell, dejando un amargo sinsabor en la @WhiteHouse, pero quitándole fichas al chavismo.

Desde entonces, Trump lo dejó en la cuneta, como también decimos en nuestro desguazado país. La pregunta que muchos se hacen es: ¿por qué no destituye formalmente a Grenell, que no es más que chisme y enredo?

La respuesta se la dejo al @nytimes, al @washingtonpost o a @axios, que buscan explicar no solo tan rimbombante designación, sino su novelesca duración.

Entre los que mencioné al principio, Grenell era una tabla de salvación. Un salvavidas cursi, pero salvavidas al fin.

Era el anti-Rubio para muchos que aún no entienden que no es Rubio, sino “el Catire”, vaya confusión, quien lleva el bastón de mando de una operación diseñada junto a quienes demostraron en Irán que la capacidad militar no se mide por los equipos, sino por la preparación, la coordinación, la estrategia y la ejecución.

Maduro y su Rasputín, Jorge, pensaron que con Grenell estaban frente a otro @Cartajuanero de quinta. Y razón tenían.

Pero Trump, a diferencia de @JoeBiden, no tenía expectativa alguna. Su Plan A siempre fue el que hoy los generales de Maduro, vaya oxímoron, ven acercarse al país que ayudaron a destruir al traicionar su mandato constitucional y poner las armas de la República al servicio de la tortura, el saqueo, el ecocidio y el fraude electoral.

Lo que viene no es contra Venezuela o su pueblo, es precisamente contra quienes ejecutaron y perpetuaron su secuestro. Y si, contra quienes se hicieron ricos o buscaban hacerse ricos aupando de muchas formas la prolongación del secuestro.

Pedro Mario Burelli

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