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Es lo que es

Un continente enfermo, por Armando Martini

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No hay que ser experto ni versado en economía, geopolítica, información o análisis para darse cuenta del estado mortuorio, lúgubre y sombrío del continente americano. Bastan breves vistazos, y sin comparaciones con la Unión Europea, parte de África y mucho menos de Asia. Latinoamérica está en decadencia, perdió esplendor, está en proceso de disminución y deterioro de la plenitud. Sin embargo, testaruda persevera eligiendo entre simuladores, payasos, comediantes y vulgares tiranos proponiendo democracias de medio pelo.

En lo político, Costa Rica es un oasis de ciudadanía, una excepción que confirma la regla, que, sin el concurso y apoyo ciudadano, nada hubiese logrado. Nación en un continente rebosante de volcanes y pésimos gobiernos, pueblos y sistemas que no sólo no han copiado el ejemplo tico, sino que han derivado hacia tiranías brutales de izquierda, como la de Nicaragua con los Ortega. La derecha salvadoreña de Bukele tiene que cuidarse, en medio de la delincuencia y narcotráfico. Más dinero o malhechores presos no significa automáticamente imperio de la justicia. Si no lo creen, pregunten a Venezuela.

En Colombia, un país de belleza ensangrentada, elige entre la indiferencia y un exguerrillero de mucho prometer que no termina por decidirse entre el castro-madurismo y la tradición colombiana. En Ecuador, la gente no se define entre populismos y gerencia empresarial. En Perú, una oligarquía solapada y firme no deja gobernar al izquierdista que eligieron irresponsables, pero tampoco lo apartan. Los chilenos disfrutaron años de libertad y democracia, más o menos exitosos en lo económico, pero se decantaron por un estudiante de escasa capacidad política, que dejó de ser original cuando por mandato popular le impidieron una nueva Constitución, que pocos parecían querer, tras haber sido exigida por muchos. En Argentina, eligieron a un presidente sin voluntad, por deseo de una dirigente a la cual le demuestran delitos y corrupciones como nunca en la historia, conduciendo a la desazón e inmoralidad. En Uruguay, la democracia se consolida y Paraguay tiene en su frontera la corrupción, pero liderará la petición para investigar crímenes ejecutados en Venezuela.

La esperanza brasileña duda entre lo presumido con obras y el maligno Foro de Sao Paulo que abundó en corrupción y comunismo propagandista, cobijando la podredumbre empresarial con amparo gubernamental. Demostrando cuando la justicia no funciona y su parcialización se nota a leguas. Ejemplo asqueroso el de Odebrecht, que involucra gobiernos delincuentes y ladrones de relevancia. ¿Cómo puede haber justicia ecuánime, imparcial e integridad igualitaria, si la selectividad impera, solo unos son investigados y otros no? Y no es defender o atacar; se trata de justicia pura y dura. Declaraciones, investigaciones y publicaciones señalaron irregularidades, la mayoría confirmadas, otras en proceso de serlo. Sin embargo, el caso está viciado y lejos de llegarse a la verdad, dejará enormes dudas. La corrupción es real, lo triste, no todos quienes recibieron gratificaciones están en el banquillo de los acusados. Justicia parcial no es justicia y eso es producto de la complicidad.

Entretanto, We The People, pierde aliento. Guyana se hará poderosa y acaudalada si abrazan a las grandes petroleras y no inventan nacionalismos limitantes ni estupideces cubanas. Mientras México se arma de paciencia y los mexicanos hacen esfuerzos, se aferran al astuto -no sabio- y aguantan.

Venezuela no puede ir más para atrás. Una muestra, el informe que presentó ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre la República de Venezuela. El primero se publicó en septiembre 2020, y dictaminó crímenes de lesa humanidad por las protestas. El segundo, se conoció en 2021, concluyendo que el sistema de justicia; era una herramienta para la impunidad y persecución. El publicado el 20 de septiembre 2022 informa sobre crímenes de lesa humanidad cometidos por órganos de inteligencia del Estado y violaciones a los derechos humanos. Señalando motivos razonables para creer que la República Bolivariana de Venezuela y algunos funcionarios detentan responsabilidad. A pesar de todo, hay quienes pretenden factibles pactos de cohabitación, y convencidos, lo hacen creer a la comunidad internacional. La realidad, es que están condenando a Venezuela, como Estado, a su desaparición.

El castro-madurismo se burla, hace caso omiso, y continúa acompañado de rastreros serviles, que vendieron su alma al diablo por fortuna y prerrogativas. La ciudadanía debe reflexionar, sacar empeño y conseguir voluntad, para desmontar la estructura que, sistemática e intencional, con premeditación y alevosía, arruina a Venezuela y su futuro.

@ArmandoMartini

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