Las elecciones del 21N dejaron a las fuerzas políticas que se enfrentaron sin aire y sin dirección
El cabellomadurismo “hace aguas”, según el más reciente artículo de Andrés Izarra, exministro de Comunicaciones de Hugo Chávez. Al mismo tiempo, los dirigentes del G4 se quedaron sin brújula cuando algunos decidieron cuestionar los comicios y otros quisieron participar. A tal punto que el éxito de Manuel Rosales en el Zulia fue negociado con el oficialismo para los abstencionistas y obtenido en buena lid por los candidatos de la oposición.
Izarra indicó que el cabellomadurismo sacó 2,79% más votos en las regionales que en las elecciones primarias de agosto (2.903.936), de acuerdo con el cuadro comparativo del profesor Javier Biardea. La escasa diferencia demostró la poca capacidad de convocatoria que tiene actualmente la cúpula que controla el poder desde Miraflores. Hoy cuenta, aproximadamente, con 17% de un padrón electoral de 21 millones.
En consecuencia, el PSUV revela que tiene poca capacidad de reinventarse. No le funcionó ni el uso de recursos públicos para la campaña, ni el control social a través del carnet de la patria, ni la llamada Operación Remate para movilizar a su gente al momento del cierre de los centros electorales.
La mayoría del pueblo está cansado del “mar de la felicidad” impuesto por Chávez y una muestra de este agotamiento es la derrota electoral el 21N en su mismo estado natal.
Asimismo, hay un gran rechazo a la gestión cabellomadurista que ha acabado con el país, que registra “niveles máximos de pobreza (94,5%) y dos tercios de hogares en pobreza extrema”, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Universidad Católica Andrés Bello. Un estudio que también reveló que nueve de cada diez hogares no tienen acceso total a “la burbuja comercial de productos extranjeros”, alimentada por las actividades de lavado de dinero proveniente de la corrupción, el narcotráfico, el contrabando de minerales y combustibles, entre otras.
Las fuerzas democráticas sí pueden reinventarse, a pesar de las discrepancias que hubo y que no permitieron asistir con un candidato único a las pasadas elecciones regionales y municipales.
La dirigente de Vente Venezuela, María Corina Machado, publicó en su cuenta de Twitter una propuesta para escoger a través de una gran elección popular (…) una nueva dirección política que tenga un solo objetivo: “coordinar las fuerzas de los venezolanos y la de nuestros aliados internacionales para lograr derrotar a la tiranía y liberar a Venezuela”.
La proposición de la coordinadora de Vente Venezuela permitiría reconstruir la confianza con más del 80% que rechaza el cabellomadurismo, según las encuestas y los resultados de las elecciones del 21N, al elegir la dirección política de las fuerzas democráticas.
Una dirigencia que tendrá que desarrollar las actividades para derrotar a los herederos de Chávez en una elección libre, justa y transparente en los distintos escenarios políticos.
En ese sentido, Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela para varias decenas de gobiernos democráticos, dijo en una entrevista con el diario español El País publicada este lunes: “El peor escenario para Venezuela son unas presidenciales en 2024”.
Por lo tanto, la propuesta de Machado debería instrumentarse lo más pronto posible, aprovechando la experiencia conseguida en la consulta popular de julio de 2017. Pero un aspecto clave que hay que considerar es la instrumentación del voto en el exterior, que es cercano a 20% del registro electoral permanente.
Hay que hacer la ingeniería básica de la propuesta de la coordinadora de Vente Venezuela, para luego realizar los detalles y evaluar si se puede tener la nueva dirección política en el primer trimestre de 2022.
Además, existen varias condiciones que hay que tomar en cuenta, como es el rol de Juan Guaidó, reconocido como presidente encargado de Venezuela por parte de la administración Biden-Harris, su Majestad británica y el gobierno de Iván Duque, entre otros. Las funciones que tendrán los gobernadores y alcaldes electos que están alineados con la intención de “sacar a Maduro del poder”. También el propósito de la mesa de negociación en México, que tiene los actores internacionales para facilitar una salida a la crisis política en Venezuela.
Visto lo anterior, es necesario establecer los elementos que permitirán la reunificación del liderazgo anticabellomadurista, para que “la nueva dirigencia política no se entregue, no se doblegue y no traicione”. Podemos describirla como la etapa de la lucha por el poder, que va desde la justicia internacional hasta la elección presidencial.