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Es lo que es

¡Ya es historia aquella revolución bonita!, por Marcos Hernández López (@Hercon44)

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Para muchos escritores, la revolución bolivariana nació hace dos décadas y medias a caballo del caudillismo del ex teniente coronel Hugo Chávez Frías, el agotamiento del bipartidismo histórico y el hartazgo de los pobres de Venezuela, mayoría en el padrón electoral. Imponiendo una institucionalidad sectaria, menospreciando la importancia de las libertades y el pluralismo, los ideologizados jefes del movimiento dividieron el país en dos mitades. 

Ahora bien, la Revolución Bonita» es una frase que se refiere a la revolución bolivariana, un proceso político y social liderado por Hugo Chávez desde 1999. Aunque no es un término oficial, se utiliza coloquialmente para describir el período de gobierno de Chávez, caracterizado por un discurso nacionalista, antiimperialista y socialista, así como por una serie de reformas sociales y económicas. 

La Revolución Bolivariana, como se le conoce oficialmente, se inspira en la figura de Simón Bolívar y busca la construcción de un socialismo del siglo XXI en Venezuela. Chávez promovió una serie de políticas públicas enfocadas en la inclusión social, la reducción de la pobreza y la distribución de la riqueza petrolera, así como la nacionalización de empresas y sectores clave de la economía. 

El término «Revolución Bonita» a menudo se utiliza con matices críticos, ya que algunos consideran que la gestión de Chávez y su gobierno posterior no lograron los resultados esperados en términos de desarrollo económico y estabilidad política. Sin embargo, para muchos venezolanos, la Revolución Bolivariana sigue siendo un símbolo de esperanza y cambio social. 

Para los analistas del proceso socio histórico venezolano: “La Revolución Bolivariana se benefició de un aumento del precio del petróleo de alrededor de 1.000% desde la llegada de Hugo Chávez al poder, a inicios de 1999, hasta los picos del segundo boom petrolero. No obstante, esto tendió a reforzar la dependencia de los hidrocarburos y reactualizó las ilusiones de la “Venezuela saudita”, en medio de una gestión de los recursos públicos ineficiente y crecientemente autoritaria. Hoy, tras dos décadas de esa experiencia, Venezuela vive una combinación de crisis que hablan del agotamiento del proyecto chavista”.

El gobierno del comandante Chávez y Maduro trasfiguraron la vida normal de la gente, modificando los modos de vida, poniendo a muchos venezolanos en niveles vulnerables. La revolución bolivariana como todo gobierno autoritario, desprecia intencionalmente a la Justicia, y toma una anti-postura ante la lógica. Para que haya una democracia plena tiene que haber también legitimidad de ejercicio, que significa gobernar con ciertos límites, respetando la diversidad de opiniones o criterios que existen normalmente en toda sociedad.

Años más tarde Maduro hizo todo lo posible por torcer las reglas a su favor, no tuvo forma de evitar una segura derrota en los comicios parlamentarios de diciembre 2015. En uno de sus últimos gestos democrático de su gobierno, reconoció la victoria de sus adversarios. Sin embargo, no soportó que la oposición controlara con una mayoría calificada la Asamblea Nacional (AN). Su ofensiva para terminar con la democracia en Venezuela comenzó marzo 2016, con decisiones puntuales de control político por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). 

Indudablemente, a los presidentes con tendencias autoritarias no les gusta el sistema de división de poderes y la existencia de otros poderes independientes. Como estrategia, Maduro para avanzar en su ajedrez político cuenta con ANC, todo un traje a la medida para legitimar lo inconstitucional. Además, activa sigilosamente amenazas políticas, estas germinan en un tipo de violencias visibles e invisibles, algunas prácticas difíciles de ver a simple vista, ya que son las propias estructuras psíquicas de las personas las que las hacen frágiles. Nuestro análisis, se puede explicar desde un enfoque psicosocial, la sociedad venezolana, indudablemente, percibe, interpreta y reacciona ante la amenaza política de diversas formas inducidas por el régimen para frenar su proceso irreversible en su decadencia política / electoral.

Nicolás perdió la calle, la popularidad, de acuerdo a nuestros números, está un poco por encima de 17,1% puntos, se perdió la magia de la Revolución Bonita que los atornillo durante 25 años en el poder central, emergió el desamor hacia un proyecto político que ilusiono pero no concreto los sueños de los que aspiraban un mejor país, es casi imposible llegar al final de una gestión con una opinión nacional en contra, el tiempo se le agotó a la Socialismo del siglo XXI, la revolución sufre un desgaste sistemático, sólo queda el delirio de mantener una revolución a la fuerza.

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