Un informe elaborado por Standard & Poor’s Global Ratings (S&P), sobre el panorama bancario de los países de América Latina, la calidad de los activos de los bancos en Panamá seguirá siendo un desafío en los próximos dos años, ya que se espera que se mantenga por debajo de los niveles históricos debido a la capacidad de pago presionada de los prestatarios y a préstamos corporativos deteriorados de clientes específicos.
Según el informe al 31 de marzo de 2024, los activos improductivos se situaban en torno al 2.8%, frente al 2.0% registrado en 2019, reflejando el impacto del fin de los programas de ayuda relacionados con la pandemia, altos niveles de desempleo y un creciente sector económico informal.
Detalla el informe que las condiciones económicas adversas, junto con la falta de un acreedor de última instancia, un banco central y un sistema de seguro de depósitos efectivo en Panamá, podrían agravar la situación para las instituciones financieras en dificultades.
“A pesar de ello, el gobierno ha recurrido al Banco Nacional de Panamá, de propiedad pública, como herramienta para proporcionar liquidez al sector financiero, corporaciones y pequeñas y medianas empresas”, dice el informe.
No obstante, se espera que la economía de Panamá experimente un crecimiento más lento a corto plazo, con una proyección de expansión de aproximadamente 2.7% en 2024, en comparación con el 7.3% registrado en 2023.
Este ritmo de crecimiento más moderado podría tener implicaciones significativas para el sistema bancario, afectando el desempeño fiscal del país y agregando presión a los desafíos fiscales que enfrentará el gobierno del presidente José Raúl Mulino.
“Factores como el crecimiento más lento de los ingresos, la baja recaudación de impuestos y la pérdida de ingresos fiscales esperada tras el cierre de Minera Panamá se suman a este panorama incierto”, explica el informe.
Para el analista de S&P, Ricardo Grisi Rodríguez, el entorno económico desafiante podría limitar el crecimiento del crédito y disminuir la confianza tanto de empresas como de hogares, presionando las condiciones operativas y de negocio de los bancos y manteniendo altos los niveles de activos improductivos.
“Aunque se espera que la rentabilidad de los bancos sea estable, la debilitada calidad de los activos podría llevar a un aumento en las provisiones para pérdidas crediticias, limitando los resultados netos del sistema bancario durante el próximo año”, dijo Grisi Rodróguez.
Agregó que en respuesta a estos desafíos, Panamá está realizando esfuerzos para fortalecer el marco regulatorio del sistema financiero, aunque el país ha logrado reducir la brecha con los reguladores internacionales, aún queda rezagado en comparación con los marcos regulatorios de sus pares en la región.