Seis meses han pasado desde aquel 13 de septiembre cuando la niña Aderlyn Llerena Saldaña, de nueve años, iba camino a su escuela, en el sector Emberá Purú, y presuntamente fue secuestrada.
Editorial de La Estrella de Panamá
La desaparición forzada quizás es una de las formas de violencia más atroces que hay y más cuando ocurre a niños y adolescentes que son el sector más vulnerable.
Duele y mucho, que crímenes como estos sucedan en Panamá.
La falta de respuestas mantienen por años, a veces por toda una vida, a familias en un limbo aterrador, pero guardan una última esperanza sobre la suerte de esos seres que nunca volvieron.
Es urgente una investigación seria, diligente y eficaz. La familia de Aderlyn y Panamá exigen celeridad.
La búsqueda de la niña y de las cuatro menores desaparecidas, según cifras del Ministerio Público 2022, debe ser prioridad para el Estado. No se puede pasar por alto la grave afectación que sufren las familias de las personas desaparecidas en su lucha por obtener garantías reales y efectivas de búsqueda.
Tampoco se puede obviar la zozobra y el estado de inseguridad que esto genera en la sociedad. No se debe parar de buscar. No se puede investigar solo cuando se protesta en las calles: la búsqueda debe ser incesante. No hay espacio para excusas institucionales.
¿Dónde está Aderlyn? Todo el país quiere saber ya la respuesta.
