La sensación popular es muy negativa. Estamos al borde de un Estado anárquico. Parte de los manifestantes, seguro estoy, no han leído nada sobre el contrato minero. Algunos–como antes ha ocurrido- solo persiguen la desestabilización del país, repitiendo escenarios de Colombia, Chile, Ecuador y Perú. Otros continúan pensando en la utopía de que la mina debe ser cerrada, ignorando la realidad de que está allíy que eso sería un grave error. Otros piensan que esto es la oportunidad de protestar contra un gobierno que ha potencializado el nivel de corrupción del país como nunca antes se había visto. El descaro ha sobrepasado cualquier límite. Pero la mayoría, jóvenes, solo piensan en Panamá. El apoyo eclesiástico, tanto católico como evangélico, ha sido determinante.
Por: Guillermo A. Cochez – La Estrella de Panamá
Pero no debemos culpar a ninguno de esos grupos de lo que ocurre. Ellos solo son el efecto. El responsable del caos es precisamente el presidente Cortizo, por financiar con recursos públicos, como nunca antes en 33 años, al candidato presidencial de su partido. Al igual el vicepresidente Carrizo, quien ha convertido su absurda aspiración presidencial en un objetivo de la política del Estado olvidándose de todo lo demás; el contralor Solís, brillante en su rol de cómplice en la fiscalización de los recursos públicos; y los insaciables diputados, convertidos en los dueños de lo que pasa, por el descarado chantaje ejercido sobre el Órgano Ejecutivo desde los tiempos de Martinelli.
La gran mayoría de la ciudadanía tienela percepción de que algo huele a podrido, pestilencia que se ha expandido portodos los estratos de nuestra sociedad. El veloz refrendo del contralor y la aprobación a tanta velocidad por parte de los diputados, así como la inusual rápida sanción de la ley por parte de Cortizo, ha dejado un mal sabor. Sabor a lo de siempre, ese popular, pero desagradable y odioso, “qué hay pa´ mi”. Sabor inocultable a coima.
Aquí nadie hace lo que se hizo, gratis. Así lo ve el panameño común. Todo se hace así y, lamentablemente, esa es la impresión existente sobre lo hecho con la minera y que, en un país tan chiquito como Panamá, más temprano que tarde, se sabrá. La aprobación express delcontrato debió tener un precio que, por la forma como se hizo, no ha sido bajo.
Cuando eso explote –que de seguro ocurrirá- no quedará piedra sobre piedra, no solo en Panamá, sino también en Canadá y en Estados Unidos, países donde este tipo de conductas son severamente sancionadas. Desafortunadamente, nuestra justicia está acostumbrada a actuar cuando algo explota fuera de Panamá y aquí nada se investigará.
Cortizo camina sobre un intenso fuego auto provocado y en su intervención del pasado martes 23, en lugar de apagarlo, simplemente lo atizó echándole gasolina. Penosamente no le quedó otro remedio, ya que se encuentra en un callejón sin salida que a nadie se le ocurre cómo no se loadvirtieron de antemano.
¿Cómo pensaron que, luego de presentar lassupuestas correcciones que hicieron en el texto original, que ni siquiera permitieron discutirlas, aprobándolas –sin haberlas leído- a la velocidad del rayo, la gente se iba a quedar tranquila? ¿Cómo se les ocurrió hacer ese horrible despliegue de fuerza en la Asamblea, cuando si hay algo repudiado en la población, son precisamente los diputados, y no precisamente por sus demostraciones de transparencia?
Desafortunadamente presidente Cortizo, su gobierno se metió en este lío solo. Porque, más que pensar en el futuro de la Patria, solo están en el día a día para ver cómo recogen plata para resolver el caos económico causado por una deficiente, corrupta y populista administración de los recursos públicos. Porque, en medio de la crisis nacional, solo siguen pensando cómo lograr que Gaby Carrizo llegue a la presidencia, cuando si esto sigue como va, hasta las elecciones peligran. Para mantenerse en el poder se han convertido en especies de marionetas, al servicio de unos insaciables diputados que creen que el gobierno de turno equivale a una vaca lechera.
¿Cuál esla solución? Dicen los sabios chinos que, cuando se presentan crisis, por más severas que sean, al mismo tiempo surgen las oportunidades. Estamos frente a una crisis que podríamos considerar la más profunda desde que el país volvió al cauce democrático tras la caída, en 1989, del régimen militar.
Estas oportunidades no podrán aparecer si siguen alrededor de la Presidencia los gallinazos que la han estado sobrevolando desde el 2019. ¿Se podrá hacer eso? ¿Tendrán en el gobierno la capacidad de reflexionar y llegar a la conclusión de que estamos al borde de un profundo estallido social?