El 27 de mayo de 2007, las pantallas de millones de hogares venezolanos se oscurecieron cuando Radio Caracas Televisión (RCTV), el canal de televisión más antiguo y popular del país, dejó de transmitir en señal abierta. Este día marcó un punto de inflexión en la historia de la libertad de expresión en Venezuela, un hito que desencadenó una ola de protestas y un debate global sobre los límites del poder estatal frente al derecho a informar y ser informado.
Dieciocho años después, en el contexto de un país donde la censura se ha intensificado bajo el régimen de Nicolás Maduro, el cierre de RCTV sigue siendo una herida abierta, un recordatorio de cómo la libertad de prensa puede ser sacrificada en nombre de la «hegemonía comunicacional».
El Cierre de RCTV: Un Golpe a la Libertad
Fundada en 1953 por William Phelps Jr., RCTV no era solo un canal de televisión; era parte de la identidad venezolana. Con programas icónicos como Radio Rochela, El Observador y telenovelas que conquistaron audiencias internacionales, el canal se había ganado un lugar en el corazón de los venezolanos. Sin embargo, su línea editorial crítica hacia el gobierno de Hugo Chávez, especialmente tras el golpe de Estado fallido de 2002, lo convirtió en un blanco del régimen bolivariano.
El 28 de diciembre de 2006, Chávez anunció en cadena nacional que no renovaría la concesión de RCTV, que vencía el 27 de mayo de 2007, acusándolo de ser un medio «golpista» que atentaba contra la nación. «Pueden ir apagando los equipos, ya está redactada la medida», sentenció Chávez, vestido de militar, en un discurso que resonó como una declaración de guerra contra la prensa independiente. La decisión fue justificada como una medida administrativa, pero fue ampliamente señalada como una restricción al ejercicio del derecho a la libertad de expresión, motivada por la línea editorial crítica del canal. La sentencia que ordenó restituir la señal de RCTV fue ignorada por el gobierno de Nicolás Maduro.
El cierre desató protestas masivas, lideradas por estudiantes y periodistas, que salieron a las calles de Caracas, Maracaibo, Valencia y otras ciudades bajo el lema «S.O.S. Libertad de Expresión». Más de 30,000 personas se congregaron en Caracas el 19 de mayo de 2007, exigiendo el respeto a la prensa libre. Sin embargo, el gobierno respondió con represión: gases lacrimógenos, heridos y detenciones marcaron las manifestaciones. La frecuencia de RCTV fue reemplazada por TVes, un canal estatal que nunca logró conectar con la audiencia, simbolizando el inicio de una estrategia para controlar el espectro mediático.
Los Peligros de la Libertad de Expresión bajo Chávez
El cierre de RCTV no fue un evento aislado, sino el comienzo de una cruzada contra los medios independientes. Chávez, quien llegó al poder en 1998 tras un intento de golpe de Estado en 1992, entendió el poder de los medios para moldear la opinión pública. Su gobierno implementó tácticas como la no renovación de concesiones, restricciones al acceso a papel para periódicos, multas excesivas y la compra de medios a través de empresas fachada para alinearlos con la narrativa oficial. En 2009, el «Radiocidio» ordenado por Diosdado Cabello, entonces aliado clave de Chávez, cerró 34 emisoras de radio y televisión, y amenazó a otros 200 medios con perder sus licencias.
La libertad de expresión bajo Chávez enfrentó un ambiente hostil. Los periodistas fueron acosados, detenidos y exiliados, mientras que los medios que sobrevivían practicaban la autocensura para evitar represalias. La periodista Carmen Ruiz, exjefa del noticiero El Observador de RCTV, recuerda cómo el canal se mantuvo firme en su compromiso de presentar «la parte y la contraparte» de cada noticia, a pesar de las presiones gubernamentales para suavizar su cobertura. Esta resistencia le costó caro: el cierre de RCTV dejó a más de 5,000 personas sin empleo y marcó un precedente para la persecución de medios críticos.
Organizaciones internacionales condenaron el cierre de RCTV como un acto antidemocrático. El Senado de Estados Unidos, la Unión Europea y el Congreso de Chile expresaron su rechazo, mientras que medios internacionales señalaron que el cierre evidenciaba el «sesgo autoritario» de Chávez. Sin embargo, el gobierno venezolano, respaldado por aliados regionales, defendió la medida como una decisión «soberana».
La Muerte de la Libertad de Expresión con Maduro
Si Chávez sembró las semillas de la censura, Nicolás Maduro las cosechó con una política aún más represiva. Desde que asumió la presidencia en 2013, la libertad de prensa en Venezuela ha alcanzado niveles críticos. Entre 2007 y 2023, al menos 405 medios de comunicación han cerrado, incluyendo 288 emisoras de radio, 41 medios impresos y 9 canales de televisión. En 2023, se registraron 108 violaciones a la libertad de expresión en solo cuatro meses, con la censura y la intimidación como las principales formas de represión.
Maduro ha perfeccionado las tácticas de Chávez, utilizando bloqueos digitales, ataques cibernéticos y leyes como la «Ley contra el Odio» de 2017, que impone penas de hasta 20 años de prisión por «promover discursos de odio» en medios tradicionales y digitales. Canales internacionales como CNN en Español, Caracol Televisión y NTN24 fueron sacados del aire por órdenes de Conatel, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, acusados de «instigar al odio» o «promover la violencia». En 2024, Maduro ordenó el bloqueo de la red social X por 10 días, calificándola de plataforma que «incita al fascismo», y restringió el acceso a 134 sitios web, incluyendo 60 medios digitales.
Los periodistas enfrentan un entorno de guerra. Carlos Julio Rojas, exdirigente estudiantil y periodista, describe el periodismo en Venezuela como un ejercicio en «tiempos de guerra», donde las agresiones, robos y detenciones son cotidianas. En 2019, se reportaron 534 casos de violaciones a la libertad de expresión, incluyendo detenciones arbitrarias de 20 periodistas en estados como Miranda y Zulia. Medios digitales como El Pitazo, Efecto Cocuyo y El Nacional sufren bloqueos sistemáticos, obligando a los usuarios a usar VPN para acceder a ellos.
La televisión, otrora un medio vibrante en Venezuela, está «congelada en el tiempo». Canales privados como Venevisión evitan coberturas noticiosas en vivo por temor a represalias, mientras que los estatales, como VTV y TVes, inundan las pantallas con propaganda chavista. Maduro incluso ha creado su propio programa, Con Maduro+, donde lee noticias, ataca a opositores y refuerza el control narrativo del régimen. La producción de contenidos originales, como las telenovelas que alguna vez fueron un sello cultural venezolano, ha desaparecido casi por completo.
Un Legado de Resistencia y Nostalgia
El cierre de RCTV no solo apagó un canal; silenció una parte de la voz del pueblo venezolano. «RCTV era una ventana a la libertad de expresión, la voz de los que no tienen voz», afirmó la comunicadora Marisela Alvarado Celis. Su ausencia dejó un vacío que TVes nunca llenó, y su legado persiste en la memoria colectiva. Los venezolanos recuerdan con nostalgia programas que unían generaciones, pero también ven en RCTV un símbolo de resistencia frente a la censura.
A pesar de la represión, el periodismo venezolano ha encontrado formas de sobrevivir. Medios digitales como El Pitazo y Armando Info han apostado por el periodismo investigativo y colaborativo, mientras iniciativas como El Bus TV llevan noticias a las calles a través de papelógrafos y noticieros comunitarios. Sin embargo, la precariedad y el exilio de unos 500 periodistas, según estimaciones, reflejan el costo humano de esta lucha.
Un Futuro Incierto
A 18 años del cierre de RCTV, la libertad de expresión en Venezuela está en su punto más bajo. La situación ha sido clasificada como «muy difícil». La aprobación de la Ley de Control y Regulación de ONG en agosto de 2024, que limita el financiamiento de organizaciones defensoras de derechos humanos, es un nuevo golpe al espacio cívico.
El cierre de RCTV fue la punta del iceberg de una estrategia sistemática para controlar la información y silenciar las voces disidentes. Bajo Chávez, la libertad de expresión fue amenazada; bajo Maduro, ha sido prácticamente aniquilada. Sin embargo, la resistencia de los periodistas y ciudadanos que se niegan a callar demuestra que, aunque las pantallas se apaguen, la lucha por la verdad persiste. Como dijo Marcel Granier, presidente de RCTV, en 2015: «El cierre de RCTV se debió a motivos políticos, a una persona que no creía en la democracia». Hoy, esa lucha sigue siendo un faro de esperanza para una Venezuela que anhela recuperar su voz.