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Es lo que es

Cosecha de esperanza en el barrio

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Petare, el barrio más grande de Venezuela, no solo es el lugar de crímenes aterradores. También es un lugar en Caracas que desde 2024 tiene su propio café de especialidad nacido del proyecto Café Petare Blu, un delirio del caficultor urbano Enrique Egaña Wallis y la asociación civil Zona de Descarga.

Por: Kaoru Yonekura – Coolt

“Ese grano —cuenta Egaña— es de una mata que yo llamo ‘La protegida’, que está debajo del Cabletrén Bolivariano, en la comuna Vamos con Todo. Esa mata yo la recogí, la fertilicé, le hice el proceso de postcosecha y mandé a analizar granos con catadores y graders de Origin To You en Bélgica. Ese café, con el estándar de The Specialty Coffee Association, dio 81.19 puntos con un potencial de 83 puntos a los veinte días de haber sido tostado, o sea, una vaina insólita”.

¿Quién lo diría? Aquellas plántulas de café que Egaña donó en 2019 a los hermanos petareños Jaime y Jimmy Pérez, coordinadores de la asociación civil, se convirtieron en un proyecto para la siembra, cosecha, secado, tostado y molido del café para el consumo en las casas de Petare.

“Pero de café de buena calidad —enfatiza Egaña—, al petareño le gusta el café de buena calidad, porque necesita ponerle azúcar. Y mi idea es promover la producción y consumo de café de altísima calidad en las zonas populares, porque es factible. A veces es peligroso, sí, pero es demasiado emocionante”.

Pero Petare Blu no es solo un proyecto de agricultura urbana. También es una iniciativa de convivencia vecinal y articulación ciudadana. Jaime Pérez, coordinador del proyecto, cuenta: “Estoy desde los 12 años haciendo cosas en mi comunidad, y con este proyecto se empezó a restaurar el tejido social. Actualmente tenemos más de novecientas familias con plántulas en el barrio 5 de julio; en José Félix Rivas hay seiscientas; y en Colinas de La Bombilla, doscientas cincuenta y seis. El café es el elemento unificador. Estamos en las comunas Vamos con Todo, Padre Jesús Misa, Rogelio Castillo Gamarra y Aguerrido Tamanaco, aunque sus líderes tengan preferencia hacia el proyecto político del oficialismo. Es un logro. Hay conversación entre gente que no se hablaba”.

Es un logro por más que eso.

Siembra urbana de café en Petare, impulsada por el proyecto Petare Blu. K.Y.

Petare es uno de los barrios más peligrosos de Venezuela. Durante décadas, ha padecido alguna gobernanza criminal, la más reciente, la de Wuileisys Acevedo, alias «Wilexis», quien controló Petare durante la última década y fue presuntamente abatido en enero de este año. Pero la criminalidad persiste, y no solo por la violencia vecinal, hurtos, microtráfico de drogas, extorsión, sicariato de bandas y colectivos armados. Mucho del control actual en Petare es por la incursión policial represiva, sobre todo desde la elección presidencial de Venezuela en 2024.

Explica una vecina del barrio San Blas que pide omitir su nombre: “Desde el 28 de julio, el régimen [de Maduro] se dio cuenta de que los barrios no son ellos. Aquí en Petare, perdió el régimen. Por eso la persecución política y tantas detenciones arbitrarias. Ahora están criminalizando a las oenegés más que antes, y eso que lo único que hacen es trabajar por el barrio”.

Entre todo esto, las matas de café siguen creciendo y el proyecto Petare Blu avanza como puede. Jaime asegura que es porque las comunidades ya entienden que “es un proyecto positivo y lo respaldan independientemente de su postura política. La gente sabe que no es un proyecto subversivo y lo defiende. Te pongo un ejemplo: en la zona 4 del barrio José Félix Rivas había muchos ‘gariteros’ [que suelen ser jóvenes reclutados por alguna banda criminal para vigilar la zona y alertar a la banda ante cualquier irregularidad]. Ellos mismos acompañaron y protegieron a Enrique cuando fue a dar su taller. Otro día, llegó un chamo a otro taller con un arma y se la sacó, la dejó afuera, se puso a escuchar su taller y a llenar bolsas de tierra… Es que, como me dijo una señora cuando comenzamos, ‘Jaime, lo verde abre puertas’ y es verdad”.

Buscando raíces

Petare Blu toma su nombre de Caracas Blu, el grano azulado caraqueño del que todavía se dice —aunque sin evidencia histórica que respalde el mito— que llegó a ser el primer café del mundo con una plusvalía de 15 por ciento sobre los demás.

Lo que no es un mito es la coloración que le da nombre al grano. De acuerdo con Egaña es por “pura química de la tierra” de las que eran las grandes haciendas cafetaleras en Caracas durante la segunda mitad del siglo XIX: “Aquel café tenía la peculiaridad de tener una coloración azulosa-grisácea antes de tostarlo [en vez de ser amarilla o verde]. Se pensaba que era una variedad, un híbrido. Como desde 2010, yo tenía dándole vueltas a la búsqueda del blu y en 2018 me puse a sembrar café por toda Caracas para diferenciar si era la variedad, el suelo o el área. Básicamente, las matas me dieron granos de una tonalidad azulosa por el magnesio, sobre todo en los Altos Mirandinos, donde la concentración es mayor”.

Es decir, más de un siglo después de aquellos granos, todavía se dan, aunque no en Petare. Jaime pone el foco en lo que importa a las comunidades:

“No es solamente buscar ese blu que se perdió en Petare, que todavía no hemos conseguido y que queremos que se dé aquí. También es lo que demostramos: que sí se puede cultivar y beber café de especialidad siguiendo un modelo de agricultura urbana y que gente que ya ni se miraba entre sí, se está reencontrando y reconciliando”.

Enrique Egaña durante un taller comunitario organizado por la asociación civil Zona de Descarga en Petare. ZONA DE DESCARGA

Dando frutos

Petare Blu comenzó en 2019 con catas y degustaciones de café. Entonces, Egaña y Zona de Descarga repartieron las primeras plántulas de la variedad Monte Claro. Así, los petareños supieron que es un café venezolano de alta calidad y rendimiento desarrollado por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas y registrado en World Coffee Research.

Egaña recuerda: “La idea original era dar las cuarenta mil plántulas en bolsitas con tierra, pero cuesta muchísimo dinero, tanto por las bolsas, como por la tierra y la logística del traslado. Como todo el mundo tiene una bolsita de un kilo de harina para las arepas, pensé que la llevaran con tierra y yo les ponía la matica. Esto fue un error gravísimo, porque Petare no tiene tierra, es bloque tras bloque. Entonces, terminamos dando como veinte mil plántulas y fue un fracaso total. Se lograron sembrar como setecientas nada más”.

Así que Egaña y Zona de Descarga volvieron a comenzar. Además de las degustaciones de café, hicieron talleres de elaboración de compost en bolsitas de harina, cuñetes de pintura y pipotes de basura. Esto también fue reeducar en cuanto al manejo de residuos para mitigar el eterno problema de la recolección de basura que aqueja a Petare. Egaña siempre dejaba plántulas e instrucciones:

“Y un día, en 2022, fui a dar una asesoría técnica a la comuna Vamos con Todo. Me encontré con un mesón de bolsitas llenas, ordenaditas, fue una cosa maravillosa. Ahí fue cuando sentí que arrancó Petare Blu. Sembraron ese lote y me llamaron un sábado: ‘Profesor, necesitamos dos mil matas más’. Yo tenía miles de chapolas y cafecillos, y les hice una entrega exprés. A las dos horas, me llamaron: ‘Profe, ya todo está sembrado’. Después les llevé las bolsas de dos kilos y semillas de Caracas para Caracas”.

Estas semillas son del sector Las Laderas de la montaña Ávila, ubicada en el Camino de Los Españoles, en extremo opuesto de Caracas. Daniel Zarlenca, caficultor donante, recuerda que “las semillas bajaron la montaña, atravesaron toda Caracas, llegaron a Petare con Enrique y allá están esas matas. Es bonito lo que está sucediendo allá desde entonces”.

Pero, como advierte Egaña, para evitar expectativas falsas, el hacinamiento es uno de los mayores desafíos: “Hay que tener claro que en Petare no le puedes pedir a las personas que tengan un pocotón de matas de café en sus casas, pero sí que cuiden la que tengan para que, cuando la vean coqueta con ramas, vayan viendo el resultado de los cuidados y se vayan animando a más”.

La vecina de San Blas señala otro problema: “Justo antes de las elecciones del 25 de mayo [de 2025, para escoger gobernadores, legisladores de estados y diputados de la Asamblea Nacional], un gentío del plan Antonio José de Sucre andaba pintando y arreglando vainas, todos muy amables. Ahora, las nuevas autoridades del municipio andan prohibiendo acciones comunitarias que no estén aprobadas por ellos, pero no proponen nada mejor”.

Pese a todo, seis años después de la primera donación, sectores como 5 de julio y La agricultura han recolectado entre cinco y seis kilos de café y ya tienen más granos esperando por madurar mientras se escribe esta nota. En 2023, el sector El Dorado recibió la visita de diversas agencias del Sistema de Naciones Unidas para conocer el proyecto Café Petare Blu. Un instituto de educación secundaria del sector Guaicoco también tiene matas de café y estudiantes promoviendo su siembra. Todavía los veintidós grupos de WhatsApp —uno por cada sector— reciben asesoría técnica de Egaña y nueve sectores comienzan a organizarse para pasar a la siguiente fase del proyecto en 2026, que es vender el excedente en la comunidad.

Los anhelos florecen: microemprendimientos que contribuyan a la economía local y a la creación de una red de caficultores de Petare, baristas petareños y un Petare verde con matas de café. La pregunta no se va por las ramas: ¿Y el cafecito va a reducir la violencia? Hay que intentar cada día que así sea, porque como dice Jaime: “Por esas tacitas de café de Petare Blu, en mi barrio se han dado conversaciones sobre el acceso al agua potable y hasta de preferencias políticas. Si dejaran de omitir esas conversaciones o de intentar callarlas, quizás sí lo logremos y crezcamos como esas matas que estás viendo y que siguen aguantando todo”.

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