Rodrigo Rivera Morales (Mérida, 1944) sacude con su novela sobre las crisis más humanas de la Venezuela del chavismo. Es un ejercicio intelectual donde deja correr, con un elegante formato ficcionado, hechos crudísimos de la vida real a los que ha tenido acceso como espectador cercano.
Por: Carlos Moreno – Versión Final
Rivera, catedrático y uno de los referentes sobre leyes más destacados del país y Latinoamérica como experto constitucionalista y derecho procesal, ha dedicado el tiempo necesario para hilar un relato generacional que hace radiografía de los peores demonios asentados hoy en el imaginario y la identidad de toda una nación.
Y los arcángeles son precisamente integrantes de una familia, hombres, cuyo nombre Arcángel, parece estar maldito y condenado a la muerte.
Esta novela no es suave, deshuesar en varios capítulos aquellos males instalados en el gen requiere de atención para prever en sus páginas un diagnóstico de la atrocidad de un modelo que vino a carcomer hasta los sentidos más nobles de un pueblo.
Así transcurrió la entrevista con Rodrigo Rivera Morales:
– El título de su libro, «Los arcángeles en el abismo», ¿representa la cercanía de lo divino a lo corrupto o es una especie de destino trágico para los buenos en Venezuela? ¿Podría explicarnos el simbolismo?
En realidad, se trata de personas cuyo nombre era Arcángel. Esa familia era devota de San Miguel Arcángel. No obstante, al elegir el título en el abismo, mi reflexión fue que gente buena podía caer en las tinieblas (el abismo). En el fondo, si no existe una verdadera reflexión sobre lo correcto y lo incorrecto, se puede terminar cayendo en el abismo.
– La novela plantea escenarios basados en hechos reales… ¿Arcángel aún vive?
Los Arcángeles murieron en diversas circunstancias. Arcángel abuelo murió en servicio, por su vocación sindical, en un accidente laboral. Arcángel hijo fue asesinado por cuerpos policiales vinculados al narcotráfico, cuando intentaba salirse y había contactado a agentes de la DEA para denunciar. Arcángel nieto, al darse cuenta de que era utilizado y de que los líderes del gobierno chavista se enriquecían y ostentaban lujos, planeó su salida y preparó un golpe contra algunos de esos líderes. Fue delatado y se ordenó su ejecución. Una muerte similar a la de Óscar Pérez: se rindió, sin embargo, lo asesinaron. Envió un audio-video a un periodista, logró informar a una radio, pero cuando la periodista iba con la noticia redactada y el material audiovisual, fue detenida y todo fue incautado.
– Habla usted de la izquierda destructiva, pero ¿puede catalogarse como izquierda el caso venezolano?
En realidad, ellos se autodenominan de izquierda. Hay gente que elige ser socialista, del PRV, Bandera Roja, PCV. Pero es simplemente un título. Se apropiaron de esa idea y de la tesis de redención social, pero en la práctica son fascistas, autócratas y burócratas.
– ¿Piensa usted que en el fondo la sociedad venezolana es mayoritariamente de izquierda?
Los problemas sociales venezolanos son agudos. Hay una desigualdad patente. El pueblo venezolano clama justicia social, y esto no es patrimonio exclusivo de la izquierda o la derecha. Evidentemente, las desigualdades sociales, la ostentación grosera de riqueza, la injusticia, los malos salarios y el difícil acceso a bienes como salud, vivienda y educación de calidad, alimentan el resentimiento y el enfrentamiento entre clases. En Venezuela, la izquierda nunca tuvo apoyo popular. El chavismo llegó porque la gran prensa y los intocables elevaron a Chávez a un pedestal de vengador y redentor social, pensando que lo dominarían o manejarían. Además, había una gran campaña antipartidista y antipolítica. Claro, los dirigentes de los partidos no entendieron esto y habían dado la espalda al pueblo.
– Usted plantea la simbiosis del Gobierno con el crimen como una herramienta de control. Luego de configurar ese entramado… ¿el gobierno sigue teniendo control o cada cual maneja su feudo?
El gobierno ha dejado feudos a ciertos colectivos y bailan parejo. Cuando dan apoyo a políticas y grupos divergentes del gobierno, los reprimen ferozmente y los eliminan. Caso del Neko en Barrio La Vega y otros colectivos que han sido liquidados (asesinados).
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