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Historias del Copei que conocí (I). La banda presidencial de Caldera, por Vladimir Petit Medina

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Aquel día de los primeros de Enero de 1969, José Antonio Pérez Díaz recién electo Presidente del Congreso de Venezuela, salió aturdido de la reunión con su compadre y compañero de luchas, el entonces Presidente Electo Rafael Caldera quien asumiría la primera magistratura pocas semanas después.

Aún preocupado, manejando su propio carro, como siempre hizo…iba pensando mientras fumaba su eterno cigarro: -Cómo salgo de esto? Qué invento? Apenas entró a su casa, su mujer, la Dra María Cristina Osuna de Pérez Díaz lo atajó: -Qué te pasa Negro? -Nada mija…móntame un café que voy a la biblioteca a pensar, se apresuró a contestarle.

La explicación de la preocupación del Negro Pérez Díaz es una historia poco conocida y que supe gracias a la narración del propio protagonista quien después se convertiría en mi suegro amado. Historia también adornada de detalles posteriores por mi adorado cuñado, Gustavito Pérez Osuna y la compañera de mi vida, Nitu Pérez Osuna.

Y es como sigue.

El más popular de los copeyanos fue el secretario general fundador, José Antonio Pérez Díaz. Él y su compadre, Rafael Caldera, se dedicaron en cuerpo y alma para sembrar la democraciacristiana a lo largo y ancho de Venezuela. Una labor titánica en medio de dictadura, una parte y en medio del trienio populista adeco, extremadamente sectario, por la otra. Sin embargo, poco a poco fueron avanzando pero José Antonio siempre tuvo el tino de mantener una cordialísima relación con la alta dirigencia adeca, especialmente con Raúl Leoni. Historia diferente la de Don Rafa, a quien le tocó ser Pdte. de la Cámara de Diputados cuando Leoni presidió el Senado de la República. Y de allí salieron ambos a enfrentarse en encarnizada lucha por la presidencia que ganó Leoni en 1963. Este episodio dejó secuelas.

Así llegarían las elecciones de 1968 que ganaría Rafael Caldera a quien, por tanto, el presidente saliente, Raúl Leoni, debía transmitirle el mando. Es por eso y en virtud del Pacto de Punto Fijo, que las dos grandes fuerzas políticas de la época, AD y Copei, se acordaron para elegir a Pérez Díaz en el Senado y a Jorge Dáger en la Cámara de Diputados.

Le tocó entonces a Pérez Díaz organizar la transmisión de mando de Leoni a Caldera, como anfitrión institucional ya que la usanza de la época era que con el Congreso de escenario, el mandatario saliente se quitaba la banda y él mismo se la colocaba al entrante. El Negro entonces se puso manos a la obra para organizar todo. La primera reunión fue con su compadre. Y allí fue que Caldera le comunicó lo siguiente: -Negro, toma las medidas necesarias pero a mi la banda tricolor me la vas a poner tu mismo y no voy a usar la banda de Leoni!

De esa reunión salió con el dolor de cabeza que narramos en el inicio del relato…y se fue a casa a pensar. Al día siguiente acudió a La Casona a hablar con el Presidente saliente. Después de mucho pensarlo, se le ocurrió decirle lo siguiente: -Presidente Leoni, con base en nuestra vieja amistad y tomando en consideración que Rafael y yo hemos trabajado juntos por décadas para lograr su presidencia, con mucha pena le quiero pedir un favor: me concedería el gran honor de ponerle yo la banda presidencial a mi compadre? A Leoni se le iluminó la cara como a quien se le quita un peso de encima y rápidamente le dijo: -Con mucho gusto Negro, para mi será un placer que tu lo hagas. De allí salió Pérez Díaz a jugar unas líneas del deporte del cual era campeón, bowling. Lo hizo sintiéndose ligerito. Ahora el problema sería lograr que las monjitas que se encargaban de tejer a mano las bandas presidenciales lo hicieran en tiempo récord.

Al día siguiente amaneció visitando el convento de las tejedoras. -Madre superiora le pido su colaboración porque aunque normalmente el presidente saliente le pone su banda al entrante mientras ustedes hacen la nueva a la medida, en este caso el saliente debería llevársela de recuerdo, le dijo. La monja arrugó la cara se paró a hacer una consulta y regresó con otra monja pequeña y encorvada. -Dr Pérez Díaz, cuándo es la toma de posesión del nuevo Presidente? -En dos semanas, contestó apresuradamente JAPED. -Caramba nos pone en un gran aprieto porque como todo ese trabajo se hace a mano y a la medida normalmente toma un mes hacerla. Pero aquí la tejedora principal dice que conoce a su padre porque también es de Maracay y que por ello se esmerará en hacerla en tan corto tiempo. Cuente con eso. Mañana mismo podemos tomarle las medidas al Dr Caldera. Y así se hizo.
Solo quedaba por resolver un entuerto: el Negro temía que Leoni tomara como un desaire el hecho de que Caldera no aceptara usar su misma banda. Mientras se tomaba un café y prendía su cigarrito de rigor…pensó que algo se le ocurriría.

Y llegó el día de la toma de posesión de Rafael Antonio Caldera Rodríguez el 11 de marzo de 1969. JAPED tenía todo milimétricamente preparado. Instalada la sesión y teniendo a Leoni y Caldera a ambos lados, Pérez Díaz se lanzó una de sus discursos más recordados: -Despido al Presidente Leoni con el blanco caracolear de mi pañuelo y recibo al nuevo Presidente Caldera con el verde emocionado de mi bandera. Grandes aplausos y entonces procedió a terciar la banda tricolor en el pecho del nuevo Presidente. Ambos, Leoni y Caldera estaban expectantes por el momento y el cambio de usanza que aquello envolvía. Raúl Leoni se quitó su banda con la ayuda de Pérez Díaz. El Negro volteó hacia su compadre y en ese momento y a la vista de todo el mundo, hizo como si se le cayera la banda. Se agachó y solo Caldera se percató de que debajo del podio presidencial, muy cerca de donde había caído la banda de Leoni…estaba la nueva banda hecha a la medida de Don Rafa. JAPED acomodó la vieja y tomó la nueva, se paró y la colocó a su compadre en medio del aplauso general. Al día siguiente Leoni recibió su banda en un sobre de manila enviada con mucho cariño y admiración por parte del Presidente del Congreso.

Muy pocos se percataron de este episodio pero allí, con mucha zamarrería se evitaron desaires y fricciones innecesarios entre dos grandes de la historia. Raúl Leoni, el humilde hijo de capataz de hacienda que había llegado a presidente y construido una familia modélica, por una parte y el brillante, admirable y constante Rafael Caldera, el académico famoso que finalmente había ganado una posición para la cual muchos le creían predestinado. Por cierto, ambos Presidentes fueron expuestos en sus exequias con sus respectivas bandas tricolor.

Sin embargo, quien realmente se lució ese día fue uno de los mejores hombres que conocí en mi vida, el primer secretario general de Copei, el poeta que sirvió siempre de balanza y contrapeso en su partido: el Negro Pérez Díaz. Por algo conservó el acta fundacional de Copei en su poder hasta que en sus días finales se lo entregó en custodia a su hija Nitu con el ruego de no confiárselo a ninguna de las facciones en pugna hasta que no hubiese unidad…cosa que aún hoy no es posible.

Pero eso es otra historia…

Vladimir Petit Medina

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