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Historias del Copei que conocí (V). ¿Cuánto costó al país la curul de Henrique Capriles?, por Vladimir Petit Medina

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-¿Qué fue Petit? Cómo estáis?, me preguntó quien para mí era uno de los más respetados dirigentes juveniles copeyanos del Zulia aunque jamás hubiésemos coincidido en la misma línea partidista. –Épale, Juan Pablo Guanipa…está a punto de comenzar el comité nacional de Copei de hoy… pero dime… te escucho, le contesté un poco apremiado.-Necesito tu apoyo. Aquí hicieron una cosa intolerable con la lista de candidatos a diputados al congreso: me bajaron a la lista regional para poner en mi puesto nacional, por el 33% del Copei central, a un desconocido en el estado, un tipo que nunca ha venido al Zulia y todo porque su familia donó a Donald Ramírez un dinero para la campaña. Yo ando como una mapanare. Te pido que me ayudéis… insistió.-¡Cuenta conmigo! Pero necesito más información: ¿de quién se trata?, indagué.-Un tipo que se llama Henrique Capriles, ripostó lacónicamente.         -¿Henrique Capriles… Radonski? ¿El abogado de la UCAB?… precisé. -¿Vos conocéis a ese tipo?, me atajó enseguida. – Caramba… sí… ¿pero cómo llegó a esa lista?, insistí. -Averiguá bien vos porque aquí supimos de él solo por lo que se filtró de la lista. Nunca habíamos escuchado nada de ese tipo.

Mi cara de sorpresa llamó la atención de mi suegro que entraba en la sala en ese momento. José Antonio Pérez Díaz, primer secretario general de Copei y miembro de pleno derecho del comité nacional se acercó:-Mira mijo, ¿pasa algo? -Caramba Negro… no vas a creer lo que me acaban de contar… y le expliqué. Ahora el de la mala cara era él. -¡Eso no puede estar pasando en este partido! ¡No señor!, afirmó tajantemente mientras movía el dedo de su mano derecha en señal de desaprobación. En ese mismo momento ingresó al salón del comité el Zuliano mayor, Oswaldo Álvarez Paz. Le pedí que se acercara y le dije: -Oswaldo no vas a creer lo que está pasando pero mejor es que te lo cuente el propio Juan Pablo Guanipa. Deja te lo llamo, le dije. Los conecté mientras comencé mi cabildeo con los otros miembros del comité. Me senté con los organismos funcionales que ahora estaban agrupados en algo que llamábamos el sindicato, cuando se acercó OAP muy molesto después de colgar la llamada -¿Qué han pensado hacer para parar esto? me preguntó directamente, pero quien contestó fue JAPED que estaba cerca y le dijo: -Yo mismo voy a plantear este asunto de primero. ¡No podemos dejar que esto pase! Mientras esto acontecía, el secretario general del partido, Donald Ramírez, no nos perdía el rastro. Su mirada nos acompañó el resto de la jornada. Así se dio inicio a aquel comité nacional de julio de 1998. Cuando llegamos al punto de la maqueta de diputados del estado Zulia y la leyó el buen amigo Eduardo Martínez, Pérez Díaz pidió la palabra: -Donald…cómo llegó este joven Capriles a esa lista si ni siquiera lo conocen en el estado Zulia? El secretario general de Copei tragó fuerte y trató de explicar el asunto pidiendo la ayuda de la comisión de planchas. Allí reconocieron que el primo y familia de Capriles habían hecho grandes contribuciones a la campaña, ya distribuidas entre la campaña regional y nacional, pero además ¨el joven había impresionado por su potencial y la comisión de planchas tuvo la iniciativa de incluirlo¨. Ripostó JAPED: -Esa no es la información que tengo. Y mira mijo: en este partido nunca se ha vendido un puesto de diputado ¡Hemos hecho acuerdos con bloques, hemos tenido grupos aliados… pero asignar un puesto a cambio de contribuciones dinerarias, nunca! ¡Eso no puede ser! Seguimos en la palabra y actitud crítica OAP, este servidor y varios más. En un momento de mi intervención alguien dijo una cifra que nos dejó en silencio: ¡$150.000! Quien la dijo me pidió omitir su nombre hoy, pero en privado ratificó que ese había sido el monto del aporte inicial de acuerdo a su información. Yo nunca ví prueba alguna de ello. 

Una historia que explica lo relatado.

Durante 36 años fui profesor de la Escuela de Derecho de la UCAB en la cátedra Teoría General del Proceso. Como todo profesor de tantos años hay dos tipos de estudiante que no se olvidan: los muy buenos y los muy malos. El joven Capriles no era de los primeros pero si muy entrador. Por eso mi asombro al recibir la llamada de Guanipa ya que nunca le vi interés en participar en la vida política. Le conocía y después de 10 años en el Comité Nacional, 5 como secretario nacional juvenil y 5 como miembro principal electo uninominalmente, jamás le vi por todo aquello. De allí que entendía muy bien las reservas al respecto del siempre trabajador Guanipa.

El secretario general de Copei de aquel momento era Donald Ramírez, quien arrancó como jefe de la JRC y construyó numerosos lazos regionales durante décadas. Evidentemente, su entidad no era como para ser la contrafigura de Caldera II. Poco después de su elección vaticiné que con él se aceleraría el ocaso del otrora gran partido socialcristiano. Testigos de excepción de esta afirmación son mi querido compadre Lancianese y mis entrañables amigos, los hermanos Da Silva de Macuto. Lamentablemente…tuvimos razón.

El país en 1998 sucumbió al encanto de Chávez aunque garantizó, al menos, cierto equilibrio en la cámara de diputados. De suerte que si en algún escenario era importante tener experticia política era en ese.

Pues bien, en aquel inolvidable comité nacional perdimos 19 a 18. Creo que ese fue el día clave de la debacle copeyana.

Capriles fue diputado pero su curul fue la más costosa de la historia en términos de respetabilidad de los partidos como tales, la calidad del liderazgo que los comandaba y la autoridad moral de los implicados. Nada más y nada menos. Para mí este episodio confirmaba el claro declive de estas organizaciones, especialmente de la mía. Ese día decidí dejar la política y renunciar al comité nacional como se lo comuniqué a mi familia esa misma noche e hice efectivo en enero de 1999. Para mí, que había sido dirigente estudiantil por 5 años, dirigente de la JRC y JUDCA a lo largo de otros 10 años, era inadmisible continuar donde este tipo de cosas podían pasar. Independientemente de las cualidades de Capriles, la forma de su ingreso a la política era un pésimo ejemplo para las generaciones siguientes. Y lo que mal iniciaba, mal terminaría.

Sin embargo, faltaba algo peor.

Al momento de instalarse el congreso se dio el chance de que la oposición a Chávez conservara el control de la Cámara de Diputados. AD, Copei y los otros sumaban votos importantes pero faltaban los de Salas Romer quien anunció que sólo votaría por un diputado que no fuese parte de la vieja guardia y escogió personalmente a Capriles. O él o nadie. Y así, por un golpe de suerte adicional, el que había llegado de forma cuestionable fue premiado con una presidencia de cámara inmerecida y para la cual nunca se había preparado. Poco después sus ejecutorias permitieron el avance del chavismo en el legislativo hasta conquistarlo totalmente. Fue sumamente débil ante Chávez y además se confesó admirador de Lula Da Silva, una de las bases fundamentales del Foro de Sao Paulo.

Al salir de allí y en medio del enamoramiento que despertaba su joven figura así como un marketing bien planificado, aspiró a la Alcaldía de Baruta. Le acompañó como candidato a concejal en su fórmula mi gran amigo Pedro Pablo Fernández, quien le pidió a Nitu que el cierre de campaña de Capriles fuese una entrevista con ella en Yo Prometo, programa político en la Globovisión de la época. Pérez Osuna le advirtió que con gusto le entrevistaría pero que se preparara para contar al aire cómo había logrado aquella diputación controvertida. -Perucho… él sabe que yo sé… le mandó a decir. El día pautado Capriles no apareció. La dejó esperando. Años después, cuando Capriles estaba en clandestinidad, acompañé a Nitu a entrevistarle donde estaba escondido. El punto no se tocó entonces por elemental diplomacia para con el perseguido… pero quedó pendiente.

En mi caso particular, el destino fue muy cruel. No solo me tocó tragar duro y votar dos veces por Capriles como candidato presidencial opositor, sino que como vecino de Altamira me correspondía votarle como candidato unitario a gobernador del estado Miranda en dos oportunidades. Confieso que no pude con su candidatura regional. Así que al igual que hice cuando Arias Cárdenas fue candidato presidencial opositor, terminé votando nulo porque no podía respaldar a quienes representaban lo que nunca debía hacerse en política.

Hoy, 25 años después, dejo constancia de lo sucedido con este relato. Los hechos son reales. Los protagonistas saben que la historia es exacta y que conservo prueba de ello aunque aspiro no tener que usarla.

Con el tiempo, mis peores temores sobre el desempeño del joven Capriles quedaron confirmados aunque ahora la gente si descubrió su verdadera esencia. Gracias a dios. Y curiosamente, es rehén de su propio discurso original. Bastante criticó a Caldera por ¨eterno protagonismo¨. Bastante se burló de las generaciones anteriores a la suya porque ya entonces usaban anteojos y pisaban los 40´s. Hoy él pinta canas, usa lentes permanentes y tiene 51 primaveras…pero 25 años y dos frustradas candidaturas presidenciales después, todavía quiere el poder… pero esta vez… como que no hay quien se lo venda.

Pero esa es otra historia.

@vladimirpetit

@vladimirpetitmedina

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