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Es lo que es

La caminante venezolana que vende empanadas en las calles de Nueva York

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Carla Castillo despierta todos los días muy temprano, asegura su jornada productiva con una taza de café y se pone “manos a la obra” para preparar entre 30 a 100 empanadas. Se viste de optimismo y sale con una gran sonrisa a recorrer las calles de la “Gran Manzana” donde la esperan aquellos que han probado sus delicias o los que se animan a degustar por primera vez. Pero detrás de esta ardua faena está su esposo, una pieza invaluable que la respalda en todo el proceso.

Por: Elizabeth Gutiérrez – La Patilla

A sus 25 años, ha enfrentado retos que muchos no se atreverían a asumir. Le tocó vivir dentro de un carro cuando estaba embarazada y su pareja perdió el empleo un día antes de que ella diera a luz. Pese a las dificultades que sufrió como migrante, encontró en la gastronomía una forma de expresar su identidad. Más que una venezolana que hoy convulsiona las redes sociales es un ejemplo de superación, humildad y trabajo honrado. La Patilla se unió a la ruta de “la caminante” de El Bronx para conocer su inspiradora historia.

Carla Daniela Castillo Álvarez es una caraqueña que a temprana edad sintió una vocación por la cocina. En Venezuela, estudiaba para ser chef y ayudaba a su madre a cuidar a su hermana menor. Sin embargo, a los 17 años decidió dejar atrás a su familia y emprender un viaje incierto hacia Estados Unidos, en la búsqueda de un mejor futuro.

“No fue fácil tampoco salir del país. Créeme que fue un proceso todo lo de la visa, mientras mi papá reunía el dinero para poder salir del país. De verdad que fue todo un gran proceso, no es como la gente cree que fue de un día a otro”, reveló.

Juntos por un sueño

Al llegar a Nueva York, Carla se encontró en una ciudad cosmopolita, diversa y competitiva, donde tuvo que adaptarse a una cultura diferente, con un universo de posibilidades por delante y la mirada puesta en su mayor motivación para emprender: su familia.

“Mi hija y mi esposo. Ellos son mi mayor motivación, mi más grande empujoncito al salir a la calle todos los días”, dijo Carla, quien confesó que su rutina diaria no es tarea sencilla. “Soy mamá y esposa. Mi esposo y yo nos turnamos en cuidar a la bebé y ser puntual en las horas de vender, preparar los aliños, freír, limpiar, amamantar, cocinar. El tiempo pasa volando”.

Lea la nota completa siguiendo este enlace a La Patilla

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