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Rómulo Betancourt me dio el más grande susto de mi vida, por Héctor Alonso López

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La vida puede ser muy larga o corta, pero un instante de ella, puede durar para siempre.
Ofrecí escribir este capítulo especial de mi relación con Rómulo Betancourt ahora cuando celebramos los 116 años de su nacimiento. Lo considero un capítulo especial en la relación con el líder más importante del siglo XX , fundador de AD, presidente de la Junta Revolucionaria consecuencia del 18 de octubre de 1945 y Presidente electo en 1958.

Deben suponer mi orgullo, personal y político, por haber conocido a tamaña figura histórica, por lo que, para compartir con quienes me leen, me obliga el imperativo de la rigurosidad histórica a darle el contexto correcto y creíble a lo que voy a narrar.

Mi elección como Secretario Juvenil Nacional de AD significó un inmenso reto político. Vivíamos cambios políticos en el país y el mundo. No podíamos quedarnos en la saga. Mi primera tarea fue insertar de nuevo a la juventud de AD en el concierto de la política internacional pues, a consecuencia de la división de AD, fuimos expulsados de la IUSY, organismo internacional de la juventud donde estaba afiliada la determinante mayoría de los partidos socialdemócratas de América Latina y Europa. Una organización más europeísta que latinoamericanista. A la organización volvimos cuando reclamamos nuestros derechos durante un viaje a Bruselas, asesorado por mis amigos veteranos de la juventud, Humberto Celli y Rafael Camacho Michelangeli, y como nuestro traductor teníamos al también amigo, Dr. Álvaro Vilacha Anzola.

Logrado así nuestro objetivo, iniciamos la tarea de recuperar los espacios perdidos entre los jóvenes. El primer reto fue en la UCV con las elecciones estudiantiles. En 1974, ante una eventual división de mis compañeros, me tocó asumir la riesgosa tarea de competir por la Presidencia de la Federación de Centros (FEUCV). El temor por mi participación me lo manifestó el propio Secretario General Nacional, Dr Octavio Lepage. Me advirtió: «estás arriesgando mucho con esa candidatura. Eres el líder de los jóvenes de AD y recién te juramentas por primera vez como diputado al Congreso de la República. Podríamos quedar expuestos», reiteró Lepage.
Competimos y del ultimo lugar que habitualmente ocupábamos, pasamos a obtener la Vicepresidencia de la Federación, habiendo luchado muy cerca por la victoria que finalmente obtuvo mi amigo Alexis Ortiz, quien era candidato del MAS.

En la Universidad, al conocer a sus líderes y su movimiento de estudiantes, no dudé en que se vislumbraban cambios. Un buen día tuve una larga conversación con quién despuntaba como el más importante lider de la UCV: Pastor Heydra. En esa conversación surgió el compromiso de lograr la reconciliación del movimiento estudiantil venezolano con el Presidente Carlos Andrés Pérez. Se reunieron Pastor y CAP, y así se acordó la realización de la visita de 500 dirigentes universitarios, de todo el país, al propio Palacio de Miraflores, para entrevistarse ya no con el otrora «Ministro Policía», sino con un Presidente democrático. Ese evento es irrepetible por lo exitoso en todos los aspectos. Muchos logros y muchas reivindicaciones restañaron las «heridas»; pero en mi memoria se agolpan las imágenes inolvidables de la inauguración de las residencias estudiantiles de la ULA, las más modernas de América Latina, ubicadas en la Urb. Santa Anita de la ciudad de Mérida. Ese día todos los ex Presidentes de la Federación de Centros de la ULA estuvieron presentes y hablaron… Carlos Castillo y Macario González, entre los que recupera mi memoria.

En los tiempos por venir, nuestra actividad internacional era muy dinámica y abundante. En una reunión del Comité de la IUSY, en el que cumplía el cargo de Vice Presidente, tomaron la decisión de instruir a sus miembros para que participaran en la realización del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Todos sabíamos que el Festival siempre era organizado por la juventud comunista, pero en esta oportunidad sería la primera vez que lo realizarían en América y la sede escogida fue Cuba. Yo sabía dónde y cómo era la sede. Cuando fui candidato en la UCV, recibí una invitación hecha por el órgano periodístico Juventud Rebelde, todo el mundo lo supo. Y en enero de1975 un grupo de jóvenes, todos de AD, nos fuimos a atender la invitación. Estuvimos 15 días. Recorrimos todos los sitios deseados. Y nadie nos podrá negar que frente a lo que vimos y conversamos, casualmente con jóvenes como nosotros, nos reafirmabamos en la creencia de las bondades de nuestro sistema de libertades democráticas. El último día de nuestra visita, antes de salir para el «Tropicana», se presentó en mi habitación el Comandante Fidel Castro. No esperábamos esa visita. Conversamos una hora. Había llegado a visitarnos un osado seductor, sin dudas. Testigos presenciales son Alfredo Carrasco, Luis Matos, Julio y Henry Camino, Eleazar Suárez, Luis Sandoval y Luis «el Chino» Arteaga. Julio Camino, como buen periodista, disparó todos los rollos de fotografía disponibles. Al concluir la vista, un escolta de Castro le dijo: «si quieres, dame los rollos y mañana tendrán, antes de partir, las fotos ya reveladas». «Ok, está bien», dijo Julio. Y las fotos nunca las entregaron.

Pasó un tiempo y en Caracas comenzamos a organizar el Comité Organizador del Festival Mundial. Allí estábamos todos los Secretarios Juveniles de todos los partidos políticos venezolanos. Por mi parte, había informado a Luis Piñerua Ordaz, Secretario General Nacional de AD, de la decisión del Comité Ejecutivo de IUSY donde nos instaban a participar en el Festival. Piñerua le dió el visto bueno en mi presentación de cuenta. En medio de las tareas preparatorias, tuve que cumplir con un compromiso internacional en Milán, Italia.

Al segundo día del evento, estando en el albergue, recibí a altas horas de la noche una llamada de Andrés Eloy Parra, quien había quedado encargado de la Secretaria Juvenil durante mi ausencia. Andrés Eloy comenzó la conversación preguntándome: «¿estás parado o sentado?». «¿Para qué? De todas maneras ya estoy acostado», le respondí. «Bueno, te tengo malas noticias.» «Pero, dime ¿qué pasó?». Me suelta la bomba: «¡Rómulo Betancourt ha pedido al CEN medidas disciplinarias contra ti!». «¿Contra mí? ¿por qué?». «Por el viaje al Festival Mundial de la Habana», me explicó. «¡Dios mío, no puede ser!». Se me bajó la tensión y sufrí el más largo y terrible insomnio de mi vida. No podía creer que estaba en la boca y pluma del más grande líder de la historia de AD. No podía imaginar qué pudiera estar pasando para que se pudiera pretender una confrontación entre David y Goliat. Yo sentía que cualquiera que fuese la controversia con un gigante como él, sin duda sería mi final en AD. Pasaron los días y la prensa mantenía los titulares en primera página. Los noticieros de TV no dejaban de mencionar el asunto. Solo me enteraba por Andrés Eloy de lo que ocurría. De Milán me fui a Madrid, donde me esperaba el líder de los jóvenes del PSOE. Habían pasado 15 días y no cesaba el escándalo. Por los pasillos comenzaron a rodar todos los comentarios posibles.

Decidí volver a Caracas. En el aeropuerto, unos centenares de jóvenes me esperaban. Recuerdo que la aeromoza del avión me localizó entre los pasajeros y me pidió que desembarcara de primero. Al abrirse la escarelilla comprendí todo. Era el viejo aeropuerto, todos estaríamos en la pista y se podría formar un revuelo mucho mayor. Salí de primero del avión para así dejar salir al resto de pasajeros, pues mis compañeros estaban todos amontonados alrededor de la escalerilla. De inmediato me entregó Nelson Peña el mensaje de CAP: que no declarara nada y que me fuera directo a La Casona. Allí, CAP y yo, repasamos lo que estaba ocurriendo. Mi deseo de llevar jóvenes de mi país tenía por objeto que defendieran, con orgullo, las banderas de la nacionalización del hierro y el petróleo. Esa era nuestra revolución pacífica.
CAP me dijo: «este asunto ya no va a continuar. Luis Piñerua le dió satisfactorias explicaciones a Rómulo y tú no debes declarar a los medios.» Todo terminó con el retiro de la carta de Rómulo y con nuestra promesa de no asistir al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.

Muchas interpretaciones pueden surgir de estos episodios políticos. Precisamente un gran amigo, el Dr. Jorge Ramos Guerra, ha escrito un ensayo inedito sobre su percepción de este acontecimiento tan peculiar que jamás podía pensar me ocurriera. Nunca me hubiera buscado un conflicto de esa dimensión y, ¡menos aún!, un conflicto con Rómulo Betancourt. ¡Qué paradójico es haber tenido de contrafigura al más grande de todos los tiempos! Pero me honra, a pesar del peor susto de mi vida, tener el privilegio de haber estado ahí.

No fue Rómulo el que me expulsó de AD.

Hoy, solo con mis convicciones, haciendo honor al legado de Rómulo, y agradeciéndole por haberme tenido 15 días consecutivos bajo el escrutinio de la opinión pública, a él, a Rómulo, le debo que mi nombre se haya instalado en la memoria de muchos ciudadanos de la época, para bien o para mal.

Héctor Alonso López
Viernes, 23 de febrero de 2024

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