Por morfema.press

La ONG Alerta Venezuela ha publicado en su portal web su posición sobre la reciente visita de representantes del gobierno de EEUU al gobierno de Maduro y de la reunión de la ONG Foro Cívico en el Palacio de Miraflores

En el curso de los últimos 30 días se han producido dos hechos en la escena política venezolana que resultaban impensables meses atrás. Una visita a Caracas de representantes de alto nivel del gobierno de Joe Biden y una reunión entre Maduro y miembros de la ONG Foro Cívico, que agrupa a su vez a representantes de otras organizaciones. ¿Se trata de señales esperanzadoras hacia los cambios que requiere el país?

A continuación se brindan algunos elementos para la reflexión.

El primer encuentro llevaba un mandato de Washington, aunque los detalles no hayan trascendido a la opinión pública. La segunda cita no fue producto de ninguna estrategia previa por parte de los convocados, quienes, según su propia y tardía explicación 6 días más tarde, acudieron a título personal porque no tuvieron tiempo de consultar con las organizaciones que los agrupan en el Foro Cívico.

La reunión de los 11 miembros del Foro Cívico fue seguida por un segundo encuentro en Miraflores y por una carta al presidente Biden suscrita por 25 personas. No es claro si el segundo encuentro y la carta también se hicieron a título personal o si fueron producto de una consulta; sin embargo, las reacciones despertadas indican que, de nuevo, prevalecieron decisiones individuales.

Por declaraciones posteriores de voceros de la Casa Blanca, queda claro que una de las motivaciones de Biden para enviar una delegación de alto nivel a Caracas se enmarca en el tema de la seguridad energética. Que EEUU quiera recuperar un proveedor confiable no es cuestionable. Lo que preocupa, sin embargo, es que un posible restablecimiento de intercambio comercial basado en petróleo se haga en el vacío.

La liberación de dos ciudadanos estadounidenses, incluido uno de los seis exdirectivos de la empresa petrolera Citgo, solo puede interpretarse como una mínima señal, que se asemeja más a una liberación de rehenes, sin que represente un cambio significativo en el desempeño en materia de derechos humanos por parte de quienes detentan el poder en Venezuela.

El origen de las sanciones individuales

Cabe recordar que fue este comportamiento negativo en derechos humanos y el quiebre de la institucionalidad democrática lo que dio lugar al inicio de un conjunto de sanciones individuales contra diversos representantes del gobierno de Maduro, seguidas por otras, a nuestro juicio cuestionables, sanciones genéricas.

En tal sentido, el levantamiento de algunas sanciones genéricas (nunca las individuales) y el restablecimiento de las exportaciones de petróleo a EEUU no pueden dejar de lado los motivos que generaron tales medidas.

Por otra parte, la perspectiva de Venezuela como proveedor confiable no se logrará en el corto plazo, aun si se instalara en el país un grupo de empresas extranjeras ávidas de invertir en la exploración y explotación petrolera en Venezuela. Desde los despidos masivos y televisados de los altos ejecutivos de la Petróleos de Venezuela (PDVSA), protagonizado por Hugo Chávez hace exactamente 20 años, el desmantelamiento de la principal industria del país no ha cesado.

Los vicios, corrupción e incompetencia acumulados permiten afirmar que sería más fácil comenzar una industria petrolera desde cero, que reconstruir lo que queda de PDVSA.

Encuentros polémicos

En cuanto a los dos encuentros y la carta de actores a título individual, la confusión, el desconcierto y la polémica han sido enormes, seguramente por tratarse de iniciativas de personas que no actuaron como parte de un consenso previamente construido.

La falta de consulta e improvisación resultan imperdonables en el escenario político, sin embargo, resulta aún más preocupante lo que deja de decirse, que lo que se dice. La carta entregada a Maduro se queda en planteamientos genéricos, sin exigencias concretas.

La carta a Biden no hace ninguna referencia a los derechos humanos, ni establece un marco de condiciones para el levantamiento de las sanciones. Sin discurso ni estrategia de derechos humanos, cualquier diálogo es improductivo.

En el contexto del surgimiento de burbujas económicas, preocupa que la -poco viable- reapertura del mercado petrolero y el levantamiento de las sanciones se negocien sin condiciones que aseguren que estas iniciativas no se conviertan en concesiones unilaterales.

Levantar sanciones genéricas y reabrir el mercado petrolero puede servir para seguir enriqueciendo a unos pocos o para generar bienestar para la población; son dos resultados diferentes de la misma acción.

Burbujas políticas

Además, Venezuela parece estar transitando hacia negociaciones que pueden conducir a la generación de burbujas políticas, con participación de un sector de la sociedad civil. De esta manera, se ha impulsado la incorporación de personas no cercanas al chavismo en las direcciones del Consejo Nacional Electoral y del Tribunal Supremo de Justicia.

Sin embargo, estos procesos han avanzado sin cuestionamientos sobre los problemas de fondo de la democracia y el estado de Derecho.

Es necesario advertir que, así como las burbujas económicas no generan bienestar, las burbujas políticas no recuperan la gobernabilidad democrática y menos cuando estas burbujas se negocian, paradójicamente, en el peor momento de cierre de espacios cívicos en el país.

Cualquier negociación en los terrenos económico y político debe partir de la exigencia de señales claras de buena fe por parte de quienes detentan el poder.

Hasta ahora, solo se observa a un gobierno que fija demandas, sin asomar concesiones y unas contrapartes que poco o nada han exigido a cambio.