Morfema Press

Es lo que es

Antonio de la Cruz Citgo

Por Antonio de la Cruz

A medida que se aproxima la elección presidencial en Venezuela, la tensión en el ambiente político se intensifica, revelando claros indicios de que el régimen de Nicolás Maduro no tiene la intención de ceder el poder pacíficamente. Se han tomado acciones contra los seguidores de María Corina Machado y se han lanzado ataques de descrédito contra el candidato opositor y los dirigentes de las fuerzas democráticas.

En este contexto político, la venta forzosa de la compañía petrolera CITGO —un activo estratégico para la economía y la geopolítica de Venezuela— por parte de una corte federal estadounidense, antes de las elecciones presidenciales del 28 de julio, favorecería al régimen bolivariano. Esto sirve para desarrollar una narrativa que cuestiona no solo la legalidad internacional, sino también la legitimidad y el patriotismo venezolano. El relato del «robo» de CITGO por parte del imperialismo yanqui, bajo la mirada de los dirigentes de la oposición venezolana, buscaría resaltar el nacionalismo dentro de la fuerza armada y las bases chavistas que hoy no apoyan a «Super Bigote» para su reelección.

La corte federal de Delaware ha estado aceptando ofertas vinculantes para acciones en la empresa CITGO Petroleum como parte de un caso que involucra a 18 acreedores que buscan compensación por expropiaciones realizadas e incumplimientos de pago de deuda durante la administración Chávez-Maduro. Las reclamaciones totales ascienden a 21.300 millones de dólares.

En el relato del “robo”, la Banda de los Cinco etiqueta a varios dirigentes de la oposición —Leopoldo López, Juan Guaidó, Julio Borges y la casta de apellidos— como «neofascistas», adoptando un tono de confrontación ideológica extrema que trasciende la mera arena política para tocar la fibra de la identidad nacional y la soberanía.

Además, el señalamiento de los implicados como “traidores a la patria” es una de las acusaciones más graves que se pueden hacer en cualquier contexto político. Esto no solo busca judicializar a los individuos, sino también enviar un mensaje claro sobre las consecuencias de colaborar con fuerzas que el régimen de Maduro considera hostiles.

Las apropiaciones durante el gobierno de Hugo Chávez han dejado una estela de deudas internacionales que han resultado en numerosos juicios en Estados Unidos, especialmente contra PDVSA y la República de Venezuela. Estas deudas no son solo cifras en los libros contables; representan compromisos no cumplidos que han complicado la relación entre el Estado y sus acreedores internacionales, colocando al país con una calificación de alto riesgo en los mercados financieros globales.

El próximo 15 de julio, se llevará a cabo una audiencia pública en el Tribunal de Delaware para determinar el ganador del proceso de subasta de las acciones de PDV Holding, dueña de CITGO. Con las ofertas finales recibidas la semana pasada, el resultado de esta audiencia podría sellar el destino de la filial de PDVSA en Estados Unidos y, por ende, influir en el panorama político venezolano.

El impacto político de esta subasta, que permite ofertas de crédito, no puede subestimarse. Mientras la atención de los medios se centra en CITGO, el régimen de Maduro utiliza la narrativa del “ROBO” a su favor, presentando a la oposición como incapaz de proteger los intereses nacionales. Esta posverdad buscaría consolidar su base y desviar la atención de la baja popularidad de Maduro.

En consecuencia, el régimen propone la movilización de un movimiento de unión nacional para defender CITGO, representando la lucha más amplia de Venezuela por mantener control sobre sus activos en el extranjero, que son vistos no solo como recursos económicos, sino como partes integrales del patrimonio nacional. Esta perspectiva subraya la narrativa de resistencia contra lo que perciben como intervenciones imperialistas y la traición por parte de la oposición.

Sin embargo, es todo lo contrario. Desde enero de 2019, las administraciones estadounidenses han reconocido a la Asamblea Nacional de Venezuela y a sus presidentes, Juan Guaidó y Dinorah Figuera, como los legítimos representantes del pueblo venezolano. Para mantener el control venezolano sobre CITGO, en octubre de 2019, el gobierno de Trump tomó la decisión política de protegerla de ser embargada por acreedores —los tenedores de los bonos PDVSA 2020, resultantes de la operación swap del bono PDVSA 2017 bajo la administración de Maduro—.

Una medida que, aunque temporal, ha permitido el dominio venezolano sobre la empresa. Sin embargo, la protección no es una solución a largo plazo y pone de manifiesto la precaria situación financiera del régimen de Maduro por el saqueo del país, cuya deuda externa total excede en más de quince veces el valor estimado de CITGO (11 mil millones a 13 mil millones de dólares).

Desde que la nueva administración de PDV Holding, nombrada por el interinato, asumió la administración de CITGO, inició una serie de reformas para sanear la gestión de la PDVSA roja, rojita marcada por la corrupción y la mala gestión. La compañía ha sido rentable, generando 4.800 millones de dólares en ganancias netas durante los últimos dos años y procesa hasta 807.000 barriles de petróleo por día.

A pesar de estos esfuerzos, la espada de Damocles sigue pendiente sobre la empresa, con la amenaza de que pueda ser subastada para pagar a los acreedores si se mantiene la independencia del poder judicial.

Por lo tanto, el futuro de CITGO y su control es incierto. La administración de Biden ha continuado protegiendo a CITGO. Una comunicación del Fiscal General y el Secretario de Estado de Estados Unidos podría retrasar la audiencia final y evitar que la subasta se convierta en una narrativa en la campaña electoral presidencial.

A tal punto que serviría para que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana rechace un supuesto «entreguismo» al imperialismo, proclamando el amor por la patria y reforzando el marco de defensa nacional y soberanía. Lo que permitiría una alineación militar con el actual régimen, crucial para seguir en Miraflores.

En conclusión, el caso de CITGO no es solo una cuestión de activos y legalidades. Representa una oportunidad para la administración Biden de apoyar a la oposición democrática. Las decisiones tomadas en Washington, Caracas y en las cortes de Estados Unidos tendrán repercusiones no solo para los balances de CITGO, sino para el pueblo venezolano y su futuro económico y político. La situación de CITGO demuestra que en la geopolítica moderna, los activos económicos son tanto herramientas de negociación como de influencia, y su manejo requiere una mezcla delicada de astucia política y prudencia económica. Es vital que la administración Biden y las decisiones judiciales consideren estas implicaciones y busquen posponer la subasta del mayor activo estratégico para la economía y la geopolítica de Venezuela en el exterior. 

Si hubiese sido por el régimen de Maduro, CITGO no estaría en manos de los venezolanos. Los dueños serían los tenedores del bono PDVSA 2020 desde hace 5 años. 

Por Antonio de la Cruz

El chavismo-madurismo ha usado Pdvsa para sus fines políticos y sociales, para lo que ha dictado leyes y decretos que la obligan a adoptar conductas alineadas con sus objetivos

La relación de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro con la estatal petrolera venezolana Pdvsa, desde el 2000 hasta el presente, ha sido desvalijar “la gallina de los huevos de oro” que permitió transformar el país rural-enfermo en uno urbanizado-moderno, con una clase media importante el siglo pasado. En consecuencia, Pdvsa ha sido un botín de miles de millones de dólares a repartir entre la élite y aliados internacionales de la “robolución” bolivariana. 

Según el medio de comunicación venezolano ArmandoInfo, el monto que “dispuso Chávez fue de 56.000 millones de dólares  por la vía de decenas de fondos que creó con total discrecionalidad y sin contraloría entre 1999 y 2012”. Y, de acuerdo con la agencia de noticias Reuters, entre los años 2020 y 2022, 21.200 millones de dólares fueron saqueados a la estatal petrolera venezolana -“84% del valor total de los envíos facturados por Pdvsa”-, durante ese período. 

Las 19 refinerías de Pdvsa repartidas entre Estados Unidos, el Caribe, Alemania, Suecia, Be?lgica y el Reino Unido -adquiridas bajo la política de internacionalización de Petróleos de Venezuela entre 1982 y 1996-, que recibían las exportaciones de crudo venezolano, eran un obstáculo para el propósito de Chávez y Maduro. Por lo que había que salir de estos negocios al regirse por las leyes de los respectivos países.  

Chávez vendió la gran mayoría de los activos. Por su parte, Maduro remató algunas refinerías e hipotecó Citgo mediante el bono Pdvsa 2020 que representa 50,1% de las acciones (3.367.529.000 dólares) y el préstamo obtenido de la empresa petrolera rusa Rosneft correspondiente a 49,9% de las acciones por un monto de 1.500.000 dólares, en 2016.  

En consecuencia, el futuro de Citgo, la última refinería de Pdvsa en el extranjero, estaba determinado. Los acreedores procederían a la ejecución del colateral tras el vencimiento de los plazos en 2020, en respuesta a la crisis económica que azotaba al país. Por otra parte, la llamada «robolución» logró su objetivo de saquear a Petróleos de Venezuela, obteniendo un total de 4.867.529.000 dólares.

A pesar de ello, Citgo continuaría siendo un activo venezolano en el extranjero. La filial de PDV Holding se mantuvo protegida de acciones legales ante la Corte de Delaware en Estados Unidos, las cuales estaban vinculadas a demandas contra la República por expropiaciones no compensadas durante el mandato de Chávez. Esta protección fue posible gracias al bloqueo impuesto por la administración de Trump, que en 2019 reconoció al gobierno interino de Juan Guaidó como legítimo. Además, Rosneft enfrentó dificultades para adquirir Citgo, pues esto podría constituir una violación de las sanciones estadounidenses impuestas contra Rusia desde 2014, en caso de que la empresa petrolera rusa decidiera ejecutar la garantía.

Para el interinato, Citgo representa un componente esencial en la recuperación económica futura del país tras un cambio de gobierno, dado que provee los combustibles refinados necesarios (como gasolina, fuel oil y aceite) para impulsar la maquinaria productiva. El año pasado reportó una utilidad récord de 2.800 millones de dólares. Por este motivo, la junta directiva ad hoc de Citgo, nombrada por la Asamblea Nacional 2015, ha trabajado en estrecha colaboración con el gobierno de Estados Unidos y los organismos legales para garantizar que se cumplan todos los estándares de ese país. 

En abril del año pasado, el Departamento de Justicia de Estados Unidos comunicó a la Corte del Distrito de Delaware que no interferiría en la decisión de esta última, sea mediante una subasta judicial o un acuerdo negociado con relación a las acciones de PDV Holding, la empresa propietaria de Citgo. Esta postura facilita el camino para una potencial incautación por parte de los acreedores del activo extranjero más importante de Venezuela. Asimismo, informó que el Departamento del Tesoro tampoco emprendería acciones para impedirlo, aunque había defendido a Citgo de los acreedores con demandas contra Venezuela desde 2020. También señaló que el Tesoro necesitaría expedir una licencia para formalizar cualquier venta.

Esta medida del gobierno de Estados Unidos respalda la decisión del juez de Delaware a favor de Crystallex en 2021, que catalogó a Citgo como «alter-ego» del Estado venezolano. Este principio jurídico permite a los acreedores de la República venezolana tomar medidas contra los activos de Pdvsa en Estados Unidos, incluyendo las acciones de PDV Holding.

La justificación del juez se basa en que el gobierno de Maduro ha promulgado una serie de leyes y decretos que requieren que Petróleos de Venezuela actúe de acuerdo con sus objetivos sociales y políticos. Asimismo, el régimen que impulsa el socialismo del siglo XXI ha utilizado a la corporación como una herramienta para lograr sus fines políticos nacional e internacionalmente.

En un esfuerzo por mantener el control sobre Citgo, la junta directiva ad-hoc recurrió a la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos. Su objetivo era restringir el número de acreedores autorizados a participar en la subasta de las acciones de la casa matriz, PDV Holding. Esta medida buscaba garantizar que la venta generara ingresos suficientes, no solo para cubrir las demandas existentes, sino también para dejar un excedente que permitiera a Petróleos de Venezuela conservar parte del capital accionario. Se calcula que el valor actual de Citgo ronda los 13.000 millones de dólares. La respuesta de la Corte Suprema de no revisar el caso permite continuar con el proceso propuesto por el juez de Delaware, dando cabida a aquellos acreedores que tienen demanda ante la República a que puedan cobrar con el dinero recabado por la subasta. “Más de 20 demandantes han solicitado una indemnización, lo que eleva el total de reclamaciones a unos 20.000 millones de dólares”, informó la agencia Bloomberg.

Una primera ronda de ofertas está prevista para el 22 de enero. La segunda está por determinarse. Y la audiencia final para aprobar la venta será tentativamente el 15 de julio.

Todo parece indicar que Citgo dejará de ser administrada por Petróleos de Venezuela, a pesar de que exista una negociación con los principales demandantes, Crystallex International (970 millones de dólares) y ConocoPhillips (10.000 millones de dólares). 

El escenario más probable es la resolución favorable a los derechos de los acreedores internacionales sobre la soberanía económica de Venezuela. Una lógica consecuencia del saqueo que el chavismo-madurismo han hecho al país. Si sumamos las demandas, el monto del Pdvsa 2020 y el préstamo a Rosneft obtenemos 25.000 millones de dólares que fueron a parar a manos de la élite y aliados internacionales de la “robolución” bolivariana. 

Así que aquello de que la responsabilidad de la pérdida de este importante activo en el exterior es del gobierno interino es una posverdad del régimen de Maduro. 

Citgo es otro botín de la robolución. ¡Que Dios y la patria se lo demanden!

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