Por Arturo Araujo Martínez

Estamos llegando al punto de poner en apuros al BCE por subestimar los impactos de corto, mediano y largo plazo de la inflación resultante de una descontrolada relajacion monetaria adoptada por los países y sus bancos centrales.

El debate sobre este tema se dio entre destacados economistas a nivel mundial cuando se empezaban a aprobar medidas para combatir los efectos económicos del Covid19 a partir del primer trimestre del 2020.

Algunos premios Nobel como Krugman, Stiglitz y otros de orientación marcadamente Keinesiana, una vez más, haciendo uso de la expresión «en el largo plazo todos estaremos muertos» justificaron medidas de relajación monetaria y fiscal, que condujeron a muchas economías a sobre endeudarse, sin mayor rigor analítico ni parámetros de contencion. A la vez desestimaron voces que advertían de peligros y efectos no deseados que hoy estamos padeciendo a nivel mundial.

Combatir los efectos del Covid19 sobre la economía a cualquier costo era la opinión dominante que silenció a aquellos otros economistas que llamaban a la prudencia (muy distinto a no hacer nada) y ha hacer seguimientos muy cortos y rigurosos a los evidentes riesgos inflacionarios que esas políticas contenian.

Dos años y seis meses después de esas desmesuradas medidas de relajación monetaria y fiscal, el resultado es – como bien advertido fue – tasas de inflación crecientes desde antes de que Putin invadiera a Ucrania, y ciertamente agravadas por ella.

Aquella relajación monetaria nos coloca hoy en una situación mundial en que los Bancos Centrales deben revertir sus políticas y subir las tasas de interés a niveles que amenazan con provocar una nueva recesión económica y consecuente incremento del desempleo para poder controlar la inflación. Esto con el agravante de que muchos de esos países están hoy sobre endeudados, y por lo tanto limitados para aplicar medidas fiscales anticiclicas, que contengan la amenaza de recesión e incrementa del desempleo. Lo ocurrido en Inglaterra a propósito del despropósito de las medidas fiscales anunciadas por su PM Liz Truss, ilustra de manera contundente lo que queremos decir.

Lecciones importante que no debemos olvidar los economistas.

1- Las recesiones y las políticas de empleo deben ser abordadas por el sector publico desde una sana política fiscal, que estimule la competitividad de su sector privado, tratando de mantener niveles razonables de deuda en relación al tamaño de su economía.

2- Milton Friedman siempre tuvo la razón al afirmar que la inflación es un fenómeno monetario, por lo que será necesario mucha prudencia y realizar un estrecho y riguroso seguimiento cuando sea inevitable aplicar (en casos extremos y el Covid19 lo era) medidas monetarias para evitar debacles en la actividad económica y los niveles de empleo.

3- Nunca subestimar la inflación y los daños que genera a la economía en general, su competitividad, y muy particularmente a los desempleados, trabajadores y pequeñas y medianas empresas.

4- Abandonar de una vez por todas la frase «en el largo plazo todos estaremos muertos» para justificar políticas fiscales y monetarias fuera de la racionalidad económica, entre otras razones, porqué cuando hablamos de la economía de los países esta manida frase no tiene sentido. Los países no mueren. Pueden prosperar estancarse o desmoronarse. Esto último suele ocurrir cuando un Estado voraz de recursos y sobre endeudado es acompañado por emisiones inorgánicas de dinero, generando un ciclo inflacionario suficientemente largo que acaba con la competitividad del país y su entramado productivo privado.

5- El comportamiento de la economía norteamericana no es un caso generalizable a otros países mientras el dólar sea la moneda dominante y de referencia a nivel mundial, pues el equilibrio entre oferta y demanda de esta moneda, no depende del nivel de actividad del USA, si no que esta muy determinado por los niveles del comercio mundial, de actividad económica y expectativas del resto del mundo. Cosa que no ocurre con ninguna otra moneda ni país de nuestro Planeta. Esto lo suelen olvidar con frecuencia muchos economista al extrapolar análisis válidos en USA a otros países.