Morfema Press

Es lo que es

Carlos Sánchez Berzaín

Por Carlos Sánchez Berzaín

A siete semanas de las elecciones del 28 de Julio (28-J) en las que el pueblo de Venezuela derrotó a la dictadura, la falsificación del resultado electoral perpetrada por Nicolás Maduro y su grupo delictivo ha fracasado. El respaldo y reconocimiento internacional a Edmundo González Urrutia como ganador de las elecciones y presidente electo aumenta, la resistencia civil pacífica con el liderazgo de María Corina Machado vence al terrorismo de Estado y la intervención trasnacional. Ante lo inevitable y con el tiempo en contra, el socialismo del siglo 21 aplica su estrategia de falsificación de los hechos y manipulación de la información.

Adulterar los hechos para presentar como lícito el delito, el crimen organizado como revolución, la miseria como independencia, el fraude como triunfo, a los verdugos como jueces y a las víctimas como culpables, son solo parte de la amplia gama de mistificaciones institucionalizadas que por décadas aplica el socialismo del siglo 21 bajo mando de la dictadura de Cuba en las Américas.

La simulación y suplantación intencional, para sustituir la realidad, hechos, documentos y resultados por otros falsos, con el propósito de presentarlos y hacerlos pasar por verdaderos, son el método con el que las dictaduras han destrozado repúblicas, economías, sociedades y vidas de los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Se trata de acciones criminales premeditadas e institucionalizadas, destinadas a que un grupo de delincuencia organizada detente el poder indefinida e impunemente, estableciendo narcoestados con beneficios económicos y de todo tipo.

El proceso de elecciones en dictadura en el que se debate Venezuela, es la prueba más reciente de cómo el socialismo del siglo 21 o castrochavismo falsifica los hechos, la información y manipula para presentar sus acciones delictivas como lícitas. Las elecciones del 28-J y el fraude cometido por Maduro y su grupo delictivo son la repetición de iguales eventos cometidos en Bolivia 2019, 2020, en Venezuela 2018, Nicaragua 2021 y anteriores. Es el método de imponer resultados por la fuerza y la violencia, a víctimas indefensas, con el silencio y/o la aquiescencia de las próximas víctimas que son los gobiernos democráticos.

Lo que ha cambiado en Venezuela 28-J es que después de casi 25 años se ha integrado una oposición real, con el liderazgo de María Corina Machado, cuya estrategia de seguirle el juego a la dictadura para derrotarla en su propio laberinto, poniendo en evidencia sus crímenes y movilizando al pueblo, funciona.

El mundo globalizado y en revolución tecnológica comunicacional, permite probar los delitos infraganti del socialismo del siglo 21 en Venezuela. Muestra el terrorismo de Estado, la persecución, la represión, las falsificaciones, las detenciones, la tortura, la organización criminal, la intervención de Cuba que dirige a su satélite, la vergüenza de los para dictatoriales (Lula de Brasil, Petro de Colombia y López Obrador de México), las conspiraciones de Zapatero y sus clientes del Foro de Sao Paolo, los negocios y maniobras de grandes lobistas, los perversos intereses económicos a costa de la vida de los pueblos y los crímenes de lesa humanidad.

La lucha por la libertad y la democracia de Venezuela -que es la de los pueblos de las Américas por los próximos 25 años por lo menos- se libra en el frente interno en Venezuela y en el frente internacional. Internamente, el socialismo del siglo 21 solo tiene como armas el terrorismo de Estado y la falsificación de los hechos y manipulación de la información, frente a la resistencia civil pacífica de un pueblo que sabe que es ahora o nunca y que no se rinde. Internacionalmente ha quedado clara la “liga de las dictaduras de delincuencia organizada” integrada por Rusia, China, Irán, Corea del Norte y en las Américas por Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, con algunos satélites africanos; es tan clara que los gobiernos democráticos no tienen más remedio que tomarla en serio.

El objetivo principal de las dictaduras para mantener su régimen en Venezuela con Maduro, es destruir por desánimo la resistencia civil interna y así debilitar el creciente reconocimiento internacional. Para eso crean y difunden hechos y noticias falsas como las supuestas conspiraciones o ataques contra la dictadura, deteniendo turistas a los que acusan de terroristas con concentración en ciudadanos de Estados Unidos, España y más, como señales típicas del crimen organizado (me atacas y te secuestro) buscando cambiar el foco de los crímenes de la dictadura a una posición de falsa víctima. No habiendo podido apresar al presidente electo González Urrutia para negociarlo, ahora toman ciudadanos de los países democráticos que están señalando sus crímenes, con el objetivo de negociar los secuestrados. Puro crimen.

Manipulan la información y difunden noticias falsas con centenares de “fuentes falsas”, “análisis de escépticos”, reaparición de “opositores funcionales”, “defensores de la revolución”, “consultores con contratos indirectos” y una larga cadena, con el propósito de sembrar dudas, debilitar la resistencia civil y desacreditar a María Corina Machado y Edmundo Gonzales Urrutia. Pero tienen el tiempo en contra.

*Abogado y Politólogo. | Director del Interamerican Institute for Democracy 

Por Carlos Sánchez Berzaín

La vulnerabilidad, desprotección y debilidad a que la dictadura llevó y con que sometió al pueblo de Venezuela han cambiado por fortaleza, convicción y resistencia. La persistente lucha por la libertad liderada por María Corina Machado con la candidatura de Edmundo Gonzales Urrutia, han convertido el proceso para las elecciones de este 28 de julio en la liberación misma del pueblo venezolano terminando su condición de indefensión.

Venezuela es en este siglo el principal territorio de la expansión de la dictadura de Cuba. Un grupo de crimen organizado transnacional con marca política de socialismo del siglo 21 -a partir de la alianza de Fidel Castro y Hugo Chávez (castrochavismo)- transformó a uno de los países más ricos y estables de Latinoamérica en un miserable narcoestado, plataforma de las dictaduras de Rusia, China e Irán y produjo el exilio de ocho millones de venezolanos.

En la Venezuela del socialismo del siglo 21, como en todos los países bajo este sistema dictatorial, reemplazaron el “estado derecho” por el “estado de indefensión”, violando todos los derechos humanos, cometiendo crímenes de lesa humanidad, detentando el poder con “terrorismo de Estado”, reemplazando las leyes republicanas por “leyes infames”, liquidando la separación e independencia de poderes con el control de fiscales y jueces para acusar, perseguir, torturar, extorsionar, apresar, asesinar y encubrir.

Con el mismo sistema que la dictadura de Cuba retiene el poder desde hace más de 65 años, y con participación directa de ejecutores castristas, sometieron al pueblo al que llevaron al hambre, la miseria, el exilio y la muerte. Construyeron y mantienen una “oposición funcional” o subordinada al régimen, con cuya traición y corrupción prolongaron la simulación de una narrativa democrática para encubrir su condición de “dictadura electoralista” en la que el pueblo vota pero no elige.

Con fuerza, violencia y corrupción realizaron sucesivos fraudes electorales fundados en la alteración de los registros ciudadanos, la manipulación de la población, la eliminación física o administrativa de opositores reales, el amedrentamiento público, la manipulación del conteo de votos, noticias falsas, opositores funcionales y más. Implementaron y controlaron un sistema internacional para aceptar los resultados fraguados operando el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla, dictaduras y gobiernos para dictatoriales.

Con un sistema delictivo institucionalizado como legal y con fuerza e impunidad por el control del Estado, el dictador Nicolás Maduro convocó a elecciones para asegurar un nuevo “triunfo manipulado”, para lo que incumplió los acuerdos de Barbados, mandó inhabilitar a la “candidata única de oposición María Corina Machado” que había ganado esa condición con el 92,56%, repitió la inhabilitación con Corina Yoris y escogió los candidatos opositores.

La campaña electoral del dictador Maduro consiste en manipulaciones, delitos y terrorismo de Estado ejecutado a diario como lo prueban los hechos de poner 13 veces su foto y candidatura en la papeleta electoral, tomar presos políticos a más de una centena de dirigentes de la campaña de oposición y mantener a 6 perseguidos en la Embajada de Argentina en Caracas, hacer apresar a personas que apoyan la campaña de Edmundo Gonzales Urrutia liderada por María Corina Machado, sancionar y clausurar restaurantes y hoteles que dan servicios a estos opositores, producir amenazas, cortes de rutas y atentados para impedir las reuniones de campaña opositora, negar que las elecciones sean observadas por la Unión Europea, impedir el ingreso de instituciones y veedores internacionales y “usar el miedo como principal mensaje de campaña”.

El dictador/candidato Maduro solo está repitiendo la metodología exitosamente aplicada en la propia Venezuela, en Bolivia y en Nicaragua. Con un repudio de cerca del 80% del pueblo venezolano, con encuestas que le dan 21% de intención de voto frente al 64% de González Urrutia tiene el sistema para falsificar el resultado pero la realidad objetiva ya no se lo permite. En esta realidad, Maduro ha perpetrado terrorismo de Estado directo amenazando con “un baño de sangre y una guerra civil fratricida” si no gana la elección que no puede ganar .

El proceso electoral de Venezuela ha pasado de ser “la fase preparativa de las elecciones” del 28 de Julio y se ha convertido la derrota estratégica definitiva de Maduro y de las dictaduras del socialismo del siglo 21.

El pueblo venezolano ya no tiene miedo, está en calles y concentraciones, ha derrotado el ausentismo electoral forzado por la dictadura, está en resistencia civil activa y ha terminado su estado de indefensión. Es más fuerte que la dictadura y ha llevado al dictador a confesar su derrota amenazando con “un baño de sangre y una guerra civil fratricida”, que solo señala el inevitable final de la ocupación de Venezuela.

*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy

Por Carlos Sánchez Berzaín

El control del poder político para realizar actividades de narcotráfico se ha convertido en lamentable realidad en las Américas del siglo XXI con gobernantes que han transformado sus países en narcoestados. Para tener la impunidad, terminar con la democracia para detentar indefinidamente el poder es la seguridad que buscan los jefes de los narcoestados como en Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, pero donde la democracia da alternancia en el poder -como se prueba en Honduras- se puede separar el crimen de la política juzgando a los jefes de los narcoestados.

La historia demuestra que aproximadamente desde 1982 se desarrolló la relación entre Pablo Escobar el narcotraficante colombiano y Roberto Suarez Gómez el narcotraficante boliviano con el régimen de Cuba, que hizo de Cuba el primer narcoestado de las Américas. Cuando fue descubierto, terminó con el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa y el coronel Antonio de la Guardia para encubrir la participación directa de Fidel y Raúl Castro, como lo detalla “La conexión cubana”, capitulo 11 del libro testimonio de Ayda Levy.

El narcotráfico es uno de los más graves delitos trasnacionales y en el marco legal de las Naciones Unidas para el control mundial de drogas hay tres tratados internacionales: la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 enmendada por el Protocolo de 1972; el Convenio sobre sustancias Sicotrópicas de 1971; y la Convención contra el Trafico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias sicotrópicas de 1988. La Convención contra la Delincuencia Organizada Trasnacional o Convención de Palermo adoptada el año 2000 complementa el sistema de lucha contra el crimen.

Los narcoestados se identifican por sí mismos pues sus gobernantes utilizan las potestades de “sujeto de derecho internacional” para defender la actividad ilegal en foros y tomar medidas de protección y beneficio al narcotráfico. En la década de los sesenta, la dictadura de Cuba proclamó como “acción revolucionaria” inundar de drogas ilegales los Estados Unidos para liquidar la juventud, haciendo del narcotráfico una acción revolucionaria.

El dirigente de los cultivadores de coca ilegal de Bolivia, convertido en jefe del estado plurinacional, en la Asamblea de las Naciones Unidas sobre narcotráfico en Abril 2016 proclamó la “nacionalización de la lucha contra el narcotráfico”, que “la lucha contra el narcotráfico es un instrumento del imperialismo norteamericano para la opresión de los pueblos”, defendió –con hojas de coca en mano- la expansión de los cultivos que coca que con sus “federaciones cocaleras” producen mas cocaína.

La satanización de la “Administración para el Control de Drogas” DEA de los Estados Unidos ha sido y es una de las principales estrategias del narcotráfico por medio de quienes detentan el poder en los países que controlan. La DEA fue expulsada de Venezuela con Chávez-Maduro, de Bolivia con Morales, de Ecuador con Correa y acusada por todos los voceros del socialismo del siglo XXI como instrumento del imperialismo.

En Honduras la penetración del narcotráfico en la política fue constante, pero Juan Orlando Hernández institucionalizó el narcoestado. Hernández no pertenece al grupo del socialismo del siglo XXI; construyó su ascenso al poder desde una posición contraria, en 2009 participó en la destitución de Zelaya, en 2010 fue presidente el Congreso Nacional y con elecciones cuestionadas del 2013 asumió la presidencia en 2014, con reelección también cuestionada en 2018

El caso del ex presidente de Honduras Juan Orlando Hernández, hoy preso y con extradición ordenada para ser juzgado en Estados Unidos por proceso federal, tres delitos asociados con “conspiración para el trafico de miles de kilogramos de drogas” en el Distrito Sur de Nueva York, lo convierte en el primer ex jefe de un narcoestado extraditable. Es el precedente jurídico y político más importante para separar el crimen organizado de la política.

Están en curso en el Distrito Sur de Nueva York y de Florida juicios: “cartel de los soles” con Nicolás Maduro y parte de su grupo criminal, con recompensas de 15 a 10 millones de dólares por cada acusado; conspiración por trafico de drogas contra el ex jefe antinarcóticos de Evo Morales, Maximiliano Dávila, con recompensa de 5 millones de dólares y extradición; pendiente de extradición en España el caso de Hugo “el pollo” Carvajal ex jefe de inteligencia de la dictadura de Venezuela; en juicio el caso de Alex Saab señalado como “testaferro de Maduro’…y mas.

Los narcoestados están en evidencia y la orden de extradición Juan Orlando Hernández prueba que LA IMPUNIDAD es la razón más importante por la que los dictadores de los narcoestados de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua se aferran al poder.


Carlos Sánchez Berzaín es Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy

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