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Es lo que es

china

Por Minxin Pei en Project Syndicate

Hace siete décadas, Mao Zedong abrazó la autosuficiencia económica y la militancia en política exterior, lo que convirtió a China en un estado paria empobrecido. Esta historia debería ser una dura advertencia para el presidente Xi Jinping: si permite que Rusia divida al mundo con su guerra contra Ucrania, es China la que pagará el precio más alto

La guerra no provocada de Rusia contra Ucrania ha acelerado la división del mundo en dos bloques, uno que comprende las democracias del mundo y el otro sus autocracias. Esto, a su vez, ha expuesto los riesgos inherentes a la interdependencia económica entre países con ideologías e intereses de seguridad enfrentados. Y aunque el próximo proceso de desglobalización dejará a todos en peores condiciones, China es la que más perderá.

Por supuesto, China se dirigía hacia al menos una disociación parcial de Estados Unidos mucho antes de que Rusia invadiera Ucrania. Y ha estado tratando de garantizar que este proceso ocurra en sus términos, al reducir su dependencia de los mercados y la tecnología de EE. UU. Con ese fin, en 2020 China dio a conocer su llamada estrategia de doble circulación , que tiene como objetivo fomentar la demanda interna y la autosuficiencia tecnológica.

Y, sin embargo, el año pasado, China seguía siendo el exportador más grande del mundo, enviando $ 3,3 billones en bienes al resto del mundo, con EE. UU. como su principal mercado de exportación . De hecho, el comercio general con EE. UU. creció más del 20 % en 2021, ya que el comercio chino total alcanzó un nuevo máximo . El comercio con la Unión Europea también creció, alcanzando los $ 828 mil millones , incluso cuando los desacuerdos sobre los derechos humanos torpedearon un controvertido acuerdo de inversión entre la UE y China.

Ese acuerdo había nacido de la creencia de que Europa mantendría la neutralidad estratégica en la guerra fría chino-estadounidense, para cosechar los beneficios económicos del compromiso con China. Pero si las preocupaciones por los derechos humanos fueran suficientes para convencer al Parlamento Europeo de no ratificar el acuerdo, la guerra de Rusia contra Ucrania, que China ha apoyado tácitamente y que ha acercado a EE. UU. y la UE, parece probable que lleve a la UE hacia una desvinculación económica más amplia de China.

No se puede culpar a las democracias occidentales oa sus adversarios autocráticos por priorizar la seguridad sobre el bienestar económico. Pero deben prepararse para las consecuencias económicas. Y una autocracia de ingresos medios como China asumirá un costo mucho mayor que las democracias ricas como Estados Unidos y sus aliados europeos.

Para empezar, China sufrirá un acceso reducido a los principales mercados occidentales. En 2021, las exportaciones de mercancías chinas a EE. UU., la UE y Japón (que representan el 38 % de las exportaciones totales) ascendieron a casi 1,3 billones de dólares. Si el acceso de China a estos tres mercados se reduce a la mitad durante la próxima década, un escenario probable, el país necesitará otros mercados para absorber aproximadamente el 20% de sus exportaciones, por un valor de unos $ 600 mil millones (según datos comerciales de 2021).

Aquí, China parece no tener buenas opciones. La estrategia de doble circulación de China indica que ni siquiera sus líderes esperan que otros mercados externos recuperen el relevo dejado por EE. UU. y sus aliados. Pero la aparente creencia de China de que la demanda interna puede compensar esta pérdida también parece descabellada.

El alto endeudamiento, el rápido envejecimiento de la población y la implosión del sector inmobiliario seguirán obstaculizando el crecimiento del PIB, mientras que la marcada desigualdad de ingresos, el aumento de los costos de la vivienda y las protecciones sociales inadecuadas limitarán la demanda de los consumidores. El cierre de fábricas que producen bienes para la exportación y las pérdidas de puestos de trabajo asociadas exacerbarán aún más estos desafíos. Una parte significativa de la infraestructura de China, especialmente las redes de energía y transporte, se infrautilizará o incluso se volverá redundante.

Además de enfrentarse a la reducción de los mercados de exportación, China perderá el acceso a las tecnologías que necesita para construir una economía del conocimiento. Las sanciones estadounidenses ya han paralizado al gigante de las telecomunicaciones Huawei y han impedido que SMIC, un fabricante de semiconductores, tenga en sus manos las tecnologías más avanzadas. Si EE. UU. persuade a la UE y a Japón para que revivan el Comité Coordinador de Controles Multilaterales de Exportación (CoCom) para cortar los flujos de tecnología hacia China, una perspectiva que la guerra de Ucrania hace más probable, China tendrá pocas posibilidades de ganar la carrera tecnológica con el A NOSOTROS.

El tercer costo clave de la desglobalización para China es más difícil de medir, pero bien puede resultar ser el más alto: la pérdida de ganancias en eficiencia de la competencia dinámica. Los productos fabricados y vendidos en China son de una calidad mucho mayor hoy que hace dos décadas, en gran parte porque las empresas chinas deben competir con sus rivales occidentales. Pero si están aislados de tal presión, no enfrentarán la presión de producir productos de mayor calidad a menor costo. Esto obstaculizará la innovación y perjudicará a los consumidores.

Todos estos costos podrían ser soportables si el desacoplamiento económico realmente hiciera que China fuera más segura. Y, al principio, podría parecer que está haciendo precisamente eso, con China reduciendo su vulnerabilidad a los tipos de armas económicas y financieras que Occidente ha desplegado contra Rusia. Pero a medida que decae el poderío económico de China, también lo hará su posición en el escenario mundial y el estatus del Partido Comunista en casa.

Hace siete décadas, Mao Zedong abrazó la autosuficiencia económica y la militancia en política exterior, lo que convirtió a China en un estado paria empobrecido. Esta historia debería ser una dura advertencia para el presidente Xi Jinping: si permite que Rusia, el socio estratégico “sin límites” de China, divida al mundo con su guerra contra Ucrania, será China la que pagará el precio más alto.


Minxin Pei, es profesor de Gobierno en Claremont McKenna College, e investigador sénior no residente del German Marshall Fund de los Estados Unidos.

Vía BBC Mundo

La invasión rusa a Ucrania sigue avanzando ante los ojos perplejos del mundo.

Las tropas rusas han destruido ciudades completas mientras millones de personas intentan escapar de un país desvastado.

El dramático conflicto bélico amenaza con ser el evento más transformador y peligroso en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué va a decidir esta guerra y cómo podría terminar? ¿Era realmente predecible la invasión rusa? ¿Podría Putin retroceder ante las sanciones económicas de Occidente? Y ¿qué tanta esperanza debemos tener en las negociaciones de paz?

En entrevista con BBC Mundo, el académico británico y experto en política, economía y seguridad ucraniana, Taras Kuzio, intenta responder estas y otras preguntas.

En 2010, Kuzio predijo la anexión rusa de Crimea, lo que ocurrió en 2014 y desató una de las peores crisis entre Moscú y Occidente desde la Guerra Fría.

Y solo un par de semanas antes de la invasión de Rusia a Ucrania, publicó un libro llamado «El nacionalismo ruso y la guerra ruso-ucraniana» donde explica en profundidad la crisis entre ambos países y analiza la supuesta obsesión del presidente Vladimir Putin con Kiev.

¿Qué tan sorprendente fue para usted la invasión rusa de Ucrania?

He sido muy crítico con los académicos occidentales y los expertos sobre Rusia porque han estado minimizando y negando la existencia del nacionalismo en la Rusia de Putin. Y eso no es cierto. Putin ha tenido una fuerte obsesión con Ucrania desde, al menos, mediados de los años 2000.

Cuando se convirtió en presidente en 2012, lo hizo creyendo que pasaría a la historia como el agrupador de las tierras rusas, que incluye a los ucranianos y bielorrusos. El nacionalismo en Rusia se refleja en el nacionalismo zarista presoviético, que niega la existencia de los ucranianos.

Putin ha estado argumentando durante mucho tiempo que el sur y el este de Ucrania fueron incluidos erróneamente por Lenin dentro de la Ucrania soviética, cuando era parte de la URSS. De hecho, es bastante crítico con Lenin por haber hecho esto.

¿Esa es, entonces, la principal razón que llevó a Putin a invadir a Ucrania?

La invasión es producto tanto de la evolución de Putin como nacionalista ruso y negacionista de los ucranianos, como también de una evolución de su percepción hacia lo que se está desarrollando en Ucrania.

Para él, y para el Kremlin, el nazi hoy es básicamente cualquier ucraniano que apoya una orientación occidental. No es la extrema derecha. Es cualquier ucraniano.

¿Qué quiere decir Putin cuando habla de desnazificar Ucrania?

Está hablando de una identidad que ha surgido en Ucrania durante los últimos 30 años que es pro occidental. Y la quiere reemplazar por una identidad rusa liberal, similar a la de Bielorrusia, un país que está dirigido por un dictador prorruso, que apoya el mismo tipo de mito histórico que la Rusia de Putin y también es antioccidental.

Putin pensó que la gente de Ucrania le daría la bienvenida porque, para él, han estado reprimidos por estos nazis que son, a su vez, apoyados por los estadounidenses. Putin sentía que vendría a liberar a estos pequeños rusos de los colonialistas estadounidenses y de los nazis. Es extraño, pero eso es lo que realmente creía.

¿Ese fue, a su juicio, un error de Putin?

Es uno de los tres errores de cálculo que ha cometido. Creo que otro gran error fue sobre Occidente. Creía que Occidente se estaba estancando, que estaba dividido. Y calculó mal su respuesta. En el Kremlin creían que las sanciones que se impondrían contra Rusia serían igual de débiles a las que hubo en 2014 (cuando anexó Crimea).

El tercer error de cálculo fue su percepción errónea sobre los ucranianos que realmente no son «rusos liberales». Son ucranianos.

¿Cree que las sanciones occidentales harán retroceder a Putin?

Creo que tendrán un tremendo efecto en la economía rusa. El Kremlin quedó atónito con el amplio acuerdo de todos los países occidentales y con lo dureza de las sanciones. Nunca esperaron que Alemania, por ejemplo, hiciera esto.

La gran sanción que destruiría la economía del gobierno ruso sería una prohibición total del petróleo y el gas rusos, que países como Alemania ya han dicho que no lo pueden hacer de inmediato. Necesitan tiempo para encontrar otros proveedores.

Pero estas sanciones no tienen un impacto inmediato. Se necesitan unos meses para que realmente se vea el resultado.

Y ¿qué podría pasar?

Rusia ha sido apartada de la globalización. Esto significa que Rusia, como gran potencia, entrará en un declive más rápido y también significará el ascenso de China como la alternativa dominante a Occidente.

La imagen internacional de Rusia, que es muy importante, ha sido muy dañada. Ya nadie quiere tener nada que ver con Rusia. Nadie quiere trabajar ni comercializar con ellos, 400 empresas occidentales han abandonado este país.

Esto permitirá que China se levante como la potencia anti-occidental alternativa dominante.

Hablando de China, ¿qué papel está jugando este país en la guerra?

China está muy feliz. El declive de Rusia significa su ascenso. Ellos comparten una posición en contra de Occidente pero la diferencia entre los dos países es que China es una potencia en ascenso y Rusia es una potencia en declive. Y la diferencia también es que China tiene un ejército realmente fuerte. Rusia no.

Se suponía que Rusia era una gran potencia militar. Y ahora la gente se lo pregunta porque no han sido capaces de derrotar a Ucrania.

Así que creo que finalmente esta guerra definirá a China como la nueva potencia anti-occidental dominante, porque Rusia habrá demostrado ser un país en declive.

Pero entonces, ¿por qué China no ha impuesto sanciones contra Rusia?

No es solo China. Israel y Turquía tampoco han impuesto sanciones. China continuará culpando a los Estados Unidos y a la OTAN por esto porque China siempre va a ser anti-estadounidense y anti-OTAN.

Hace tres años, era una alianza conjunta de Rusia y China contra Occidente. Ahora, esta guerra confirma que Rusia es un socio menor de China.

Putin calculó mal todo en estas cosas. Creía que China lo ayudaría, y no creo que lo haga.

¿Cree que Putin está molesto por cómo se han desarrollado los acontecimientos?

Por supuesto, porque el plan original era que iba a ser muy fácil. En un máximo de 2 días iban a ocupar Ucrania e iban a expulsar a estos nazis y sus patrocinadores estadounidenses.

Putin nunca trató a Zelensky en serio porque era comediante. No era un verdadero político. Creyó que huiría de Kiev y podrían instalar a un (Alexander) Lukashenko ucraniano. Ese era el plan y fracasó por completo.

¿Cuánta esperanza debemos tener en las negociaciones de paz?

Siempre debemos que tener en cuenta que en Moscú hay mentirosos. No podemos creer nada de lo que dicen. Han estado mintiendo durante los últimos ocho años sobre que no hay militares rusos en Ucrania.

En segundo lugar, Occidente solo puede aceptar retirar las sanciones si Ucrania accede a algún acuerdo de paz.

Y una de las grandes exigencias es que Rusia retire sus tropas a la misma posición que tenían antes de la invasión. Y eso, creo, va a ser un gran problema para Putin.

Creo que Zelensky va a intentar de llegar a algún tipo de acuerdo de paz porque eso es mejor a que sigan muriendo civiles. Pero creo que ya nadie es ingenuo acerca de Rusia. Y ese es un factor.

¿Qué va a definir esta guerra?

Lo que definirá esta guerra es un divorcio completo de Rusia y Ucrania; el 100% de Ucrania odiará a Rusia durante los próximos 20, 30 o 40 años. No va a haber ningún partido prorruso, ninguna religión prorrusa.

Y esto también va a crear desconfianza entre todos los vecinos hacia Rusia, porque lo que ha hecho Putin ha ido demasiado lejos: destruir pueblos y matar civiles, con una cuarta parte de la población ucraniana desplazada. Ha provocado que los soldados y políticos ucranianos estén extremadamente enojados.

Es el tipo de divorcio con derramamiento de sangre que no ocurrió en 1991 cuando se desintegró la URSS. De alguna manera, esto es lo que debería haber sucedido entonces.

¿Cómo cree que terminará la guerra entre Rusia y Ucrania?

Zelensky no es un nacionalista loco. Siempre ha sido alguien dispuesto a hacer concesiones. Los rusos siempre han exigido la rendición de Ucrania, no un compromiso. Pero tal vez ahora, debido al estado de la guerra, Rusia esté más dispuesta de pasar de exigir la rendición de Ucrania a aceptar algún compromiso.

Los compromisos serían algo así como la neutralidad de Ucrania o también la retirada de Rusia de los territorios que ocupó durante la invasión.

Pero a Rusia no le queda mucho tiempo. Las sanciones van a colapsar su economía cada vez más a medida que avancen los meses y demostrará que es un país en declive.

El impacto de la guerra, la destrucción del equipo militar y la muerte de soldados también tendrán un impacto importante.

La posición de Putin se vuelve cada vez menos estable a medida que pasa el tiempo. Hasta la invasión, yo creía que Putin sería presidente vitalicio. Pero ahora ya no lo creo… su posición no es tan segura porque hay mucho descontento. Para los nacionalistas, es una vergüenza lo que ha pasado con su ejército.

Vía Channel News Asia

La campaña para abordar la desigualdad económica corre el riesgo de verse socavada en un momento en que las medidas de COVID-19 y la complicidad percibida en la invasión de Ucrania por parte de Rusia podrían aislar aún más a China.

A principios de este mes, mientras las fuerzas rusas bombardeaban ciudades ucranianas y las infecciones por COVID-19 se disparaban, los líderes del Partido Comunista de China (PCCh) se reunieron para sus reuniones políticas anuales más importantes: el Congreso Nacional del Pueblo y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.

Si bien los pesados ​​documentos y los extensos discursos que definieron ambas reuniones apenas mencionaron la pandemia y no mencionaron en absoluto la guerra de Rusia, China, y su economía ya en problemas, sin duda está siendo sacudida por ambos.

«La prosperidad común»

Durante gran parte del año pasado, la campaña de “prosperidad común” del PCCh ha dominado la retórica del gobierno chino. El presidente Xi Jinping ha descrito con frecuencia la prosperidad común como “un requisito esencial del socialismo”. Pero quedan preguntas importantes sobre los contornos de la campaña, y muchos observadores esperaban que se respondieran, al menos en parte, en las sesiones gemelas de este mes.

Eso no sucedió. En cambio, los líderes de China solo hicieron referencias breves y fragmentarias a la “prosperidad” y la “prosperidad para todos”. Ante la inestabilidad interna y externa, los líderes de China parecen estar recalibrando sus prioridades.

Los objetivos de crecimiento de China son difíciles de alcanzar

Sin duda, los obstáculos económicos no son nada nuevo. Si bien la Conferencia de Trabajo Económico Central anual en diciembre pasado presentó un pronóstico optimista para la economía de China en 2022, también destacó los riesgos derivados de la contracción de la demanda, los impactos en la oferta y el debilitamiento de las expectativas del mercado.

El objetivo principal para el año, concluyeron los formuladores de políticas, debería ser la «estabilidad». Específicamente, la estabilidad requeriría que los políticos limiten el contagio del debilitado sector inmobiliario y resistan la tentación de sobreestimular la economía.

En los últimos tres meses, sin embargo, el desafío se ha vuelto mucho más grande. El aumento de las infecciones por COVID-19 ha provocado una serie de bloqueos, lo que amenaza con cobrar un alto precio en las industrias de servicios y consumo que ya estaban lentas.

Mientras tanto, la guerra de Rusia contra Ucrania ha hecho subir los precios de la energía, las materias primas y los alimentos, lo que acelerará la inflación y afectará a las exportaciones chinas a medida que se debilite la demanda mundial.

En este contexto, cumplir el objetivo del 5,5 por ciento del gobierno chino para el crecimiento del producto interno bruto este año probablemente sea imposible, aunque los líderes del país pueden maquillar las cifras para proclamar el éxito. 

Incluso un crecimiento del 2,5% al ​​3% será difícil de lograr.

Los planes para impulsar el crecimiento

Para impulsar el crecimiento y evitar un aumento significativo del desempleo, los líderes de China ya planean reducir los impuestos y tarifas que se aplican a las pequeñas empresas y aumentar las transferencias a los gobiernos locales. Pero se deben esperar más acciones para estimular la economía.

Por lo tanto, la campaña de prosperidad común se ha dejado de lado por ahora. No obstante, es probable que siga siendo un tótem para Xi, ya que persigue su objetivo de hacer de China un “gran país socialista moderno” con una economía avanzada para cuando la República Popular celebre su centenario en 2049.

El éxito, en opinión del PCCh, requiere abordar las consecuencias adversas de 40 años de énfasis inquebrantable en el crecimiento económico, que han dejado grandes desequilibrios económicos y sectoriales, así como una enorme desigualdad de ingresos y profundas disparidades regionales.

Si se ignoran, teme el PCCh, estos problemas podrían poner en peligro la estabilidad social y política.

Pero en lugar de abordarlos como lo haría una democracia occidental, con políticas de bienestar social, el gobierno de China está montando una campaña política para movilizar a la gente detrás de políticas destinadas a expandir el pastel económico y producir una distribución más justa del ingreso.

Control estatal más estricto sobre las empresas privadas

Una característica notable de la campaña de prosperidad común ha sido el control estatal más estricto sobre las empresas privadas y la estipulación de una “expansión del capital” más ordenada.

Desde 2020, cuando el Comité Central del PCCh emitió su “Opinión sobre el fortalecimiento del trabajo del frente único de la economía privada en la nueva era”, las empresas privadas y los empresarios han enfrentado una mayor interferencia política y regulaciones cada vez más intrusivas. 

Por ejemplo, en empresas con tres o más miembros del Partido, se alienta a los comités del Partido en o cerca de la gestión operativa a involucrarse más en el reclutamiento, la dotación de personal, la supervisión y el cumplimiento.

En términos más generales, las empresas privadas se han enfrentado a una tormenta de nuevas regulaciones e investigaciones que involucran, por ejemplo, antimonopolio, privacidad y seguridad de datos. Las plataformas de tecnología, datos y finanzas han sido los principales objetivos.

Pero los sectores de educación, salud y vivienda, así como cualquier empresa que opere en la economía informal, también están en la mira del gobierno. En vivienda, las empresas estatales ahora están reingresando al mercado por primera vez en 40 años, para comprar los activos de los desarrolladores inmobiliarios sobreextendidos.

En un esfuerzo por alinear los intereses del sector privado con los del PCCh, y bajo la amenaza de interferencia regulatoria, firmas líderes como Alibaba y Tencent están haciendo donaciones a los programas del Partido, en lo que solo puede describirse como filantropía corporativa coaccionada. Ya se han ofrecido miles de millones de dólares en donaciones y promesas.

El aporte de la privado

La recalibración de la política industrial y el gobierno corporativo de China, diseñada para poner en vereda a las empresas y empresarios privados, bien puede frenar algunos excesos del sector privado. Pero al afirmar el control político que anhela, el PCCh corre el riesgo de destruir los incentivos para la innovación y la productividad que China necesita.

A pesar de las ventajas que disfrutan las empresas estatales en China, las empresas privadas han sido el motor más poderoso del crecimiento económico y el desarrollo.

Como señaló el viceprimer ministro Liu He el año pasado, el sector privado representa más del 50 % de los impuestos, el 60 % del PIB, el 70 % de la innovación, el 80 % del empleo urbano y el 90 % de los nuevos empleos y empresas. .

La prosperidad común niega las políticas orientadas al mercado que permitieron el ascenso de China y marca el final formal de la era de reforma y apertura iniciada por Deng Xiaoping.

Pero en un momento en que los controles fronterizos de COVID-19 y la complicidad percibida en la agresión de Rusia ya amenazan con exacerbar el aislamiento de China, la campaña de prosperidad común corre el riesgo de verse socavada en el país y superada por eventos en el extranjero.

Por Charles Lipson en Real Clear Politics

El caos que se desarrolla desatado en Ucrania por Vladimir Putin conlleva un beneficio para China y dos pérdidas mucho mayores, además de una gran cantidad de efectos secundarios. El principal beneficio es geoestratégico: Estados Unidos ahora debe mantener recursos militares más escasos en Europa, en lugar de desviarlos hacia el Pacífico, como esperaba.

Ese desvío sería costoso para cualquier presidente, pero es particularmente costoso para un demócrata, cuyo partido habitualmente reduce los presupuestos militares para gastar más en programas sociales. El presupuesto de Biden, presentado antes de la guerra en Europa del Este, ciertamente lo hizo. Propuso un aumento del 16% en el gasto social pero solo un aumento del 2% para defensa, muy por debajo de la tasa de inflación. Esas prioridades ahora están en peligro.

También está en peligro cualquier reorientación de la postura de defensa de Estados Unidos, para centrarse casi exclusivamente en China. Ese enfoque, compartido por Barack Obama, Donald Trump y ahora Joe Biden, sigue siendo el principal desafío a largo plazo del país. 

Pero la agresión de Putin deja en claro que Estados Unidos no puede darse el lujo de concentrarse en una sola potencia hostil (y con armas nucleares) a la vez. La guerra de Rusia contra Ucrania eleva significativamente el nivel de amenaza en Europa y obliga al Pentágono a evitar cualquier reducción allí para financiar aumentos en Asia. 

Eso es cierto a pesar de que muchos de nuestros socios de la OTAN finalmente acordaron gastar el 2% de su PIB en defensa, una demanda estadounidense de larga data. Esta renovada preocupación por la seguridad de Europa es una ganancia potencial para China.

Dos costos importantes

Sin embargo, cualquier ventaja para Beijing se ve contrarrestada por dos costos que pueden ser igualmente importantes. La primera es que el único gran aliado de China ahora está gravemente dañado, económica y militarmente, y es un paria a los ojos de gran parte del mundo. La posición de Putin también puede ser más vulnerable. 

Y si bien Beijing puede impulsar tratos más duros por el petróleo, las materias primas y el crédito de capital rusos, el daño autoinfligido de Rusia convierte a Moscú en un socio mucho menos valioso mientras las sanciones aplastantes sigan vigentes y Putin permanezca a cargo.

El segundo costo, mucho mayor para China, puede ser el efecto disuasorio de las sanciones económicas paralizantes. Los líderes del partido comunista, decididos a apoderarse de Taiwán, deben haber quedado conmocionados por la escala, la amplitud y el impacto devastador de las sanciones impuestas a Rusia. 

Deben haberles sorprendido también la sorprendente unanimidad de Occidente al imponerlas y el rápido cambio de rumbo de Alemania a pesar de su dependencia de la energía rusa y décadas de políticas concesionales.

Mientras el PCCh observa la implosión de la economía rusa, los líderes chinos deben estremecerse al pensar en lo que podría pasarle a su propia economía si enfrenta un ataque similar. 

Las bases de legitimidad

Aunque el régimen comunista probablemente sobreviviría, dado su estricto control sobre el ejército y los servicios de seguridad interna y su economía más robusta y diversa, tendría que soportar un impacto desestabilizador sostenido con consecuencias inciertas. 

Además, enfrentaría cierta erosión de su legitimidad, la aceptación del público de su derecho a gobernar. 

Las dos principales fuentes de legitimidad del PCCh son su reafirmación del papel central de China en el mundo y, desde las reformas de Deng Xiaoping, la capacidad del partido para hacer crecer la economía y aumentar significativamente el nivel de vida de la mayoría de las familias chinas. Cualquier amenaza fundamental a esa economía, ahora profundamente arraigada en los mercados mundiales,

Hasta que la economía de Rusia se marchitó bajo las sanciones, Beijing tenía pocas razones para temer un castigo similar por invadir Taiwán. Después de todo, las principales economías del mundo no hicieron nada cuando Beijing se apoderó de Hong Kong, en clara violación de los compromisos del tratado. 

No hicieron nada cuando se enteraron del encarcelamiento masivo, la “reeducación” y las muertes de los uigures. 

No hicieron nada para sancionar a China por su papel en la propagación de la pandemia de COVID y mintieron sin cesar al respecto después. 

Con base en ese historial, Beijing debe haber pensado que el mundo haría poco si se apoderaba de Taiwán. No más. 

Xi y sus ayudantes deberán recalibrar después de ver a Rusia golpeada con sanciones draconianas rápidas y en gran medida excluida de los mercados financieros mundiales, a pesar de los costos para los países que imponen esas sanciones.

Los mercado también recalibran

Las entidades comerciales extranjeras que operan en China también se están recalibrando. Su evaluación de los riesgos políticos está destinada a ser mayor, su búsqueda de fuentes alternativas de suministro más urgente. 

Estas empresas vieron lo rápido que sus inversiones rusas se volvieron inútiles después de la invasión de Ucrania por parte de Putin. 

Si bien cabildearían fuertemente contra las sanciones de Washington, Bruselas, Berlín y Tokio, independientemente de las acciones de China, no pueden estar seguros de que tendrán éxito. Las más vulnerables son las empresas extranjeras que dependen del mercado chino. Se adaptarán al entorno más riesgoso tratando de diversificar sus mercados finales y minimizando cualquier activo fijo dentro de China.

La perspectiva de sanciones económicas no bloqueará, en sí misma, la invasión de Taiwán por parte de Beijing. Solo una disuasión militar puede hacer eso. 

Pero el efecto neto de los problemas de Rusia es mostrar a China, con una claridad terrible, que enfrentaría sombríos costos económicos además de los cálculos militares.

La experiencia catastrófica de Rusia en Ucrania también subraya la lección más antigua de estrategia. Los planes mejor trazados y las proyecciones más optimistas pueden salir terriblemente mal. 

Taiwán y sus aliados llevarán a casa esa lección perdurable. Taiwán continuará comprando y construyendo armas defensivas, tantas como pueda permitirse. EE. UU. continuará enviando su armada a través del Estrecho de Taiwán, y el Quad (EE. UU., Japón, India y Australia) continuará fortaleciendo su asociación de seguridad. 

Esa es la forma emergente de una nueva Guerra Fría, con peligrosos frentes con armas nucleares tanto en Europa del Este como en el Pacífico occidental.


Charles Lipson es profesor emérito de Ciencias Políticas de la cátedra Peter B. Ritzma en la Universidad de Chicago, donde fundó el Programa de Política Internacional, Economía y Seguridad.

Por Orlando Avendaño en El American

“A cambio de plata se entrega el país culturalmente, que es mucho peor que destruir un sector económico”, afirmó el excanciller

Estuvimos conversando largamente sobre los retos que hoy enfrenta Brasil. Ernesto Araújo, diplomático y ex canciller de Jair Bolsonaro (desde enero del 2019 hasta que renunció, en marzo del 2021), ha asumido una postura bastante crítica ante el Gobierno de su antiguo jefe.

A poco más de un año de las elecciones generales de Brasil, el horizonte no luce favorable. El expresidente socialista Luiz Inácio Lula da Silva, imputado por corrupción en 2017 y luego liberado, se alza como la opción favorita para volver y tomar el Palacio de Planalto.

El regreso de Lula al poder traería consigo el regreso del aparato del Foro de Sao Paulo, esa organización criminal de extrema izquierda creada en los noventas por Fidel Castro y financiada en gran parte por la tiranía de Maduro. En el Foro de Sao Paulo se agrupa toda la izquierda chavista y castrista de la región y impulsa movimientos a lo largo del mundo.

Araújo, en nuestra conversación, se mostró preocupado por el futuro de Brasil. Le inquieta el crecimiento de Lula y el decaimiento de Bolsonaro, a quien critica fuertemente por supuestamente ser tan dócil ante el avance de la extrema izquierda en la región y por sus relaciones económicas y diplomáticas con Rusia y China.

“Yo salí de Itamaraty”, me dijo Ernesto Araújo, “y el presidente Bolsonaro dejó que volviera esa negligencia. Y parte de eso es la inacción ante el Foro de Sao Paulo”.

En uno de los momentos clave de su conferencia, usted insiste en China como principal adversario o amenaza para Occidente. ¿Por qué?

Porque creo que China tiene un objetivo de hegemonía mundial, por dos razones: una histórica —es claro, China debe de considerarse un imperio superior, como otros imperios se consideran; pero no solo China, hoy estamos viendo esa tendencia. Y por la característica de cualquier régimen derivado del marxismo, que siempre es internacional (no hay marxismo nacional), y siempre parece creer que solo se levantará un comunismo a nivel global.

Si no hay una liberación (como dicen ellos; para nosotros es una esclavitud, pero para ellos es una emancipación); si no hay eso en toda la tierra, en toda la humanidad, no está hecho el proyecto. Estoy convencido del carácter marxista, maoísta del actual régimen chino. La idea de que se han alejado, de que solo hay una relación simbólica con el maoísmo, creo que es completamente equivocada. Creo que todo lo que están haciendo es una recurrencia de las visiones de Mao Tse Tung, de la visión que empieza quizás en el 72 con la visita de Nixon a Pekín, donde Mao muestra que es mucho más inteligente que los soviéticos y que la sobrevivencia del comunismo está en acercarse a Estados Unidos, acercarse al Occidente capitalista. Eso es lo que pasa en el 72 y todo lo que vemos en China desde entonces es una recurrencia de eso.

La apertura de Deng Xiaoping, después los años 90, cuando por un momento parecía que podían retroceder pero que no, que siguen, y luego la penetración cada vez más grande de China en Occidente a través de los intereses económicos… Creo que China y quizás Mao ya lo sabían: ¿cómo vas a penetrar en la sociedad occidental? Por el lado del materialismo. Eso es lo que pasa en la sociedad occidental posmoderna, que es una sociedad que se vale del materialismo. Si fuera una sociedad todavía con valores más profundos, no estaría pasando lo que está pasando, pero un Occidente que solamente piensa en dinero es un Occidente que se abre a China, porque China viene con las inversiones, con la chequera.

¿A cambio de qué?

De dinero. ¿Qué es lo que un occidental dice? Bueno, acá viene un chino, quiere hacer negocios. Los negocios que puedo hacer con él son mucho más interesantes de los que puedo hacer entre las democracias occidentales. ¿Por qué no lo voy a hacer, porque es comunista? ¡No, eso no importa! Hazte de cuenta que no existe el comunismo y haz negocios con China.

China ha penetrado a Occidente por esa vía del materialismo. El materialismo es, me parece, la puerta vulnerable de Occidente al mundo. En Brasil es muy claro que es así. China penetra en cada país por las debilidades de ese país y poco a poco va conquistando la simpatía de las élites de cada país, creando constituencies en los países que, por el interés económico, se atan cada vez más a China. Lo que pasa en Brasil es: al ser el agro el principal sector de la economía brasileña, China lo tiene controlado. Dependiendo del producto, varía entre el 40, 50 o 60 %, pero ya en un volumen que le permite controlar todo.

Le dices: bueno, ¿usted cómo ve el mundo? ¿Es conservador? Sí, soy conservador, te responden. ¿Religioso? Sí, soy muy católico, soy muy cristiano. Te dicen que están en contra del aborto, que apoyan la familia, por la educación tradicional… Muy bien, les digo, pero para defender esos valores tienes que perder exportación de soja a China… “¡No, eso no, eso sería ilógico!”…

Entonces, ingresaron por la vía del dinero, que es como se penetra en el caso de Brasil.

Es que China podría ser un aliado comercial y ya, pero no es el caso, ¿no? China es mucho más que un aliado comercial, y es peligroso. ¿Por qué?

Es una ilusión que la gente todavía vende y se compra en Brasil de que China puede ser un aliado comercial y ya. ¿Por qué no puede ser así? Porque China usa el comercio como un instrumento de hegemonía global. La idea más perniciosa que existe hoy es que China solo quiere hacer negocios. No. China quiere dominar el mundo a través de los negocios. Eso es lo que es. Entonces, ahí está el peligro. Porque es una relación muy difícil de mantener en el ámbito de negocios.

¿Qué intenté hacer cuando estaba como canciller? Esa cuadratura que es difícil, pero que se puede hacer: restringir la relación con China a lo comercial. Dejar de hacerla una relación estratégica, porque cuando quieres una relación estratégica para que eso tenga un sentido es porque compartes valores. ¿Qué es lo que decía el presidente Bolsonaro desde la campaña? “Queremos que China compre productos de Brasil”. Y esa era la línea que me dio el presidente, no la inventé yo. Me la dio Bolsonaro y con la que estaba completamente de acuerdo.

Yo veo al presidente como un arquitecto que hace un dibujo con pocas líneas del edificio. El ministro, en mi caso el canciller, es el ingeniero, él no hace el diseño, él dice: bueno, ¿cómo voy a meter piedras en eso y transformarlo? Fue lo que intenté hacer, y es un trabajo complejo, pero para eso estamos, para hacer cosas difíciles.

Estamos en un trabajo que sería largo, pero que, con cuatro años, sobre todo con ocho años con una perspectiva de reelección, sí que conseguiríamos los objetivos. Y era un detalle muy interesante porque la gente decía que yo perjudicaba los intereses económicos de Brasil en relación con China, pues durante el periodo que estuve ahí, el comercio y las exportaciones a clientes chinos aumentaron.

Y eso se ajustaba a ese propósito de que China compre productos de Brasil…

Exactamente. Entonces la idea de que tienes que llegar y sumarte a todo lo que China quiere para poder venderles es completamente errada, completamente equivocada. Nosotros probamos eso. Íbamos paso a paso, no queríamos crear hostilidad con China, pero hablando con franqueza, estábamos llegando a eso. Teníamos buena relación con el ministro de Interior chino. Me dijo: “No, usted se encontró el año diez veces con Mike Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos, y dos o tres veces con el de China”. Es que realmente nos sentimos mucho más cercanos de Estados Unidos.

¿Dónde está escrito que debemos tener un equilibrio? No. El equilibrio no puede ser una fuerza abstracta. Si tenemos valores, no es una cuestión ideológica. Si tus valores y tus intereses económicos también te acercan más a un actor determinado, es lo que tienes que explorar. Esa idea abstracta, formalista de un equilibrio, es como la gente ve las cosas ahora. Pero con eso vamos logrando esa recomposición y la gente tiene también esa visión de que Brasil no es nada, que no tiene una identidad, que es solamente como si fuera una empresa. Brasil es una nación.

Me decías que los brasileños ven una cuestión de identidad…

Como tal, los brasileños en la calle, pero el establishment que maneja las cosas, el de política exterior, con el cual me enfrenté mucho, no ve que el país tenga una identidad. Entonces es como si fuera a elegir dos socios de negocios, como si fuera una empresa, equivalentes. “Al que me paga en mejor precio si estoy vendiendo o el que me vende por mejor precio si estoy comprando es al que voy a elegir”. No somos una empresa, somos una nación: la gente tiene valores que nos acercan más como socios a Estados Unidos y Occidente y menos a China.

Entonces vamos a organizar las cosas para que nuestras relaciones, incluso económicas, correspondan a eso, a nuestra identidad. No es que prefiramos por arbitrariedad a Estados Unidos, no. Es porque es un país capitalista, en su mayoría cristiano, de tradición occidental, platónica, aristotélica, con una economía abierta, de movilidad social. Es un modelo que queremos mucho, con diferencias culturales, pero corresponde al sentimiento de Brasil.

En Brasil somos una sociedad abierta, donde la gente quiere subir, bajar, vender, comprar con libertad. No somos una sociedad hecha para el control social. Entonces, al momento donde queremos y necesitamos ir: realmente necesitamos transformar Brasil en una verdadera economía capitalista de mercado, que no era. ¿Hacia dónde vamos? ¿A una alianza con Estados Unidos preferencial o con China? Es decir, queremos ser capitalistas: ¿vamos a ser una alianza preferencial con un país como China? No. No tiene sentido. Vamos a mantener el comercio, claro, a aumentar si es posible, pero a nivel de integración económica de nuestras sociedades, Estados Unidos. Sociedad libre.

¿Queremos una sociedad de control que sea nuestro principal aliado? —ah, y eso de que el comercio no influye en la cultura, en la educación, es un absurdo porque China está penetrando en la cultura—.

China ha abierto una escuela en Río de Janeiro el año pasado. Una escuela que, así como hay una escuela alemana, italiana, americana, hay una escuela china donde, claro, se aprende portugués, como en una escuela americana se aprende inglés, ahí se aprende chino. Pero se aprende que el régimen chino es una maravilla, se aprende que hay que replicar ciertas cosas… Y si uno se queja y dice “¿cómo puede ser eso?” Te dicen: no, no podemos hacer nada contra China porque es nuestro principal aliado comercial. Si decimos que no queremos una escuela china nos van a perjudicar en el comercio.

Entonces, el comercio se utiliza para todo. Están poniendo plata en la principal red de comunicación, el Globo. La organización Globo recibe mucha plata de los chinos. Intenta ver si Globo habla algo de China, si habla de los uigures. No. Bandeirantes, que es una de las 4 o 5 más grandes, es prácticamente un órgano de propaganda china. Tienen programas de propaganda china en sus planes. Y eso, claro, va influyendo en la cultura, en la educación del país. De manera que es una inocencia decir que “es simplemente comercio con nuestro principal aliado y eso no va a influir en nuestra cultura”.

A cambio de plata se entrega el país culturalmente, que es mucho peor que destruir un sector económico.

Usted hablaba de Estados Unidos como un aliado mucho más cercano y una referencia de modelo económico. Una gráfica de The Economist presenta el contraste: a principios del 2000, el principal socio económico de Occidente era Estados Unidos, hoy es China. ¿De quién es la responsabilidad?

Minoritariamente, de Estados Unidos. Mayoritariamente, de las élites de cada país.

En el caso de Brasil, es claro que ha sido un proyecto deliberado del establishment brasileño de alejarse de Estados Unidos y acercarse a China. Por varias razones, pero la principal me parece que es la cuestión del dinero. A China no le importa entrar en Brasil pese a la corrupción, no le importa llegar y que el contacto quiera que pague 10, 15 o 20 % en sobornos. Una empresa americana no haría eso. Una empresa noruega o francesa no haría eso porque no puede. Porque si hace eso se descubrirá y sufrirá sanciones en las leyes de responsabilidad corporativa de la OSD o de donde sea. Sus accionistas no lo van a permitir.

Entonces la élite política brasileña vive de eso. Vive de administrar la economía según quién pague, y China paga. Y eso se combinó con una tendencia antiamericana y procomunista de alguna manera (aunque no lo van a admitir). Es una tendencia antiamericana en Cancillería de Brasil, que desde hace mucho tiempo —y hay que analizar esos orígenes— se combinó con la élite política y un sistema político que quiere un aliado comercial que facilite la corrupción.

Cuando vieron que China podía cumplir ese papel —claro, eso viene también del hecho de que China creció de una manera que podía hacer ese papel de gran aliado comercial— inmediatamente empezaron a ir hacia China, a acercarse a ella y a alejarse de Estados Unidos.

Hay una cosa interesante: a lo largo de los 90, siempre Brasil rechazó todas las ideas de integración económica con Estados Unidos, modelo NAFTA o modelo ALCA, porque tenían el principal argumento de que no podíamos crear una hiperdependencia económica con este país, pues si nos volvíamos demasiado dependientes económicamente de Estados Unidos, íbamos a depender también ideológicamente de ellos. Eso hasta más o menos 2008, cuando China se vuelve el principal aliado comercial. Insisto: antes de 2008, Estados Unidos era el principal parcero comercial de Brasil y en ese momento decían “no, no se puede depender de ellos”.

El día que China se vuelve el principal aliado comercial de Brasil dicen “no, no hay problema, podemos depender cada vez más de China”. Empezamos con 10, 15, 20 y hoy estamos en 35 % en control de China.

Continúe leyendo en El American

Vía Bloomberg News

Una votación abrumadora de las Naciones Unidas sobre una resolución que condena la invasión rusa a Ucrania podría aumentar la presión sobre China para que adopte una postura más clara sobre el tema.

El miércoles, en una sesión de emergencia, la Asamblea General de la ONU aprobó por 141 votos a favor y 5 en contra la medida que insta a Rusia a detener de inmediato su “agresión”. A Rusia solo se le unió Bielorrusia –un punto clave de lanzamiento para su invasión–, Eritrea, Corea del Norte y Siria en oposición a la resolución no vinculante.

La votación puso de relieve los continuos esfuerzos de China para evitar adoptar una postura clara contra la acción militar de su cercano socio diplomático, a pesar de la frecuente defensa de Pekín de los derechos de soberanía garantizados por la ONU. El país, uno de los cinco miembros con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, estuvo entre los 35 estados que se abstuvieron en la votación.

El representante permanente de China ante la ONU, Zhang Jun, dijo que la resolución “no había sido objeto de consultas completas entre todos los miembros, ni tomó en consideración la historia y la complejidad de la crisis actual”, según el medio oficial Xinhua News Agency. “No están en línea con las posturas de China. Por lo tanto, China no tuvo más remedio que abstenerse”, dijo Zhang.

La guerra los pone a prueba

La guerra está poniendo a prueba el compromiso que hizo el mes pasado el presidente chino, Xi Jinping, de una relación “sin límites” con Putin, mientras Estados Unidos y sus aliados suman sanciones y presionan a Pekín para que tome una postura contra la agresión militar. En los últimos días, Xi instó a Putin a continuar con las negociaciones y China además se abstuvo de aprobar una resolución vinculante del Consejo de Seguridad de la ONU que condena el ataque.

“La abrumadora condena de 141 Estados en oposición a Rusia, socio estratégico de China, es una señal clara para China de que otros Estados están observando cómo un Estado líder como China responde al flagrante abuso de la soberanía ucraniana”, dijo Courtney Fung, profesora asociada de la Universidad de Macquarie y miembro asociada de Chatham House. “El discurso sobre una ‘mentalidad de la Guerra Fría’ es una cosa, pero tolerar la invasión es otra”.

Si bien, esta semana, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, calificó el conflicto como una “guerra” e instó a la protección de los civiles en una llamada con su homólogo ucraniano, Dmytro Kuleba, China se ha abstenido de llamar públicamente a un cese al fuego o de utilizar el término “invasión”.

China no ha criticado a Rusia y continúa expresando apoyo a sus preocupaciones de seguridad y culpando a EE.UU. por precipitar la crisis.

Por Inigo Alexander en Newsweek. Traducción libre del inglés por morfema.press

Beijing quiere a Estados Unidos como un segundo confiable y dócil para China primero. Un amigo obediente.

La atención del mundo se ha vuelto una vez más hacia China este mes, ya que organiza los Juegos Olímpicos de Invierno de este año en Beijing.

Estos Juegos de Invierno, apodados por algunos como los ‘Juegos del Genocidio’ , son mucho más que un gran evento deportivo, ya que están envueltos en controversias y aumentan las tensiones políticas.

Durante las últimas décadas, China ha estado expandiendo su presencia como una potencia geopolítica en el escenario global, un desarrollo que EE. UU. ha seguido de cerca desde Washington DC

Una de las personas que está al tanto del tema es Isaac Stone Fish, analista de asuntos internacionales, fundador y director ejecutivo de la consultora Strategy Risks y autor del nuevo libro America Second: How America’s Elites Are Making China Stronger

«Escribí el libro por la frustración con las formas en que los estadounidenses prominentes hablaban y pensaban sobre China», dijo Stone Fish a Newsweek .

En su nuevo libro, Stone Fish explora cómo China cortejó a las élites políticas en los EE. UU. en un intento por promover los intereses chinos en los Estados e influir en su posición en el escenario mundial.

El autor considera que los esfuerzos de cabildeo de China son una forma de «corrupción» y los describe como «un proceso largo, fascinante y de manipulación psicológica».

“Lo que están tratando de hacer es cambiar la forma en que los estadounidenses hablan y piensan sobre China. Quieren presentar a China como pacífica y no como una amenaza para EE. UU., y que el ascenso de China es inevitable. Quieren tener ambas cosas. .

«Ese [mensaje es que] ‘esta es la nueva realidad y no hay nada que puedas hacer para detenerla, pero no tienes que preocuparte de todos modos porque China siempre ha sido pacífica’, y estas son, por supuesto, mentiras, «, declaró Stone Fish

Argumenta que China ha esperado su momento y ejercido su influencia en EE. UU. a través de una serie de figuras claves que se han mantenido constantes en los círculos de poder estadounidenses, incluidos pesos pesados ​​políticos como Jimmy Carter , Henry Kissinger y Madeleine Albright e incluso el hombre duro de Hollywood Steven Seagal.

Predecir la evolución a largo plazo de la relación entre EE. UU. y China es un asunto especulativo, aunque Stone Fish desconfía del resultado del peor de los casos: un posible conflicto armado.

«Estas cosas son difíciles de predecir, pero no es improbable que EE. UU. y China estén en lados opuestos de una guerra, tal vez incluso directamente uno contra el otro en los próximos años. Ya sea por Taiwán o por un gran número de otros países en Asia.» dijo.

Puede leer un extracto de America Second a continuación.

Introducción: Estados Unidos en segundo lugar: cómo las élites estadounidenses están fortaleciendo a China.

America Second es un libro sobre los aspectos perniciosos de la influencia del Partido en Estados Unidos. Y es un libro sobre cómo contraatacar sin ser macartista o racista: tácticas como asociarse con aliados estadounidenses, exponer el comportamiento corporativo ilegal y poco ético en China, restringir la capacidad de las instituciones estadounidenses para apoyar el genocidio en Xinjiang y fortalecer el Partido, y no estigmatizar americanos chinos. 

Durante décadas, Beijing incentivó con éxito a muchos estadounidenses de élite para fortalecer a China a costa de Estados Unidos. De manera específica y sofisticada, la política estadounidense debe eliminar esos incentivos.

Soy pro-China (en la medida en que uno puede estar a favor o en contra de cualquier país, especialmente uno tan masivo y multifacético como China). Viví en China durante seis años. He visitado todas sus veintidós provincias, sus cuatro municipios, sus cinco (cuestión de nombre) regiones autónomas, incluidas Xinjiang y el Tíbet, las regiones administrativas «especiales» de Hong Kong y Macao, y el país de Taiwán, que Beijing ha afirmado falsamente durante mucho tiempo. 

Pero yo soy antipartido. Me encantaría volver a vivir en China, y cuando el Partido finalmente sea eliminado del liderazgo, tal vez lo haga.

A los funcionarios chinos les encanta recordar a los estadounidenses que «China tiene cinco mil años de historia». Pero el Partido ha gobernado solo setenta y dos de esos años, mucho menos tiempo que muchas de las dinastías que lo precedieron. 

Uno de los muchos trucos que juega el Partido es convencer tanto a los chinos como a los estadounidenses de que su dominio sobre China es inevitable. Que no es.

El Partido ejerce su influencia sobre Estados Unidos de manera muy diferente al régimen del presidente ruso Vladimir Putin . En lugar de engendrar el caos para debilitar a Estados Unidos, el Partido trabaja de manera más silenciosa, en formas que atraen menos atención e intriga. 

Más que nada, habla el lenguaje suave de la corrupción. Durante muchos años, el Partido ha seducido y corrompido a ciertos estadounidenses individuales y sus empresas y agencias. La lista de personas es larga y lamentablemente distinguida: Jimmy Carter, Madeleine Albright, el CEO de Disney , Bob Iger, y el exalcalde de Chicago, Richard M. Daley, han promovido los intereses del Partido en Estados Unidos.

A principios de 2017, funcionarios de contrainteligencia de EE. UU. advirtieron al ayudante y yerno de Trump, Jared Kushner , que Wendi Deng Murdoch, ciudadana estadounidense naturalizada y exesposa del barón de la prensa, podría estar trabajando «para promover los intereses del gobierno chino». .» Personas como Carter, Albright e Iger promueven los intereses del gobierno chino, pero es casi seguro que lo hacen sin querer, lo que lo hace más efectivo y más peligroso.

Este es un libro sobre la codicia y los compromisos y las extrañas formas que puede tomar la influencia. Este es un libro sobre cómo Walt Disney Company ayudó a destruir el movimiento del Tíbet y cómo Steven Seagal y Mike Tyson difundieron la propaganda del Partido. 

Se trata de cómo y por qué Disney agradeció a una oficina de seguridad pública china que arrestó a musulmanes y los envió a campos de concentración, LeBron James .criticó al gerente general de los Houston Rockets por apoyar la democracia en Hong Kong, Marriott despidió a un empleado por apoyar al Tíbet, Boeing publicó anuncios elogiando a Beijing, Sheldon Adelson presionó personalmente para anular un proyecto de ley que condenaba el historial de derechos humanos de China y Ronald Reagan llamó a China un «tan -llamado país comunista». 

Es un libro sobre la carrera de Henry Kissinger, especialmente después de que comenzó su negocio de consultoría, Kissinger Associates, en 1982.

«El arco del universo moral es largo», dijo Martin Luther King Jr., «pero se inclina hacia la justicia». Sin embargo, eso fue en 1967, cuando una China caótica apenas logró ejercer influencia global. Hoy, el país rico y poderoso en que se ha convertido China ejerce una fuerza poderosa en el mundo y en Estados Unidos. 

De maneras sutiles y sofisticadas, Beijing persuade, engatusa y aporrea a algunas empresas, instituciones e individuos estadounidenses para que promuevan los valores del Partido, repitan los puntos de vista del Partido y consagran la autocensura sobre China en sus culturas corporativas e individuales. 

Ha surgido un patrón de aceptación de la influencia china, con variaciones principalmente en el grado más que en la dirección. El arco del universo moral sigue siendo largo, pero ahora se inclina hacia la acomodación.

¿Qué tan atentos deben estar los estadounidenses con respecto a Beijing? Y relacionado, ¿qué quiere el Partido de Estados Unidos? Es importante reconocer los límites de nuestra comprensión de lo que piensan los líderes chinos: hoy sabemos tanto sobre la cúpula del Partido como sobre los líderes soviéticos durante la década de 1950. ¿Xi desea destruir o subvertir la democracia estadounidense, o coexistir pacíficamente con ella? No sé. 

No se conoce ningún plan de dominio chino, ningún «maratón de cien años» para superar a Estados Unidos en 2049. No creo que Beijing esté siguiendo una gran estrategia para derrotar a Estados Unidos o dejarlo sin poder. No se puede enfatizar lo suficiente cuán entrelazada está nuestra economía con la de China, incluso después de años de desvinculación bajo Trump y el presidente Joe Biden .

Pero la evidencia sugiere que lo que el Partido quiere es que Estados Unidos ceda. Quiere que los estadounidenses reconozcan sus errores y se disculpen. Beijing quiere a Estados Unidos como un segundo confiable y dócil para China primero. Un amigo obediente.

Por James Dale Davidson en The Epoch Times

A partir de 2016, las unidades de apartamentos vacías de China podrían albergar a la ciudad de Nueva York 27 veces

¿Qué significa esto para usted? Hay muchos efectos por desperdiciar tantos recursos. A medida que profundiza en un ejercicio mental para familiarizarse más con las consecuencias ruinosas de las burbujas crediticias, agradezca no tener que preocuparse por los genios maliciosos que lo etiquetan mágicamente con escrituras hipotecadas.

Eso podría dar miedo. Imagina que algún genio cruel te tomara una antipatía perversa. ¿Qué peor ejemplo de magia malévola podría realizar el genio que presentarle las escrituras del asombroso inventario de 70 millones de estructuras de apartamentos vacías que acumulan polvo en toda China?

Podrías pensar que te convertiría en multimillonario, un magnate inmobiliario a la par de Donald Trump. Pero piénsalo de nuevo.

Este puede ser un buen momento para volver a contar una historia inusualmente encantadora que Trump contó sobre sí mismo, que data de la crisis de ahorro y préstamo de finales de los 80 y principios de los 90. Ese fue un momento en que 1.043 de las 3.234 asociaciones de ahorro y préstamo en los Estados Unidos fracasaron al tratar de digerir miles de millones en propiedades inmobiliarias hipotecadas en exceso.

En ese momento, Trump se encontraba caminando por las calles del Upper East Side de Manhattan una noche con su novia. Mientras caminaban, se encontraron con un vagabundo con un chaquetón andrajoso que yacía sobre una rejilla. Trump le comentó a su compañero : “Ese tipo tiene mil millones de dólares más que yo”. Ella respondió: “Pero no parece que tenga un centavo”. Trump respondió: “Él no lo hace”.

Cuando dijo eso, la fortuna de Trump era rehén de los bancos a los que les debía alrededor de mil millones de dólares más de lo que sus propiedades habrían obtenido en una venta forzosa. Describo esto “como una historia inusualmente encantadora”, porque Trump no es famoso por hacer bromas a sus propias expensas. No obstante, me confirmó en una conversación que el cuento anterior que comparto con uestedes es verídica. Muestra a Trump reconociendo con humor las implicaciones de la contabilidad de doble entrada en su mejor momento.

Con eso en mente, ¿cómo podría pagar las hipotecas de construcción de 70 millones de unidades de apartamentos sin residentes que el genio maligno le haya cedido? Una pregunta desafiante. Tendría que hablar rápido con los bancos chinos del tipo que Trump manejó con los bancos de Nueva York hace décadas durante la crisis de S&L.

Tu única esperanza de evitar ser absorbido por un agujero negro de impagos de deuda sería contratar a algunos sinvergüenzas creativos disfrazados de contadores para que te ayuden a persuadir a los bancos de que te presten miles de millones adicionales (o más, probablemente billones) para posponer el día del juicio final. Tenga en cuenta que la medida en que podría tener éxito solo empeoraría el problema final de mala inversión. Sus activos no mejorarían de ninguna manera si estuvieran gravados con una deuda adicional; simplemente se volverían más costosos.

¿Podrías seguir pagando la deuda?

¿Una pregunta de $36,4 mil millones?

Esa es al menos una pregunta de $ 36,4 billones. Tal vez una pregunta de $ 45,9 billones, o posiblemente incluso $ 116,6 billones. La respuesta correcta depende del nivel real de deuda de China. A diferencia del desafío de Trump de hace tres décadas cuando el problema de la deuda sistémica se denominó en miles de millones de dólares, el problema de la deuda incobrable de China es 1.000 veces peor.

Forbes informa sobre la estimación del profesor Victor Shih de la Universidad de California-San Diego, quien cree que las cifras oficiales de la deuda china han resultado lamentablemente inadecuadas.

¿Una pregunta de $45,9 mil millones?

En 2017, Shih calculó la deuda china total en el 328 por ciento del producto interno bruto (PIB) (reportado en $ 14 billones), por lo tanto, $ 45,9 billones. Según Shih, «los pagos de intereses totales desde junio de 2016 hasta junio de 2017 superaron el aumento incremental del PIB nominal en aproximadamente 8 billones de reminbis RMB».

Si es así, eso sugiere que el final está cerca. Sin embargo, por duro que suene, la situación real puede ser aún peor.

¿O una pregunta de 116,6 mil millones de dólares?

Si eres un conocedor de las verdades prohibidas, como yo, no tomas las cifras oficiales al pie de la letra. Sigues buscando pistas que revelen la historia real. Estoy convencido de que las estadísticas del gobierno chino son tan falsas como las de los Estados Unidos. Y más

El profesor Christopher Balding de la Escuela de Negocios HSBC de la Universidad de Pekín, una autoridad con buenas fuentes en la Junta de Estabilidad Financiera del Banco Popular de China (PBOC), recientemente hizo una aritmética subversiva que combinaba «activos en el balance» con «activos fuera del balance». Recuerde, mientras que las deudas son pasivos para los prestatarios, son activos para los prestamistas.

Concluye que la deuda total en China es un impresionante 833 por ciento del PIB. Eso significa una deuda de aproximadamente 116,6 billones de dólares.

Guau. ¡Simplemente guau!

El nivel de deuda real podría ser tres veces y media más alto que lo sugerido por las cifras oficiales. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma dice que la deuda china asciende al 260 % ​​del PIB (36,4 billones de dólares), mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) acepta una estimación oficial más baja del 230 %. Pero supongamos que el informe de Balding del 833 por ciento es correcto. En ese caso, se trata de un asunto de capital importancia para la economía mundial y sus inversiones.

¿Pagos de intereses anuales del 29 por ciento del PIB?

Recuerde, las tasas de interés en China no son tan minúsculas como las de los Estados Unidos o negativas como las de Europa y Japón. Suponga que la tasa de interés promedio pagada es igual a la tasa de depósitos interbancarios a corto plazo de 3.5 por ciento. Balding observa, “esto implicaría costos de servicios financieros para la economía del 29% del PIB nominal”. Esa es una nuez grande para roer. Incluso las tasas de crecimiento de China no se acercarían a cubrir los costos de mantenimiento anuales del 29 por ciento.

¿Es posible que Balding tenga razón?

Si. Veo varios indicios de que lo es.

¿Son las cifras financieras oficiales tremendamente incorrectas?

Por un lado, casi todos los casos de quiebra en China presentan evidencia de responsabilidades no reveladas de empresas individuales. Balding observa, “es común encontrar enormes cantidades de deudas no reveladas o productos de administración de activos (similares a Enron) en quiebras o incumplimientos de pago chinos”.

Esto subraya la sospecha de que el nivel real de deuda ha sido reducido. En palabras de Balding, también significa que «las cifras financieras oficiales en el balance general están muy equivocadas con consecuencias desastrosas».

WUHAN, CHINA – 26 DE SEPTIEMBRE: (CHINA FUERA) Una vista aérea muestra a la comunidad Evergrande Changqing el 26 de septiembre de 2021 en Wuhan, provincia de Hubei, China. En 2015, Evergrande real estate adquirió cuatro proyectos súper grandes en Haikou, Wuhan y Huizhou, con un área total de construcción de casi 4 millones de metros cuadrados y una cantidad total de 13,5 mil millones de yuanes. Evergrande, el desarrollador inmobiliario más grande de China, enfrenta una crisis de liquidez con deudas totales de alrededor de $300 mil millones. Los problemas que enfrenta la empresa podrían afectar la economía de China y la economía global en general. (Foto de Getty Images)

“Esto implica que debemos repensar toda la historia del desarrollo y las finanzas de China probablemente desde alrededor del año 2000”, advierte.

“El endeudamiento excesivo se distribuye en prácticamente todos los sectores de la economía. Antes, si había un impacto en el sector empresarial, los propietarios y el gobierno podían intervenir y ayudar. Sin embargo, prácticamente ningún sector de la economía china no tiene un enorme endeudamiento. Distribuirlo por todas partes simplemente reduce la capacidad de manejar una descarga”.

‘Ninguna buena acción queda sin castigo’

Hablando de «conmociones», no debería sorprenderse al saber que Balding fue despedido de su cargo en la Universidad de Pekín después de discutir su conclusión, basada en datos del PBOC, de que la deuda total en China aumentó al 833 por ciento del PIB nominal.

En un mundo corrupto, donde la gente tiene trillones de razones para mentir sobre la economía (y algunos sin duda han perdido la vida por no prestarles atención), el despido del profesor Balding es lo más cerca que se puede esperar de una confirmación oficial de que sus números son correctos.

Una forma de reafirmar las revelaciones de Balding es que nadie sabe quién debe qué a quién o cuánto se puede saldar antes de que todo el castillo de naipes chino se derrumbe. Las estimaciones de deudas incobrables en el sistema bancario chino alcanzan el 50 por ciento del PIB, o alrededor de $ 7 billones. Mucho más que suficiente para que el sistema bancario sea insolvente.

Se avecina un colapso de la burbuja de activos de China. Dudo que algún magnate chino esté paseando por las calles de Shanghái con sus novias, haciendo bromas sobre que la gente de la calle es un billón de yuanes más rica que ellos. Eso subraya un problema cuando el gobierno de un país aumenta la deuda a magnitudes más allá de la escala de activos en poder incluso de las personas más ricas. Eso hace que sea aún más improbable que los activos hipotecados puedan ser redimidos de los empeños mientras están gravados por algo parecido a su nivel actual de deuda.


China quiere su ciberespacio convertido en una herramienta decontrol gubernamental y de rejuvenecimiento nacional y cualquiera que se desvíe, persona o empresa, está siendo penalizada.

Por Laszlo Beke

Progresivamente y en la medida que el estado toma control, las tecnológicas chinas están perdiendo negocios, puestos de trabajo y también la esperanza.

La mano dura está destruyendo el empuje emprendedor que convirtió a China en una potencia en tecnología y alejando  de allí a los jóvenes más brillantes del país. El mercado de trabajo está sufriendo una transformación mayor, muchos jóvenes chinos se están orientando al sector público buscando trabajos estables, aun cuando paguen menos.

Pero sabemos que la burocracia nunca ha producido riqueza. La regulación como controlEl anteriormente vibrante sectorestá cayendo víctima de la enérgica campaña regulatoria.

El gobierno ahora tiene mano libre para entrometerse de múltiples maneras en el manejo de las empresas y estos están temerosos de convertirse en los nuevos objetivos de la campaña.

El sector tecnológico que era reconocido por el orgullo y la ambición, es ahora dominado por el miedo y el pesimismo en la medida que las empresas recortan sus objetivos de crecimiento y despiden a sus empleados jóvenes y muy bien educados.

El enfoque híper-político del gobierno chino tiene como objetivo tomar control del sector y no asegurar la competencia y la protección de los usuarios.

La campaña está rápidamente acabando con la innovación, la creatividad y el espíritu emprendedor que convirtieron a China en una potencia tecnológica en la última década. Está destruyendo empresas, los resultados de estas y los empleos que anteriormente solían atraer a los chinos más capaces y brillantes. 

Resultados económicos de la campaña

El daño ya está ocurriendo, algunas empresas han tenido que cerrar, mientras que otras están sufriendo resultados decepcionantes o pérdidas gigantescas.  Algunos ejemplos concretos:

  • Las empresas que cotizan en la bolsa han perdido la mitad del valor de sus acciones.
  • En el tercer cuarto del año pasado, la empresa china de tecnología más grande, Tencent, tuvo su crecimiento más lento desde el 2024.
  • Las utilidades del gigante de comercio electrónico Alibaba decayeron 38% contra el año anterior.
  • Didi, que era el emprendimiento de mayor valor en China reportó una pérdida de US$6.300 millones en los primeros 9 meses de 2021. A partir de Julio, las autoridades impidieron que aceptara nuevos usuarios y ordenaron que fuera retirado de las Tiendas de Apps a la espera de una investigación de ciberseguridad.
  • El negocio de educación en línea y tutoría prácticamente ha desaparecido, cuando el gobierno decidió que eran cargas innecesarias para padres y niños, afectando el impulso que quieren darle al esfuerzo de recorte de la caída de la tasa de natalidad. Cientos de miles de personas, y probablemente millones, han perdido su trabajo por ello.
  • Las redes sociales y las plataformas de entretenimiento han tenido que retirar contenidos e influenciadores populares, por el temor de los múltiples avisos gubernamentales que sus productos y estrellas son ideológicamente inapropiados para los jóvenes. 
  • El gran problema del sector es una severa escasez de suministro de contenido y si continua el país se convertirá eventualmente en un desierto cultural.

 Las penalidades

  • El pasado diciembre el ente regulador ordenó a las plataformas el cierre de 20.000 cuentas de los principales influenciadores.
  • Alibaba recibió una penalidad de US$2.800 millones por competencia desleal en Septiembre. A seguidas Meituan, el gigante del delivery de comida, recibió otra por US$530 millones.
  • Weibo, la plataforma que se asemeja a Twitter recibió 44 penalizaciones entre Enero y Noviembre. Douban, que se dedica a crítica de libros y cine, tuvo 20 penalidades.
  • Huang Wei, la principal influenciadora en la plataforma de Alibaba fue castigada con US$210 millones por evasión de impuestos.

 Para poder su lealtad, muchas tecnológicas están tratando de moverse al área de creación de tecnología que ayude a Chinaliberarse del “yugo” de las debilidades que Estados Unidos puede explotar de acuerdo al gobierno chino.

Eso incluye semiconductores, nuevas energía y otros avances tecnológicos. El paso no es fácil, ya que muchos científicos tienen el germen emprendedor que no podrán usar. La competencia Estados Unidos-ChinaLas políticas abiertas llevan a grandes mercados, a la competencia entre las empresas y a intercambios de productos y personas.

En general, no solamente son las empresas en un país que liderice las que crean tecnologías y obtienen retornos por la innovación.

Hay un conjunto de países que tienen empresas de alta tecnología exitosas y en diferentes nichos. También terminan beneficiándose los consumidores a nivel global, con mejores producto y precios más bajos:

  • Los sistemas abiertos y competitivos maximizan la innovación global.
  • Las inversiones tecnológica chinas son guiadas con una claridad estratégica que impulsa las prioridades de inversión a través de fondos de inversión focalizados y buscando mejorar las capacidades militares. En China se está perdiendo la extraordinaria masa de empresas y personas que crearon el fenómeno tecnológico chico de los últimos diez años.
  • El Departamento de Defensa de Estados Unidos ya no es el que impulsa las prioridades de innovación a través de la focalización de los fondos de investigación. Ahora, muchos de los avances provienen del sector privado y se conforman de acuerdo a las preferencias de los consumidores. Este aspecto sigue en pleno crecimiento.
  • China además continúa su desarrollo y exportación de tecnologías que facilitan la vigilancia y la represión.


 

Se hace a referencia  a As Beijing Takes Control, Chinese Tech Companies Lose Jobs and Hope https://nyti.ms/3qWwA8i y U.S. – China Technology Competition https://brook.gs/3r0Swz9. La imagen es cortesía de Pixabay. También se encuentra en mi Portal https://bit.ly/341vTCR

En el año 2000, China comerció con Latinoamérica por valor de 12.000 millones de dólares. Para el año 2019, esa cifra había crecido hasta unos asombrosos 330.000 millones. La intervención de China en Latinoamérica parece claramente traducirse en control, no solo de los recursos naturales

En el año 2000, China comerció con Latinoamérica por valor de 12.000 millones de dólares. Para el año 2019, esa cifra había crecido hasta unos asombrosos 330.000 millones.

Por Judith Bergman en el Gatestone Institute

Ese extraordinario crecimiento da una idea de la manera en que la influencia china en la región se ha expandido en las últimas dos décadas

La intervención de China en Latinoamérica parece traducirse claramente en control, no solo de los recursos naturales. «En los últimos cuatro años, República Dominicana, El Salvador y Panamá han transferido su reconocimiento [diplomático] de Taiwán a China», escribió la revista Time en febrero.

«Conseguir esa clase de aliados en Latinoamérica ofrece a Pekín votos muy valiosos en Naciones Unidas y respaldo a sus candidatos en las instituciones multinacionales. Asimismo, le da poder a la hora de empotrar compañías de las que fijan estándares tecnológicos, como Huawei, ZTE, Dahua y Hikvision –todas ellas sancionadas por Estados Unidos– en las infraestructuras regionales, lo que le permite dictar las normas del comercio para una generación».

«Se espera que el comercio entre China y ALC [América Latina y el Caribe] se duplique para el año 2035, hasta superar los 700.000 millones de dólares», han escrito Pepe Zhang, director asociado del Latin America Center del Atlantic Council, y Tatiana Lacerda Prazeres, ex secretaria del Tesoro de Brasil.

«China se aproximará e incluso sobrepasará a EEUU como el mayor socio comercial de ALC. En 2000, China representaba menos del 2% del comercio total de ALC. En 2035 podría llegar al 25%… Brasil, Chile y Perú podrían destinar a China más del 40% de sus exportaciones».

Las compañías chinas están invirtiendo fuertemente en América Latina en el marco de la Nueva Ruta de la Seda. La lista de proyectos chinos recientes en la región es larga e ilustrativa de la influencia y presión que ejerce Pekín allí. Lo que sigue es solo un pequeño muestrario:

En agosto, Brasil suscribió un acuerdo con China para la construcción del mayor puente marítimo colgante del país, que unirá la ciudad de Salvador de Bahía con la isla de Itaparica y que tendrá un coste de 1.200 millones de dólares. Las compañías chinas controladas por el Estado chino que están detrás del proyecto se harán cargo del puente por espacio de 30 años. Mediante la estatal China Merchants Port, Pekín posee y opera también Paraguaná, el segundo puerto comercial del gigante sudamericano y uno de los mayores de América Latina. En la actualidad, China está construyendo un nuevo puerto, por valor de 500.000 millones de dólares, en San Luis, capital del estado de Maranhão.

Brasil se ha convertido igualmente en un gran mercado para la Ruta de la Seda Digital china, no en vano Huawei se convirtió en su mayor suministrador de equipos de redes ya en 2014. En Campinas, São Paulo, Huawei gestiona un centro de formación, investigación y desarrollo que instruye a más de 2.000 personas cada año. Adicionalmente, en 2018 China Unicom y Huawei Marine Networks completaron un cable submarino de fibra óptica de 9.600 kilómetros en el Atlántico para conectar Brasil con Portugal a través de Cabo Verde

En Argentina, China se dispone a construir, el año que viene, una nueva planta nuclear cerca de Buenos Aires, a un coste de 8.000 millones de dólares. A ello hay que sumar las dos presas que ya está construyendo en el sur. En diciembre de 2020 se firmaron acuerdos por valor de 4.700 millones de dólares para que compañías ferroviarias chinas –entre ellas la China Railway Construction Corporation, que tiene vínculos con el Ejército Popular de Liberación– mejoren la estructura ferroviaria del país austral y construyan casi 2.000 km de vías férreas.

China es el mayor socio comercial de Argentina. En 2020, el 75% de las exportaciones argentinas de carne fueron a parar a China, el mayor consumidor mundial de carne. «La relación sino-argentina (…) es una de las más consolidadas en la región», afirma Evan Ellis, profesor de investigación sobre Latinoamérica en el US Army War College Strategic Studies Institute.

«Durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, compañías de la RPC [República Popular China] se establecieron con socios locales en un amplio abanico de sectores económicos: desde el petróleo, la minería y la agricultura al transporte y la logística, las telecomunicaciones, la banca y las finanzas, incluso en las industrias aeroespacial y de defensa».

El Ejército chino gestiona una estación de investigación espacial en la provincia de Neuquén. Según Reuters, la instalación «opera con poca supervisión de las autoridades argentinas». Ellis escribe:

«Si bien el telescopio no tiene un objetivo abiertamente militar, la dirección del Mando Sur de Estados Unidos lo ha mencionado como objeto de preocupación, dado que es concebiblemente capaz de interceptar señales procedentes de América, o de satélites, o de dar soporte a otras misiones estratégicas chinas».

En Perú, la estatal china Cosco, tercera compañía mundial de contenedores y el quinto mayor operador mundial de terminales portuarias, firmó un acuerdo en mayo para construir un puerto cerca de la capital, Lima, por valor de 600.000 millones de dólares.

China es el socio comercial más importante de Perú y Perú, el segundo mayor productor de cobre del mundo, suministra el 27% de la demanda china de cobre. El año pasado, el 64,2% de las exportaciones peruanas de cobre y el 23,8% de las de zinc –en términos de valor– fueron a parar a China. Por su parte, las compañías chinas desempeñan un papel fundamental en la industria minera peruana.

Chile se sumó a la Nueva Ruta de la Seda en 2018. China es el mayor socio comercial de Chile y el principal mercado para las exportaciones de fruta y vino del país sudamericano.

En julio, la estatal china State Grid International Development Limited (SGID) adquirió una de las mayores distribuidoras chilenas de electricidad, la Compañía General de Electricidad, con lo que ahora posee dos de las mayores empresas chilenas del ramo. Se ha informado de que esa fue la segunda mayor inversión internacional de la SGID.

En Colombia, las obras para la primera línea de metro de Bogotá empezaron en agosto. Están a cargo de China Harbor Engineering Company Limited. Además, China está construyendo en dicho país una línea interurbana de tranvía y una autopista (en el sur), y le ha vendido una flota completa de autobuses eléctricos.

EEUU sigue siendo el principal socio comercial de Colombia, que no se ha unido a la Nueva Ruta de la Seda, pero a largo plazo la implicación de China en el país sudamericano puede perfectamente alterar la ecuación.

En Ecuador, China controla las dos principales minas de cobre y una gran parte de la industria petrolífera. Asimismo, ha construido varias presas hidroeléctricas, alguna de las cuales ha resultado defectuosa. La deuda de Ecuador con China equivale al 38,7% del PIB del pequeño país americano. «Estados Unidos está perdiendo Latinoamérica ante China sin dar batalla», declaró el embajador de Ecuador en Washington a Axios en septiembre. «China está esperando, diciendo: ‘Aquí estamos. Os estamos dando dinero’. Lo que quiere es el control, por supuesto, pero eso no lo dice».

En una comparecencia ante la Comisión de Revisión de las Relaciones Económicas y de Seguridad entre EEUU y China el pasado mayo, el profesor Ellis declaró:

«No es necesario mostrar las malévolas intenciones de la RPC en sus actividades en América Latina y el Caribe para concluir que las consecuencias presentes y futuras de esa implicación son graves para la prosperidad, la democracia y las libertades en la región, así como para la seguridad y la posición estratégica de EEUU».

«Los objetivos de China en América Latina y el Caribe son señaladamente consistentes con lo que pretende Pekín a escala global: asegurarse materias primas y alimentos, accesos fiables a [distintos] mercados para sus bienes y servicios (particularmente en los sectores estratégicos y de alto valor añadido), tecnologías estratégicas y capacidades relacionadas».


Judith Bergman, columnista, abogada y analista política, es Distinguished Senior Fellow en el Gatestone Institute.

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