Por morfema.press

COFAVIC considera necesario compartir su preocupación acerca de las graves e irreversibles consecuencias que podría acarrear el impulso de una corriente de opinión pública que pretenda  ofrecer salidas políticas y económicas a cambio del silenciamiento de la voz de centenares de víctimas de violaciones de derechos humanos y la negación del dolor que han sufrido.  

Como ONG fundada por víctimas de los sucesos del Caracazo, los cuales marcaron un antes y un después en nuestra historia contemporánea;  y como organización que desde 1989 no ha cesado en el acompañamiento de miles de personas cuyos derechos humanos han sido vulnerados por el Estado durante múltiples y representativos acontecimientos, consideramos que en la actualidad todo el país se haya ante un nuevo punto de inflexión histórica,  un momento muy delicado, dado que la propuesta de un futuro de acercamiento de los factores políticos y sociales puede  relativizar las posibilidades de  derrotar la impunidad, al fomentar la idea de la inutilidad e inoportunidad  de la búsqueda de justicia y exponer a víctimas y sus familiares a mayores riesgos.

Desde la perspectiva de COFAVIC, las obligaciones de Verdad, Justicia y Reparación de parte del Estado no se deben minimizar ni embargar en nombre del futuro, ni de reformas que son insuficientes, o de la búsqueda de mejores tiempos políticos, sociales y económicos. 

No es posible construir bienestar ignorando tantas heridas abiertas por la violencia estructural del Estado, ni desoyendo el clamor de madres, padres y familias enteras a quienes se les ha negado sistemáticamente la justicia.

Los crímenes de lesa humanidad no prescriben

Tanto el Derecho Internacional como nuestra Constitución  establecen que ni las graves violaciones de derechos humanos ni los crímenes de lesa humanidad prescriben, por tanto, quedan excluidos de recibir cualquier beneficio, sean indultos o amnistías, que conlleven a su impunidad. 

Esto no es coincidencia, es un resultado histórico que obliga a los Estados y a la sociedad a no renunciar al desarrollo de investigaciones penales independientes, transparentes y conclusivas contra los responsables de graves crímenes de derechos humanos, una vez que han decidido establecer nuevos pactos de convivencia. 

La verdad y la justicia son indivisibles y la historia ha demostrado que la reparación integral es indispensable en aquellos procesos orientados a superar colectivamente un pasado marcado por violaciones de derechos humanos.

En COFAVIC consideramos que las complejas e inéditas circunstancias que atravesamos en Venezuela constituyen un momento decisivo en el que la sociedad civil y en particular las organizaciones y personas defensoras debemos estrechar filas en torno a las víctimas, para proteger su voz y sus derechos.

Ha sido gracias al testimonio de ellas y su voluntad de justicia que se ha logrado reconocer la grave crisis de derechos humanos y se han impulsado diversos mecanismos de protección internacional para Venezuela, tal y como la Misión Internacional e Independiente de Determinación de los Hechos o el mandato especial sobre Venezuela de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU.

Del lado de las víctimas

Podemos decir, con la seguridad que otorga la experiencia, que las organizaciones de derechos humanos  nos debemos a las víctimas.  Ellas han depositado su confianza en nuestra ética y capacidad de acompañamiento, y para todas estas personas vulneradas y lastimadas constituimos el  más cercano y determinante referente de esperanza.

Los derechos humanos no están sometidos a la voluntad de las minorías ni de las mayorías, no pueden ser intercambiados, y su vulneración solo debe dirimirse en estrados judiciales y no en instancias politicas.

En este mismo sentido, el perdón y la reconciliación de una sociedad no se imponen, se construyen mediante el concurso voluntario de quienes desean establecer una nueva manera de convivir. 

Por tanto, no corresponde ignorar o subestimar la obligación de reparar los daños causados a las víctimas, por el contrario, el futuro debe construirse desde hoy con base en el cese a las violaciones de derechos humanos y ofrecer a toda la población garantías de no repetición.