Via Derecha Diario
La economía colombiana se ubica como el tercer país más golpeado por la inflación en Sudamérica, solo por detrás de Argentina y Venezuela. El IPC aumentó un 1,05% en marzo de 2023, y ya lleva cuatro meses consecutivos por encima del 1%.
El Banco de la República confirmó que el IPC de Colombia aumentó un 1,05% en el mes de marzo, marcando una ligera desaceleración con respecto al período precedente pero todavía en niveles históricamente altos para el país. De hecho, el IPC se anotó el cuarto aumento mensual consecutivo por encima del 1%.
Con estos resultados, la inflación minorista volvió a aumentar y escaló al 13,34% interanual en el tercer mes del año, la cifra más drástica desde marzo de 1999. La inflación en alimentos sufrió una variación interanual del 21,8%, mientras que los precios mayoristas anticiparon un crecimiento acumulado de 12 meses en torno al 13,17% en febrero de 2023.
La inflación núcleo (sin contabilizar el efecto de los alimentos y la energía) aumentó al 12,16% interanual, siendo este el dato más elevado de la serie histórica del Banco de la República publicada desde el año 2000. Colombia se perfila como el tercer país más afectado por la inflación en América Latina, por detrás de Argentina y Venezuela (ambos casos muy extremos en esta materia) y por encima de países medianamente damnificados por la inflación como Chile y Uruguay.
La tasa de política monetaria del Banco Central colombiano se estableció en el 13% nominal anual a partir del 30 de marzo, en línea con la tasa de inflación anual. Sin embargo, el problema del país radica en la credibilidad y las expectativas hacia el futuro. El problema fiscal se presenta como un factor que erosiona sistemáticamente el efecto de la política monetaria.
El resultado primario del Gobierno nacional registró un déficit cercano al 1% del PBI en diciembre del año pasado. A pesar de que la economía colombiana se recuperó completamente del shock provocado por la pandemia, no se retornó al superávit primario presente en 2019.
Asimismo, el déficit financiero total representó el 5,2% del PBI en diciembre, y si bien se redujo con respecto al 6,7% que heredó el presidente socialista Gustavo Petro, todavía se encuentra en 3 puntos porcentuales por encima del nivel que había antes de la pandemia.
Estos niveles de desequilibrio no se pueden sostener a largo plazo, y ante el escepticismo de poder financiar la brecha con deuda, se deterioran las expectativas inflacionarias en vista al futuro y cae la demanda de pesos colombianos. A este hecho se añade el importante déficit de cuenta corriente que atraviesa el país (alrededor del 6% del PBI), que añade presión para la perspectiva de una pronta devaluación.
En presencia de expectativas por un eventual régimen de dominancia fiscal sobre la política del Banco de la República, las metas de inflación y la elevación de las tasa de interés podrían tener un efecto verdaderamente atenuado en el combate a la inflación.
Petro respondió a la inflación anunciando un amplio programa de congelamientos tarifarios, pero esta medida solo distorsiona los precios relativos de la economía, afecta las señales de inversión y solo posterga los aumentos del presente al futuro (con el correspondiente efecto en las expectativas de inflación).
Las medidas del presidente socialista, lejos de moderar la inflación, contribuyeron a aumentar el nivel real de los precios en términos de compra. Se eliminaron exenciones impositivas sobre alimentos de consumo masivo, y se dispuso del aumento de los aranceles de importación para la indumentaria. Los precios relativos de ambos productos se encarecieron con respecto a los salarios, y son cada vez más inaccesibles.