Vía Semana
Entre las directrices de inteligencia está el espionaje a varios países vecinos, incluso a Venezuela, con el que se reactivaron las relaciones, pero se mantienen las dudas por posibles amenazas híbridas, es decir, de las Fuerzas Bolivarianas o de grupos criminales ilegales que operan al otro lado de la frontera.
Las conflictivas e inestables relaciones de Colombia con los gobiernos de países vecinos como Venezuela, Nicaragua y Ecuador, se tradujeron en una orden de operación para realizar acciones de inteligencia y contrainteligencia, a través de ciberataques contra estos países. Así lo pudo confirmar SEMANA que tuvo acceso al documento con el que se dispone iniciar estas operaciones.
Todo esto ocurrió a pesar del restablecimiento de relaciones con países como Venezuela y justo antes del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya con respecto a Nicaragua. En el caso de Ecuador, se trata de un país que tiene hoy un Gobierno de derecha con Guillermo Lasso. Los tres países han gozado de las simpatías de grupos terroristas como las Farc y el ELN y han servido, especialmente Venezuela y Ecuador, como corredores del narcotráfico.
Al conocer que en Venezuela se mueven como pez en el agua agrupaciones ilegales como el ELN y las disidencias de las Farc se le denomina “amenaza híbrida”, mientras que con Nicaragua el asunto se refiere más al litigio y un posible conflicto. Con Ecuador las relaciones han sino inestables según el gobierno de turno, y se mantiene el fantasma de lo sucedido con los expresidentes Rafael Correa y Álvaro Uribe, tras la operación en la que murió el cabecilla de las Farc, Raúl Reyes en el vecino país.
El plan, ordendo en el gobierno del presidente Gustavo Petro, plantea lanzar ciberataques y espiar a Venezuela, Nicaragua y Ecuador, al considerar que representan una amenaza. El documento, con clasificación “ultrasecreto”, ordena recopilar información en el ciberespacio. Para ello se expidieron, por ejemplo, las órdenes de operaciones n.° 2022-531-0567999-2 y 2022-535-0574757-2, en las que se pidió realizar actividades de inteligencia y contrainteligencia con el fin de apoyar la recolección de información de carácter estratégico.
Dentro de la necesidad que argumentó la inteligencia militar para ordenar ciberataques contra Venezuela, Nicaragua y Ecuador, para obtener información sensible y de vital importancia en el campo militar, se estableció en el documentos de “actividad que contribuirá de manera significativa a conocer, prevenir y enfrentar la amenaza híbrida del actor de las fuerzas convencionales en aras de garantizar la independencia, soberanía, integridad territorial y el orden constitucional, en cumplimiento a la Orden de Operaciones No.2022-535-0574757-2 Bicentenario “Héroes de la Libertad” (BACIB)”.
La orden fue impartida por el Comando del Ejército y el Ministerio de Defensa a dos experimentados militares, un oficial y un suboficial, quienes recibieron la tarea de lanzar ciberataques contra Venezuela (bautizada como Viuda Negra), Nicaragua (Nutria) y Ecuador (Escorpión), con el propósito de contrarrestar cualquier amenaza que pudiera presentarse contra Colombia.
ara ejecutar la misión de ciberespiar a los tres vecinos, el Ejército autorizó que se emplearan “medios técnicos y talento humano, los cuales son adecuados y apropiados”.
Para realizar este trabajo de espionaje, se dispuso de unidades especializadas como señala el documento en poder de SEMANA, “las actividades de orientación, verificación, análisis, control y gestión operacional sobre el procedimiento de recolección de información en el ciberespacio adelantado por el personal integrante de las misiones de trabajo desarrolladas por la Compañía “A” Ciberinteligencia Activa y Compañía “B” Ciberexplotación, son indispensables y no se encuentra otro medio diferente para la recolección de información sobre la amenaza híbrida.”
Pero más allá de la tecnología, señala la institución castrense, “los agentes de inteligencia están entrenados y capacitados en normatividad legal vigente aplicable a las actividades de inteligencia y contrainteligencia (…) en el manejo de la información, tácticas, técnicas y procedimientos concernientes a la metodología de las operaciones de inteligencia”.
En la orden operativa se plantea con claridad los agentes que estarán a cargo de la misión, no tienen nombre propio, se refierten simplemente a al agente A, bajo el código 106**, y el agente B, 94** (se omiten algunos números por seguridad), quienes además estarán pendintes de que se “cumplan con las medidas de seguridad en los equipos de cómputo, utilicen los software y herramientas indicadas para la recolección de información, asimismo, comprobará que se cumplan las tácticas y técnicas establecidas para la recolección de información”
Uno de los documentos establece que, para desarrollar la misión, el agente A-106**, entre el 18 y el 24 marzo de 2023, efectuará un desplazamiento en el vehículo técnico de placas (se omiten por seguridad), desde Facatativá hacia Girardot (Cundinamarca), en donde al “terminar las tareas asignadas en la misión retornará al puesto de mando del Comando de Apoyo de Combate de Contrainteligencia, Bacib”.
La otra orden, según los reportes, se efectuó entre el 21 y el 28 de abril de 2023. En esa ocasión, los agentes se desplazaron a Acacías (Meta) para cumplir con el objetivo.
Para evitar fugas de información, se les ordenó a los agentes que les quedaba prohibido “el uso de aplicaciones de mensajería y dispositivos electrónicos como móviles, tablets, WhatsApp, Telegram, Signal y demás”. Por el contrario, para transmitir los resultados del espionaje, “la difusión de los datos de operaciones a todo nivel debía ser a través de la red IMI (inteligencia militar) con la que cuenta el Bacib o líneas microondas”.
La Fuerza Militar les recalca a sus agentes que la misión es ultrasecreta. “Nivel de clasificación que se debe dar a todos los documentos de inteligencia y contrainteligencia que contengan información sobre posibles amenazas, riesgos, oportunidades o capacidades que puedan afectar al exterior del país, los intereses del Estado o relaciones internacionales”.
Para desarrollar el trabajo, el Ejército habilitó dos computadores de última tecnología y un vehículo para que se pudieran desplazar los agentes, movimientos que fueron financiados con los polémicos gastos reservados.
Queda claro que el Gobierno Petro no parece confiar mucho en Maduro, a pesar de los más de cinco viajes del presidente a Venezuela y la simpatía que se nota entre los dos mandatarios.
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