Vía Gaceta

Aunque todavía faltan dos años para que se celebran elecciones presidenciales en Colombia, la baja popularidad del actual presidente, Gustavo Petro, y los numerosos escándalos que salpican al Ejecutivo han provocado que algunos perfiles ya empiecen a sonar para la carrera electoral que se celebrará en 2026.

Por el Centro Democrático, además del nombre de la senadora María Fernanda Cabal, acaba de hacerse oficial la precandidatura de Paola Holguín. En esta entrevista con LA GACETA revela qué la ha llevado a querer ser quien lidere la oposición contra los planes de Petro de parapetarse en el poder.

-Hace apenas unos días se hizo oficial su candidatura para las próximas elecciones presidenciales en Colombia, aunque usted asegura que es candidata desde los cuatro años.

Así es, cuando mis papás me preguntaban cuando era chuiquita qué quería ser cuando fuese grande, siempre respondí: presidente. Desde los cuatro años. Ellos pensaban que era un chiste, pero ha pasado el tiempo y resulta que no lo es. Esa fue mi vocación desde pequeñita y fui formándome y haciendo cosas pensando en eso, en que esa era la razón de ser de mi vida.

Esas elecciones están previstas para mayo de 2026, pero para ustedes, los colombianos, no queda tanto. La campaña electoral empieza mucho antes de lo que estamos acostumbrados en España.

En Colombia las campañas normalmente son muy largas y, además, en esta coyuntura está pasando algo. La desfavorabilidad del actual gobierno hace que desde mucho tiempo antes se empiece a hablar del tema electoral, porque hay cansancio y agotamiento con el modelo y con el Gobierno.

Gustavo Petro lleva apenas un año y medio en el Ejecutivo, pero le ha dado tiempo para ser protagonista de varios escándalos que están afectado a su popularidad. Sin embargo, también ha dado a entender que puede presentarse a la reelección, una opción que está prohibida en Colombia por la Constitución.

Violando la Constitución y la ley es también como Petro empezó a hacer campaña. Empezó a hablar de la necesidad de lograr un gran bloque de izquierda, de fortalecer su partido, que es el Pacto Histórico, de cara a la elecciones del 26. En Colombia no hay reelección desde el gobierno de Juan Manuel Santos, después de él se presentó el acto legislativo que prohibió la reelección en Colombia. Un presidente en ejercicio no puede participar en política ni tratar de beneficiar a un partido. Lo que está haciendo Petro es una clara violación de la Constitución y de la ley.

Además, se encuentra inmerso en varios escándalos de corrupción. Varios de ellos tienen que ver con la financiación de la campaña y con su hijo Nicolás Petro. ¿En qué estado se encuentran esos casos?

En la Fiscalía se adelanta el caso contra Nicolás Petro y Day Vásquez, la exesposa, donde hay un acervo probatorio muy importante sobre recursos que iban para la campaña de Gustavo Petro de fuentes indebidas, por ejemplo, de Santa López Sierra, más conocido como el hombre Marlboro, vinculado al narcotráfico, o el clan Torres, que es un grupo de contratistas. Adicionalmente, hay unas declaraciones que dio Armando Benedetti, que estuvo en la campaña de Petro y fue embajador de Colombia en Venezuela al comienzo de su gobierno, que habla de unos 15.000 millones que, al parecer, entraron de fuentes indebidas a la campaña. Ese proceso está en la Fiscalía que ya ha pedido cárcel para Nicolás Petro. Pero además hay otros procesos en el Consejo Nacional Electoral y en la Comisión de Acusaciones por violación de topes de campaña, financiación indebida, falsedad procesal y falsedad en documento público, todo eso vinculado a la campaña de Gustavo Petro.

Todo esto ha provocado la caída vertiginosa de su popularidad.

La falta de legitimidad que se genera por este tema en la campaña, más la manera en que viene manejando el gobierno ha llevado a que hoy Petro tenga una favorabilidad muy baja, de entre el 30 o el 26%. Se empieza a demostrar que el gobierno no cuenta con el afecto de la ciudadanía, ni siquiera de lo que se consideraba antes el voto duro de la izquierda, ya hay sectores de la izquierda que se han convertido en antipetristas.

¿Qué quiere decir cuando asegura que esa baja popularidad se debe a cómo está manejando el gobierno?

Que hay muchas cosas. Por un lado la manera corrupta en la que ha manejado el gobierno, el amiguismo, los gastos excesivos… y por otro, las reformas que está impulsando y la ciudadanía no quiere, como la reforma de la salud, la de la prevención laboral… ellos están tratando de imponerlas por la fuerza. Además de la propia actitud y la irresponsabilidad del presidente. Este es un presidente que desaparece por temporadas, que no cumple la agenda, muy dedicado a Twitter, a peleas, y no a lo que tienen que hacer los presidentes, que es representar la unidad de la nación y tratar de solucionar los problemas de las comunidades.

Aún así parece que tiene intención de seguir gobernando y ha abogado por crear un nuevo partido que aglutine a toda la izquierda. Esto recuerda un poco a Hugo Chávez.

Sí, pero yo creo que no lo va a lograr. Primero porque hay un voto de castigo a Gustavo Petro. Lo vimos en las recientes elecciones locales de octubre de 2023, en las que los partidos aliados de Petro y sus candidatos fueron los grandes perdedores de la contienda. Y adicionalmente porque cada vez es más compleja la legitimidad y la gobernabilidad de Petro.

En esos comicios regionales los partidos de la izquierda no tuvieron un buen resultado. Esto a los españoles nos suena, ocurrió algo parecido en España en nuestras elecciones autonómicas, aunque después esa izquierda sí consiguió gobernar tras la celebración de las generales. ¿Cree que puede ocurrir lo mismo en Colombia?

Que los partidos de oposición hayan ganado en las locales ayuda a generar un contrapeso político. Y que el Gobierno lo esté haciendo tan mal también ayuda también para el próximo proceso electoral. Pero nada de eso es suficiente. Nosotros también necesitamos ser capaces de generar una plataforma que le brinde a los colombianos una alternativa real que dé soluciones a sus problemas, que pueda aglutinar amplios sectores de la sociedad y, sobre todo, una plataforma que brinde esperanza. Estamos viviendo en un país en el que la gente tiene angustia por la situación económica, por la inseguridad, por el deterioro social y por un gobierno que parece querer resquebrajar la institucionalidad y el orden democrático. No basta con ganar las locales, no basta con que el gobierno lo haga mal. Es necesario que seamos capaces de generar una alternativa que dé esperanza y respuesta a los colombianos.

Ha hablado usted de la inseguridad. En los últimos meses el Ejecutivo ha establecido diálogos con grupos criminales. ¿Qué opina de estas negociaciones su formación, el Centro Democrático? ¿Qué resultado han tenido?

Nosotros creemos que los procesos tienen que ser de sometimiento de los criminales al Estado y no de arrodillar el Estado ante los criminales. Estos procesos tienen que tener marcos jurídicos serios, tiempos y líneas rojas, no todo es negociable. El Gobierno ha abierto mesas de negociación con el ELN, con las disidencias de las FARC, las que lideran los criminales Iván Mordisco e Iván Márquez, con Los Pachenca, con el Clan del Golfo, y con organizaciones del narcotráfico. Con muchos de estos grupos se están produciendo acercamientos sin contar con el marco legal, con muchos se ha hablado de un cese bilateral, que ellos no han cumplido. Y mientras, el gobierno va debilitando su fuerza pública y esto ha provocado un crecimiento de los delitos de mayor impacto. El secuestro y la extorsión están disparados en Colombia mientras la fuerza pública está maniatada y no reacciona frente a los ataques de una estructuras criminales cada vez más poderosas.

¿Además de este problema que existe con la inseguridad, cómo valora la gestión económica que ha hecho Petro durante este año y medio?

Es lamentable. Después de la pandemia Colombia estaba pasando un proceso de reactivación económica que con Petro se convirtió en un proceso de desaceleración. Los inversores han perdido la confianza, varios miembros del gabinete de Petro tienen un discurso muy duro anti empresa. Además, ha tratado de introducir una serie de reformas que ponen en riesgo al sector privado, como la reforma laboral, que genera rigidez y sobrecosto. También aprobó una reforma tributaria muy dura con los sectores productivos. Su manejo económico es poco asertivo y eso nos está llevando a una grave desaceleración y eso trae consigo un deterioro social muy alto.

Situaciones similares se viven en otros países de Iberoamérica. Sin embargo, en 2022 se produjo un «giro a la izquierda» en los gobiernos de varias naciones. ¿A qué cree que se debió?

Es como si nadie aprendiera en cabeza ajena. Muchos países de Iberoamérica han caído en estos regímenes populistas, de cortes autoritarios que quieren colectivizar, que acaban con la libertad, que acaban con la propiedad privada, con la libertad de empresa, que tratan de resquebrajar la democracia, la institucionalidad… y pasa en un país y luego en otro y en otro. Y pareciera que no aprendemos. Obvio que surgen motivos de esperanza, como lo que ha pasado en Argentina con Javier Milei. Pero yo creo que aquí la gran lección es que la democracia y la libertad hay que defenderlas, hay que cuidarlas, no podemos darlas por hecho, en eso nuestros países se han equivocado. No podemos seguir contemporizando con quienes destruyen la democracia desde dentro. A veces parece que las excesivas buenas formas terminan convirtiendo el civilismo en servilismo, y eso no le sirve a las naciones.

¿Cree que eso puede pasar en España? ¿Estamos dando por hecho que la democracia está garantizada cuando no es así?

Yo no debería intervenir en asuntos internos de España, pero voy a ser atrevida en lo siguiente: vemos con preocupación que desde el gobierno central se estén haciendo propuestas inconstitucionales. Se empieza por deteriorar la independencia de las instituciones y eso no beneficia a nadie porque eso ataca directamente el Estado de Derecho. Uno debe prender las alarmas a tiempo porque hoy los golpes contra la democracia no son como antes. No es que de pronto llegue un militar y dé un golpe de Estado, hoy los golpes se dan a fuego lento. Poco a poco se va minando la libertad, la institucionalidad, el Estado de derecho y eso lleva a una vía sin retorno en la destrucción democrática.

En España hoy nos preocupa la amnistía. ¿Qué le parece que pueda aprobarse esa norma?

Las amnistías sólo han servido para debilitar la democracia y para empoderar a los que quieren destruir la democracia desde dentro. Fue una amnistiado Fidel Castro, fue un amnistiado Chávez y fue un amnistiado Petro. En Colombia las amnistías han revictimizado a las víctimas. Lo vimos con las FARC, con el M19… se olvidaron los delitos. Con el Acuerdo de La Habana nos dijeron que los responsables de crímenes atroces y de lesa humanidad no tendrían elegibilidad que jamás iban a estar en el Congreso. Pero fue una amnistía disfrazada: hoy hay diez congresistas de las FARC, cinco senadores y cinco representantes a la Cámara, que no han pagado un sólo día de cárcel siendo responsables de crímenes atroces y de lesa humanidad. Además, establece un doble rasero: una persona que haya sido condenada no podría participar y ellos, a pesar de su responsabilidad en delitos sumamente graves, hoy tienen asiento en el Congreso. Mal hacen los gobiernos cuando, con cualquier excusa, quieren pasar por encima del marco jurídico interno e internacional.