Vía BBC Mundo
Cuando se dice que alguien tiene los ojos tan azules como el cielo es cierto… no sólo porque así se vean sino porque ninguno de los dos tienen nada de azul.
No hay nada ni en ese espacio en el que flotan las nubes blancas en un mediodía veraniego ni en el íris de aproximadamente el 8% de la población mundial de ese color.
Lo que hay es una ausencia y de ella surge la ilusión del azul.
Esa falta es de pigmento que combinada con un fenómeno físico hace que se vea como se ve.
Para entenderlo hay que sumergirse en la parte coloreada del ojo.
El iris está formado por dos capas: el epitelio en la parte posterior y el estroma en la parte delantera.
El epitelio tiene solo dos células de espesor y en casi todos los casos, incluso en los ojos azules, contiene pigmentos de color marrón oscuro.
Esas motas oscuras que algunas personas tienen en sus ojos son el epitelio asomándose.
Sobre ese fondo marrón está estroma, un delicado entrelazado de fibras de colágeno incoloras.
A menudo, el estroma contiene melanina, la sustancia del cuerpo que también produce la pigmentación de nuestra piel y cabello.
La abundancia o falta de ese pigmento es un factor determinante cuando se trata del color tus ojos.
Pero no el único.
Un gen interrumpido
El color de los ojos es una parte distinta de tus rasgos.
Y es única: al parecer, no hay dos personas en el mundo que tengan los ojos exactamente del mismo color.
Pero puestos a generalizar, hay sin duda uno que domina sobre los demás.
Alrededor del 80% de la gente del mundo tiene alguna variación de marrón rodeando sus pupilas.
El estroma de sus iris contiene una alta concentración de melanina, que absorbe la mayor parte de la luz y crea tonos de marrón, que van desde el chocolate hasta el ámbar y el avellana.
Los más oscuros se ven con mayor frecuencia en el sudeste asiático, el este de Asia y África, y los más claros, en el oeste de Asia, Europa y América.
Lo curioso es que, según los expertos, durante millones de años todos los humanos tenían los ojos color café.
Pero hace entre 6.000 y 10.000 años ocurrió, en un individuo, «una mutación genética que afectó al gen OCA2 (involucrado en la producción de melanina) en nuestros cromosomas», explicó en 2008 el director del estudio original, Hans Eiberg de la Universidad de Copenhague.
Esa mutación creó un interruptor genético que apagó la capacidad del cuerpo de ese antepasado para producir pigmento marrón en sus ojos.
Así que todos los ojos azules se remontan a un antiguo ancestro común, del que se heredó la característica de no tener melanina en el estroma.
Eso significa que esa capa superior del iris es translúcido, pero aún nos queda la cuestión de que no hay ningún otro pigmento que dé color.
Entonces, ¿de dónde viene el azul?
Azul… y hasta verde y gris
La explicación de por qué algunos ojos son azules es la misma que por qué el cielo es azul: un fenómeno conocido como efecto Tyndall.
El efecto Tyndall es la dispersión de la luz por partículas diminutas que flotan en una solución líquida.
La estructura de fibra del estroma dispersa la luz de manera similar, tendiendo a dispersar la luz de longitud de onda corta más que la de longitud de onda larga.
Cuando la luz blanca visible le llega, el azul se dispersa más que otros colores porque viaja como ondas más cortas.
Es por eso que el mismo par de ojos azules puede verse más vibrante en ciertos momentos que en otros; su color depende de la calidad de la luz en el lugar en el que se encuentren.
El iris azul es un ejemplo de los científicos llaman coloración estructural, en contraste con la coloración de pigmentos.
Es un fenómeno asombroso en el que el material parece tener un determinado color sin que haya pigmentación de ese color.
De hecho, muchas veces cuando ves azul en el mundo natural, es una coloración estructural.
Ese es el caso, por ejemplo, del guacamayo jacinto (Anodorhynchus hyacinthinus), cuyas plumas no son azules, aunque lo parecen debido a que nanocanales dentro de la estructura de las plumas alteran sus propiedades de reflexión de la luz.
Entonces, mientras que los ojos marrones son una maravilla evolutiva, pues la melanina proteje del sol, los ojos azules son el resultado de una mutación genética milenaria y un fenómeno sorprendente.
¿Y los verdes?
Pues un poco de los dos.
El estroma contiene una pequeña cantidad de melanina que proporciona un tono marrón claro pero, como hay partes traslúcidas, el ojo dispersa la luz entrante y la mezcla de colores crea el tono verde.
Los ojos verdes, a pesar de ser muy comunes en lugares como Irlanda y Escocia, son los más raros: se estima que sólo un 2% de la población mundial los tiene.
Un poco más, 3%, tienen ojos grises, y son un caso curioso.
Se sabe que son similares a los azules pues no contienen melanina en el estroma.
Se cree que son grises y no azules porque contienen un exceso de depósitos de colágeno en el estroma que bloquea el sesgo de Tyndall hacia la luz azul.
Eso hace que todas las longitudes de onda de luz que ingresan al iris se dispersen y reflejen por igual, creando un tono gris uniforme.
Así que si los ojos azules no son realmente de ese color, los grises tampoco.
¿Ver para creer? No siempre.