A través de un comunicado, Vente Venezuela se refirió a la amenaza de la Cancillería de Rusia según la cual, de avanzar los ataques de la OTAN en Europa del Este, instalarían en Venezuela los recursos militares necesarios para hacer frente a EE.UU. Al respecto, el partido venezolano recordó que Occidente enfrenta fuerzas oscuras que prometen desestabilizar la región
A continuación, el texto íntegro del comunicado:
Venezuela ya está intervenida y ocupada por fuerzas externas y paramilitares. Durante muchos años, el régimen, primero con Hugo Chávez y ahora con Nicolás Maduro, ha fortalecido una narrativa contra la invasión de fuerzas extranjeras, amparándose en el principio de Autodeterminación de los Pueblos. Mientras, la bandera iraní era izada en el centro de Caracas, los cubanos fortalecían su control en áreas medulares de inteligencia nacional, se estrechaban los vínculos con China, la guerrilla ocupaba más territorio y ahora se pretende usar nuestro suelo como base para un operativo militar ruso que tendría como objetivo presionar a Estados Unidos.
Según el anuncio del vicecanciller de Vladimir Putin, el Kremlin estaría considerando un despliegue militar en Venezuela y Cuba como respuesta al avance de la OTAN en Europa del Este. Sin embargo, Rusia está presente en Venezuela desde hace mucho tiempo y su gobierno no está dispuesto a dejar de armar al régimen de Maduro por un conflicto geopolítico cuyo núcleo hoy se encuentra en Ucrania.
La cooperación entre Rusia y Venezuela ha sido vendida bajo el velo de relaciones comerciales, pero los rusos son aliados políticos y energéticos del régimen venezolano, con quienes han firmado al menos 260 acuerdos, la mayoría de ellos con fines militares. La cifra invertida en armamento, desde 2005, de acuerdo con información del Center for a Secure Free Society, serían unos 11 mil millones de dólares. Todo, a cambio de ceder a los rusos el control casi total de la Cuenca del Orinoco para la explotación minera y petrolera.
Pero los vínculos no acaban allí. Incluso, el gobierno de Vladimir Putin acompañó al oficialismo en el proceso de diálogo político en México y hace dos meses, el canciller de Nicolás Maduro, Félix Plasencia, estuvo en Moscú para discutir temas comunes, como la cooperación armamentística, energética e ideológica, aun cuando es sabido que Rusia adelanta una guerra híbrida que no se limita a equipos y apoyos militares tradicionales. Esto incluiría asesoría en espionaje, estrategia, inteligencia y toda una política interior sometida a las prioridades del eje Rusia-Cuba-China.
Estos regímenes comparten la lógica de un enemigo común: Estados Unidos, y junto a Irán, propician todo tipo de actividades para desestabilizar a la Casa Blanca desde distintos puntos de América Latina, como Cuba, Nicaragua y Bolivia, además de Venezuela.
En el marco de ese panorama, Venezuela sería el epicentro de una estrategia antioccidental que amenaza con destruir las democracias de nuestra región y expandir la influencia de regímenes criminales dispuestos a todo para mantener el poder.
Occidente y los países de esta región no pueden, ni deben permitir esto. En Venezuela no puede permanecer un Estado fallido, con fines expansionistas, que somete a su población al hambre y al exilio, y que pone en peligro a las naciones de este hemisferio.
Por eso, desde nuestra organización hemos insistido en no perder más tiempo en distracciones que sólo ratifican la necesidad de legitimación que tienen Maduro y los suyos. Debemos avanzar con un instrumento de fuerza que nos permita desmontar todo un sistema complejo, adaptativo y criminal que tiene múltiples ramificaciones, y en el cual convergen distintos actores del plano geopolítico mundial.
Desde la Fracción 16 de Julio, en la Asamblea Nacional, se solicitó al menos 17 veces la activación del Tratado de Asistencia Recíproca (Tiar), aludiendo a la legítima defensa de Venezuela, como Estado miembro de ese acuerdo, frente a la agresión permanente de un régimen que ponen en riesgo a sus ciudadanos y a la propia región. La crisis humanitaria, los nexos de Maduro con el crimen y el narcotráfico internacional, la presencia de grupos terroristas y las suficientemente documentadas violaciones a los derechos humanos son justificación suficiente para activar este mecanismo.
Lo que exigimos al mundo es el ejercicio de este principio aceptado en las Naciones Unidas, que es la responsabilidad de proteger, olvidada tras meses de discusiones estériles y juegos de reconocimiento que solo han fortalecido al régimen. Las horas que vivimos así nos lo demanda, y eso sólo será posible gracias a la alineación de la fuerza y rebeldía ciudadana, junto al trabajo permanente de aliados internacionales ganados a nuestra causa.
Finalmente, si algo ratifica esta declaración de la Cancillería de Rusia es lo que durante años hemos advertido desde Vente Venezuela, pese a la banalización que se ha hecho del tema: la crisis y la importancia de resolver el conflicto en Venezuela no es sólo de orden humanitario, es también un problema de seguridad nacional y hemisférica. O lo atacamos y resolvemos juntos o juntos también padeceremos las consecuencias del avance de ese gran movimiento antioccidental y criminal.