Vía REL

En ReligionEnLibertad hemos querido dialogar sobre la cultura woke , la corrección política y las limitaciones a la libertad de los cristianos en Occidente con Pablo Pérez López, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Navarra y profesor de su Máster en Cristianismo y Cultura Contemporánea.

Anima a imitar a San Pablo en su astucia al expresarse en un entorno hostil, superar la autocensura y decir la verdad con caridad, pero sin dejarse acallar por las técnicas woke, que buscan siempre silenciar al otro y demonizarlo.

– ¿Está cuajando la palabra woke? ¿Cómo la entiende la gente?

– Woke, en un inicio, significaba algo así como ‘despertar’. Sus proponentes se consideraban ‘despiertos’. Pero han destacado por un afán censor radical. Proclaman que muchos temas sociales deben considerarse cerrados, que ya no se deben debatir. Por eso promueven la llamada cultura de la cancelación. Prohíben temas y cancelan debates. Eso es absurdo, porque el pensamiento humano siempre busca abrir debates y ningún tema humano está definitivamente cerrado. En cualquier caso, hoy los que se oponen al pensamiento woke usan esta palabra de forma peyorativa.

– ¿Hasta qué punto va ligado lo woke y la cultura de la cancelación?

– Son como un anverso y un reverso. Lo woke dice que hay cosas tremendamente injustas, injusticias que la gente practica sin ser consciente de ellas: menosprecios raciales, o de clase, o de apreciación de la historia. Exigen evitar los términos clásicos. Por ejemplo, sobre el descubrimiento y evangelización de América, o sobre la relación entre hombres y mujeres en el s.XII, no dejarían hablar de sus aspectos positivos. Exigen que ciertas cosas ni siquiera se puedan plantear en público porque dicen que hieren su sensibilidad.

Pablo Pérez López, historiador, señala similitudes entre nuestra cultura woke y canceladora y la censura soviética omnipresente

– Pero eso limita mucho la libertad de expresión y de debate, ¿no?

– Y plantea una pregunta: ¿pueden prohibir que formulemos preguntas, hipótesis u opiniones? Sin preguntas, sin hipótesis, se bloquea el pensamiento. Es como exigir dejar de pensar. En nombre del sentimiento, bloquearían pensar, cuando el sentimiento es algo que cambia continuamente, más aún que el pensamiento. Un día te mandarían callar por una idea o sentimiento; al día siguiente, quizá por la idea o sentimiento contrario. Destierran la racionalidad.

– ¿Cómo pueden los cristianos expresarse en un ambiente así? Jesús pedía ser astutos como serpientes y mansos como palomas, pero… ¿cuándo se convierte esa astucia y mansedumbre en autocensura?

– El cristianismo parte de una ley suprema, que es la de la caridad. Un cristiano debe, con caridad, respetar a la persona woke. Y a todas las demás. Un cristiano no puede maltratar a nadie, ni siquiera a su verdugo intelectual. Pero defender la verdad es lícito. Por ejemplo, podemos plantear preguntas que lleven a la reflexión. San Pablo, ante el Sanedrín judío, planteó el tema de la resurrección porque sabía que así fariseos y saduceos se enfrentarían entre sí. Él aprovecha esa división con astucia. Si sabes que hablando te van a cortar la cabeza, usas la astucia para aprovechar las grietas que puedas.

– Cortar la cabeza es lo que le hicieron a Santo Tomás Moro o al obispo Juan Fisher, pero a nosotros no nos cortan la cabeza. Como mucho te despiden del trabajo o te abuchean en redes sociales…

– En Occidente nos hemos acostumbrado a sociedades con mucha libertad de expresión. Pero ahí tenemos sociedades actuales, como China, Rusia o Irán, donde no puedes hablar en absoluto de ciertos temas. Si aquí hay mucha libertad es por su herencia de muchos siglos de cristianismo. Es absurdo que hoy nos acusen de ser maltratadores de la libertad a los herederos de quienes crearon la libertad en el pensamiento.

– Dice un estudio reciente del Observatorio de la Discriminación contra Cristianos que muchos cristianos sufren un «chilling effect», un efecto «congelante» que les acalla y paraliza.

– Ya se daba en el siglo XIX, cuando Tocqueville visitó los jóvenes Estados Unidos y escribió La democracia en América. Él descubre el fenómeno de «la dictadura de la mayoría», cuando una mayoría impone una convicción de forma que nadie pueda atreverse ni a pensar de forma distinta. Eso es congelar la capacidad de disenso. Tocqueville alertaba contra eso. Una sociedad libre tiene que permitir el debate, ha de tener capacidad para discutir de todo, sin faltar a la caridad y sin causar daño a sabiendas. Todos nos podemos equivocar, pero no podemos dejar que alguien dicte que tal o cual interpretación social o histórica es definitiva, innegable e indebatible.

– ¿Pero cómo debatir con los woke, que dicen que tal o cual tema les daña mucho? A veces son ellos los llamados ‘ofendiditos’.

– El activismo woke empieza al autoconcederse el estatuto de víctima. Y como se declara víctima, cree que no se le puede discutir nada. Un cristiano puede responderles: bien, veo que ustedes se sienten ofendidos, siento que sea así, pero necesito saber en qué se apoya su sentimiento. Yo también tengo sentimientos: siento, por ejemplo, que estoy siendo cancelado. De hecho, en el mundo académico en EEUU ha surgido todo un movimiento para defender la libre expresión del pensamiento.

La cultura woke y de la cancelación censuran e impiden el debate, con multas o gritos.

– En España las leyes en realidad amparan mucho la libertad de expresión. ¿Nos autocensuramos demasiado los cristianos? ¿Dejamos que nos acallen las leyes de multas gay, trans, de memoria histórica…?

-Es cierto que hay autocensura. Falta discurso cristiano en la vida pública. Quizá a veces falta coraje. Otras veces quizá seamos demasiado timoratos. O nos han convencido de que no debemos plantear nuestra postura. ¿Cómo corregir eso? Los académicos y los que nos dedicamos a la opinión publica pensamos mucho en esto. Quizá, al educar a los cristianos, insistimos poco en que es un deber solidario manifestar en público nuestras opiniones. La pobreza de discurso público puede ser una maldición terrible para una sociedad, una pobreza esterilizadora. Transmitir ideas cristianas es un deber ciudadano. Y no son ideas residuales, son ideas muy razonables para muchas personas.

– En Occidente no hay persecución cruenta. ¿A qué época se parece lo que estamos viviendo?

– Se parece mucho a los regímenes de corte totalitario del siglo XX, especialmente al sistema soviético.

– En Vivir sin mentiras, libro de Rod Dreher de 2020, muchas personas que vivieron bajo el comunismo europeo también dicen eso…

– No lo he leído. Me alegra que coincidamos. Se parecen nuestras épocas porque era un sistema más o menos sofisticado para que no pudieras ni sugerir que disentías. Por ejemplo, en la URSS no podías decir: «el socialismo no es el futuro de la humanidad». Como mucho podías decir: «las armas termonucleares no me parecen el camino del socialismo». Es lo que dijo Sajárov, y le represaliaron. Podías decir cosas muy matizadas, siempre con disculpas por delante, con ‘disclaimers’... y en eso nos estamos pareciendo ya.