Vía 14ymedio
Los salarios subieron un promedio de un 9,4% con respecto al año anterior, mientras el costo de la vida aumentó un 39%
En 2022, los salarios subieron en Cuba un promedio de un 9,4% con respecto al año anterior, mientras el costo de la vida aumentó un 39% con los datos oficiales y en torno al 140% si se pone la vista en el mercado informal. El resultado es un brutal deterioro del poder adquisitivo de los cubanos, con un salario promedio de 4.219 pesos cuando la libra de arroz alcanza los 150 pesos en el mercado «liberado».
La Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei) ha hecho públicos los datos anuales de salario de 2022. En el documento se puede observar la brutal subida que se produjo con la llamada Tarea Ordenamiento en 2021, cuando el cubano promedio pasó a ganar 3.854 pesos frente a los 1.194 de 2020, mientras se multiplicaba también los precios de bienes y servicios. Muy pronto, además, se constató que las previsiones se quedaron cortas y el costo de la canasta básica incluso se triplicó.
El cambio oficial es otro de los factores que reduce a mínimos el aparente incremento salarial del último año. Desde que la tasa pasó a ser de 1 dólar por 120 pesos, el salario medio queda reducido a tan solo 35 dólares o, peor aún, a unos 20 en el mercado negro de divisas.
Aunque las diferencias por provincias no son muy significativas, La Habana se sitúa como el territorio donde mejor pagados están los trabajadores, con 4.689 pesos como promedio. La segunda en la lista, con 4.239 pesos, es la vecina Artemisa, y en tercera posición se sitúa Holguín, donde la media es de 4.159 pesos. Ese dato podría estar en relación con el sectorial. El de minas –abundantes en esa provincia, donde la canadiense Sherritt explota el níquel y el cobalto– es el mejor pagado, con 7.061 pesos cubanos como promedio. Y, en el caso de Artemisa, los salarios pagados en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel explicarían la posición de esa provincia en la parte alta de la clasificación.
El de suministros de electricidad, agua y gas queda como segundo sector mejor remunerado, con 5.509 pesos mensuales, por delante de ciencia e innovación, aparentemente más especializado y donde se reciben unos 5.246 pesos mensuales. En la lista de salarios por actividad se pone de manifiesto la pérdida de valor de dos sectores que hasta hace poco se consideraban prioritarios, la Salud (4.127 pesos) y la Educación (4.109 pesos).
Ambos quedan muy por debajo de los trabajadores del sector servicios empresariales, actividades inmobiliarias y alquileres, que obtienen por término medio 5.069 pesos al mes. Es el tercero por orden de mejor remunerados, aunque al que el Gobierno cubano destina mayores cantidades de inversión, muy por encima proporcionalmente en relación a la percepción salarial.
Las cifras revelan la dependencia del exterior, creando una división radical entre los ciudadanos según tengan acceso a las remesas o no
Llama la atención también que los trabajadores del comercio y las reparaciones es el peor pagado, con 3.497 pesos por término medio. El tercero por la cola –el segundo es el de Comunales– es uno de los sectores que se hace cada vez más necesario en el país, el de la producción de alimentos, aunque en este caso se repite un patrón muy internacional. Los guajiros ganan un promedio de 3.686 pesos, un incentivo muy escaso para tener en sus manos la seguridad alimentaria de la Isla.
En cuanto a la ubicación geográfica de los que menos cobran, Santiago de Cuba, capital oriental, es la provincia con las peores remuneraciones: 3.824 pesos mensuales.
Los datos oficiales, sobre todo si se mide su comparación con el costo de la vida y la tasa de cambio de la moneda fuerte del país (el dólar), confirman no solo la percepción de los ciudadanos nacionales y extranjeros. También dan la razón al informe realizado ese mismo año –2022– por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), con sede en Madrid, que situaba en un 72% el número de cubanos que vive por debajo del umbral de la pobreza.
Además, las cifras revelan la dependencia del exterior, creando una división radical entre los ciudadanos según tengan acceso a las remesas o no.