Vía Derecha Diario

La renta per cápita del país caribeño no crece desde el año 1988. El colapso económico del “período especial” y la posterior recuperación insuficiente condenaron al país al atraso y la marginalidad social

El socialismo cubano condenó cualquier tipo de progreso económico para el pueblo que lo sufre año tras año en la isla. Según datos publicados por la propia dictadura castrista a través de la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba, el ingreso por habitante en términos reales no creció prácticamente nada entre 1988 y 2021.

En 33 años la calidad de vida promedio de los cubanos, medida por el poder de compra del ingreso promedio nacional, sólo mejoró un irrisorio 0,24%. Se trata de uno de los fracasos económicos más drásticos y violentos registrados para la región en el período descripto, sólo por detrás del catastrófico desempeño que vivió Haití, azotada por múltiples desastres naturales y guerrilla.

Si bien Cuba prácticamente se quedó paralizada en el tiempo tras el golpe de Estado de 1952, y todo el desarrollo económico que disfrutaron los países capitalistas en mayor o menor medida permanece ausente de la isla, entre la década del ’50 y los ’80, gracias a la ayuda económica y tecnológica de la Unión Soviética, los cubanos experimentaron cierto nivel de crecimiento.

Sin embargo, con el colapso de la Unión Soviética hacia fines de la década del ’80, el desarrollo del país se frenó completamente. Cuba perdió el apoyo del régimen soviético, que además de ser su respaldo geopolítico en la región, les brindaba constantemente asistencia financiera, era la única afluencia comercial real que tenía la isla cubana, y la URSS funcionaba como el principal prestamista para financiar los abultados desequilibrios fiscales que Cuba mantuvo a lo largo de las décadas de 1970 y 1980.

Todo esto se frenó de un día para el otro cuando cae el Muro de Berlín, lo que llevó a Cuba a un profundo colapso económico que fue descrito por las autoridades de la dictadura como el “período especial”, donde “el modelo comunista fue puesto a prueba“.

El auto-bloqueo impuesto por el Partido Comunista Cubano, que había ilegalizado el comercio privado, impedía reemplazar a la URSS con Rusia como socio comercial. Además, la pésima organización económica obligaba al gobierno a monetizar los desequilibrios que ya no podía solventar con endeudamiento externo.

A su vez, la recuperación cíclica que debía experimentar después de la crisis, demostró ser mucho menos pronunciada de lo esperable, y el país nunca recuperó la ya muy pobre tendencia de crecimiento de largo plazo que registraba en la segunda mitad del siglo XX.

A partir del año 2015, Cuba volvió a enfrentarse a una situación de estancamiento, y el shock provocado por la pandemia de 2020 significó el golpe de gracia para precipitar un nuevo colapso económico en la isla.

Las reformas actuales sobre el sistema cambiario, monetario y comercial del país no modifican la estructura burocrática y estatista que se mantiene inalterada desde hace décadas. El tamaño del Estado cubano promedió el 65% del PBI en los últimos 30 años, alcanzó el 69,2% del producto en medio de la pandemia y retrocedió al 58,8% tras el ajuste y el shock inflacionario de 2021.

Los cubanos siguen siendo prisioneros en la isla, no solo porque sus derechos políticos jamás han sido reconocidos por el Partido Comunista, si no porque están condenados a la miseria más absoluta: la de no crecer, y quedarse virtualmente estancados en el tiempo hace por lo menos tres décadas.