Vía DDC
‘Mira, esta bandeja a las 4 y 20, y me dieron arroz pelao’, se queja una niña de una escuela primaria cubana.
Un estudiante paraguayo becado en Cuba denunció que pasa hambre y no tiene luz ni agua en el albergue de la universidad. Encima, fue obligado a participar en una manifestación de apoyo al régimen.
Así se lo hizo saber al escritor, periodista y productor audiovisual Aldo Luberta Martínez, con el ruego de que no hiciera público su nombre real, por temor a represalias.
«En Cuba no hay condiciones para estudiar, Aldo», dijo el joven, a quien Luberta Martínez identificó como Derlis en su blog Por mano propia, y cuyo sueño había sido estudiar en la Isla. El sueño, hecho realidad, se convirtió en pesadilla.
«En el albergue de la universidad no hay nada, en la calle no hay nada, en casa de mis amigos no hay nada, hermano, nada de nada; mi familia allá quiere que regrese. Desayuno una imitación de leche y pan duro; almuerzo un caldo con bichos y sin sal y un poco de arroz crudo; en la cena, lo mismo… hemos estado más de un mes bañándonos con un vaso de plástico. Un balde de agua para seis y cada uno con su vasito… son condiciones infrahumanas, inhumanas», contó Derlis, tras aclarar que no tenía quejas ni de los profesores, ni de sus amigos ni de las personas ajenas a la facultad en la que estudia.
La familia del joven quiere que retorne a Paraguay, donde no tiene lujos, «¡ni vehículo siquiera!», pero nunca ha pasado hambre.
Pero, aunque Derlis podría viajar a Paraguay durante las vacaciones, el precio de no regresar luego a Cuba es de 200 millones de guaraníes, que equivalen a casi 30.000 dólares al cambio actual.
«Doscientos millones de guaraníes es lo que Cuba le cobra a Paraguay si abandono la beca. Yo fui iluso al pensar que me iban a dar educación gratis. Me duele mucho decir esto, pero mi sueño se derrumbó», lamentó Derlis.
Pero el joven paraguayo no tiene que pagar sus estudios en Cuba solo con dinero, el régimen también le exige participar en los actos políticos que monta para venderle al mundo la imagen de que cuenta con el respaldo de los cubanos y de los extranjeros que estudian en la Isla.
El pasado 5 de mayo, fecha para la que el régimen trasladó las actividades por el Primero de Mayo, «nos llevaron obligados a una concentración en el Malecón. Como dicen ustedes los cubanos, éramos cuatro gatos gritando vivas a Fidel, a la revolución, a Díaz-Canel y maldiciendo a Estados Unidos», relató Derlis a Luberta Martínez en busca de consejo. El periodista afirmó al final de la entrevista que se quedó sin palabras y sin saber qué decirle a su amigo.
Después de publicar la entrevista que le hizo a su amigo paraguayo, Luberta Martínez ha recibido historias similares de cubanos que se desempeñan como docentes.
Una profesora de la Universidad Tecnológica de La Habana «José Antonio Echeverría», conocida como la CUJAE, le contó que en el centro docente le habían dado como almuerzo «arroz crudo, caldo aguado sin sal y zanahoria».
La profesora, llamada Ianna, contó que su hijo, licenciado en Ciencias de los Deportes, pasa las mismas penurias en su centro laboral y que los atletas «¡Comen igual!».
A inicios del presente mes, las hockeístas Yadira Miclin, Marianela López y Daylin Suárez Pérez abandonaron el equipo cubano que se había concentrado en Barcelona, España.
Una de ellas, Suárez Pérez, dijo que el Instituto Nacional de Educación Física y Recreación (INDER) las tenía «pasando hambre y cocinando con leña».
«Nos pagan una miseria y pasamos más hambre que un león enjaulado por eso me quedé porque uno amanece con hambre y se acuesta con hambre», precisó la joven junto a una foto donde se dejaba ver con una compañera mientras cocinaban con leña.
La precariedad y la escasa y pésima alimentación han sustituido al pan nuestro de cada día en Cuba, y constituyen un factor común entre los centros de enseñanza.
Un video del influencer Alain Paparazzi Cubano compartido en Facebook muestra el almuerzo que reciben unos niños de una escuela primaria a las 4:20PM.
«Mira, esta bandeja a las 4 y 20, y me dieron arroz pelao’, se queja una niña.
La bandeja contiene arroz blanco, unas tajadas de pepino y un alimento de color amarillento que parece ser vianda. Pese a la inconformidad con el almuerzo, la niña y sus compañeritos afirman que se lo comerán porque tienen hambre.