Por Orlando Avendaño en El Americano Media
Todo tiene que ver con el relato. Y el relato de los médicos cubanos, alzado sobre mitos y manipulaciones, sigue rondando. Sin embargo, toca recordar cuál es la verdad detrás de esta política de Cuba
Como si más de 60 años no fueran suficiente para que todo estuviera claro, aún hoy hay quienes elogian políticas esbozadas por la dictadura cubana. Una de las campañas de propaganda más efectivas del régimen es la de los supuestos acuerdos de cooperación sanitaria. Esta campaña, ampliamente desmontada, se sostiene sobre el mito de la eficiencia de la salud cubana.
El mito sigue vivo, al punto en que la vicepresidente de Colombia, la socialista Francia Márquez, avivó la polémica esta semana cuando sostuvo en una entrevista con la periodista Vicky Dávila que Cuba no es una dictadura porque, a diferencia de Colombia, envía médicos a otros países.
«No pueden tapar el sol con un dedo. Mientras otros países envían tropas y armas a muchas naciones, Cuba envía médicos. Eso no lo pueden ocultar. Un país bloqueado envía médicos a otras naciones. ¿Eso no es de admirar?», dijo Márquez en la entrevista.
Sus palabras, como debía de ser, generaron un gran escándalo. ¿Cómo es posible que la persona con el segundo cargo de una gran nación democrática como Colombia admire a una dictadura asesina y opresora como Cuba?
Todo tiene que ver con el relato. Y el relato de los médicos cubanos, alzado sobre mitos y manipulaciones, sigue rondando. Sin embargo, toca recordar cuál es la verdad detrás de esta política de Cuba.
Esclavitud y trata de personas
Una de las primeras reacciones al escándalo de Márquez soltó la verdad de un golpe. De una médico cubana, la vicepresidente tuvo su encontronazo con la realidad. En una entrevista con NTN24, Arisleidy López, le respondió a la vicepresidente: «Es muy bonito hablar de revolución con la barriga llena detrás de un buró. Hay que quitarse el traje y ponerse en los zapatos de nosotros y cumplir una misión como la que hemos cumplido en diferentes lugares del mundo, siendo esclavos del régimen castrista».
Los programas de «cooperación sanitaria» de Cuba ya han trascendido como prácticas esclavistas, desde hace tiempo. En 2019 la Organización de Naciones Unidas calificó las misiones de médicos cubanos en el exterior como «trabajo forzado». Una carta publicada por la relatora especial sobre la esclavitud, Urmila Bhoola, y la relatora sobre la trata de personas, Maria Grazia, detalló «abusos de derechos humanos sufridos por los médicos cubanos durante sus misiones internacionales».
En la carta al régimen cubano, las relatoras comentan que, desde 1963, «más de 600 mil trabajadores de la salud han prestado servicios médicos en más de 160 países». Agregan, además, que estos acuerdos de cooperación le han brindado a la isla «más de 11 mil millones de dólares». «De esa cantidad, al menos un 80% habría sido tributado por los especialistas de la salud».
Luego, las relatoras denuncian: «Quisiéramos expresar nuestra preocupación por las condiciones de trabajo que estarían afectando a los médicos cubanos enviados al exterior para prestar sus servicios. Muchos médicos cubanos que trabajan en el exterior estarían expuestos a condiciones de trabajo y de vida explotadores, pagos salariales inadecuados. Además, muchos de estos profesionales estarían sometidos a presiones y a seguimiento por parte del Gobierno».
Las relatoras enumeran las denuncias:
– «Muchos médicos se sienten presionados para acogerse a dichas misiones y temen represalias por parte del Gobierno de Cuba si no participan».
– «En muchos países de los que se benefician de una misión, los médicos cubanos no recibirían un contrato de trabajo».
– «El Gobierno de Cuba recibiría una suma de dinero de los gobiernos anfitriones y pagaría a los trabajadores una parte de dichos fondos. Sin embargo, el Gobierno retendría un porcentaje significativo del salario. En los países donde el Gobierno anfitrión paga directamente al trabajador cubano, este debe devolver al Gobierno de Cuba un porcentaje de su salario que va desde el 75% hasta el 90% de su salario mensual».
– «Los médicos trabajarían 48 horas por semanas más 16 adicionales de guardia, lo cual aumenta a un total de 64 horas semanales, muchas veces incluyendo sábados y domingo».
– «La libertad de movimiento de los trabajadores cubanos en el país de destino estaría restringida y bajo vigilancia por funcionarios del Gobierno».
– «El derecho a la privacidad estaría limitado por el control y seguimiento efectuado a los médicos, incluyendo la comunicación y las relaciones sostenidas con personales nacionales y extranjeras durante las misiones».
– «En principio, los profesionales podrían regresar a Cuba de vacaciones una vez por año, pero dicho viaje sería muchas veces considerado como premio o según las circunstancias podría ser negado como forma de castigo».
– «Si un profesional decide retirarse del trabajo en el exterior, se califica como ‘abandono de misión de trabajadores civiles’ bajo el Código Penal de Cuba que estipula que ‘el funcionario o empleado encargado de cumplir alguna misión en un país extranjero que la abandone, o cumplida ésta, o requerido en cualquier momento para que regrese, se niegue a hacerlo, incurre en sanción de privación de libertad de tres a ocho años'».
El aterrador relato de las funcionarias de las Naciones Unidas revela la verdad detrás de las misiones médicas: esclavismo puro y duro. Médicos que no pueden decir que no a las misiones, de lo contrario son sancionados. Una vez en las misiones, trabajan de forma inhumana por salarios de los cuales el régimen se queda con el 90%. Son espiados y perseguidos durante las misiones y, si deciden renunciar, son sometidos a mínimo tres años de prisión.
En junio de 2021, también a propósito de todas estas denuncias, el Parlamento Europeo acordó, en una votación que recibió 386 votos a favor, calificar como «trata de personas y esclavitud moderna a las misiones de médicos cubanos en el extranjero».
El documento respaldado por el Parlamento condenó «las violaciones sistémicas de los derechos humanos y laborales cometidas por el Estado cubano contra su personal sanitario enviado a prestar servicio en el extranjero en misiones médicos».
Más recientemente, durante una conferencia de prensa organizada por la asociación Prisioners Defenders, «tres médicos narraron presuntos abusos que sufrieron durante su misión».
«Los médicos que deciden no regresar a Cuba tras concluir su misión son considerados desertores y se les aplica la ‘ley de 8 años’, que consiste en extraditarlos, encarcelarlos y separarlos de sus familias», denunciaron.
Una de las médicos, Idalma Domínguez, presidenta del Gremio Médico Cubano Libre, contó lo que vivió cuando la convocaron a prestar servicios en Brasil, en el 2017.
«El Gobierno cubano no tiene corazón, no es un Gobierno humanitario», dijo. Ella, que decidió quedarse en Brasil y no regresar cuando se lo exigieron, relata las amenazas y presiones que recibió su familia. «Contó que a su hija la molestaban en la escuela, a su hijo lo despidieron del trabajo y su madre sufrió un ataque de hipertensión por el acoso del régimen, pues soldados iban constantemente a su domicilio».
Otro médico, Emilio Arteaga, quien fue enviado a África, cuenta: «Las presiones psicológicas, los chantajes emocionales, la imposibilidad de relacionarte con otras personas que no sean miembros de la colaboración médica, especialmente con el personal cubano que radica en esos respectivos países… Le tienen terror a los cubanos que viven en esos países y que son libres».
Espionaje y desestabilización
Varios países no solo han denunciado las miserables condiciones bajo las que trabajan los convocados por la dictadura. En países como Venezuela, Argentina o México, también ha habido denuncias de que, algunos, sirven a la red de espionaje de la dictadura cubana.
Cuando el Gobierno socialista en Argentina de Alberto Fernández acordó la cooperación con Cuba, la ex encargada de la Oficina Anticorrupción del Gobierno de Macri, Laura Alonso, dijo que los médicos eran «espías» y «comisarios». En Bolivia, luego de la caída del Gobierno de Evo Morales y el ascenso de la presidente conservadora Jeanine Áñez, el país detuvo y expulsó a cuatro cubanos, que formaban parte de la Brigada Médica Cubana, acusados de financiar y apoyar protestas socialistas.
Luego, el Gobierno de Áñez expulsó a más de 700 cubanos, muchos de las misiones médicas, también acusados de desestabilización.
Algunos actores de la política mexicana, como el diputado del PAN, Raúl Torres; y el presidente de Comunidades Seguras, Jeremías Zúñiga, también han denunciado que los acuerdos de cooperación entre México y Cuba esconden un aparato de espionaje a favor de la dictadura.
En el caso de Venezuela es más que conocido. No solo ex miembros de las fuerzas militares han denunciado la infiltración por parte de cubanos. También el Gobierno americano ha dicho que su equipo en la embajada en Caracas era espiado por cubanos en Venezuela. Un amplio reportaje del diario El País detalla las prácticas de espionaje cubano en Venezuela, muchos encubiertos por las misiones sanitarias.
«La sucesión de cables confidenciales y secretos certifican la preocupación norteamericana por la presencia en Venezuela de aproximadamente 40,000 cubanos, asignados a los deferentes ministerios y sectores de la administración local, la gran mayoría médicos y personal de enfermería», se lee en El País.
En su libro La intervención de Cuba en Venezuela, la analista, investigadora y directora de Archivo Cuba, María Werlau, detalla todas las prácticas de injerencia, adoctrinamiento y espionaje que llevan a cabo los cubanos en el país regido por la Revolución Bolivariana.
En concreto, no hay excusas. La verdad detrás de las misiones médicas está más que documentada. Y es paradójico que una mujer como Francia Márquez, que se proyecta como la campeadora de los desvalidos, simpatice con una de las prácticas más horribles en el mundo contra los trabajadores. La conclusión es que no se trata de la verdad, sino del relato. Todo es propaganda. Pero eso hay que denunciarlo.