Este domingo, millones de católicos en todo el mundo celebran el Domingo de Resurrección, la festividad más importante del calendario cristiano. La fecha conmemora la creencia central de la fe: la resurrección de Jesucristo al tercer día después de su crucifixión, símbolo de la victoria sobre la muerte y el pecado.
La jornada marca el cierre del Triduo Pascual —que incluye el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Sábado de Gloria— y da inicio a un tiempo litúrgico de 50 días conocido como Tiempo de Pascua, que culmina con la fiesta de Pentecostés.
“Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe”, escribió el apóstol Pablo en su primera carta a los corintios. Con estas palabras, los fieles recuerdan que la Resurrección es el eje de la doctrina cristiana: la prueba definitiva del carácter divino de Jesús y la promesa de vida eterna para quienes creen en Él.
Durante la tradicional Vigilia Pascual —celebrada la noche del sábado— se bendice el fuego nuevo, se enciende el cirio pascual y se proclama con solemnidad el anuncio de la resurrección. Muchas comunidades también celebran bautizos y primeras comuniones, en un símbolo de renovación espiritual.
Las iglesias amanecen este domingo colmadas de flores, campanas y cantos festivos. La palabra “¡Aleluya!” —ausente durante toda la Cuaresma— vuelve a resonar con fuerza como expresión de júbilo. En numerosos países, la Pascua también es ocasión para encuentros familiares y diversas tradiciones culturales.
En Venezuela, una Pascua de fe, resistencia y esperanza
En Venezuela, donde la prolongada crisis social, política y económica ha marcado profundamente la vida de millones, el mensaje de la Pascua cobra una dimensión especialmente significativa. A pesar de las dificultades, las parroquias de todo el país han celebrado con fervor el Domingo de Resurrección, muchas veces entre cortes eléctricos, escasez de transporte o limitaciones materiales.
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), en su mensaje pascual difundido esta semana, recordó que “Cristo resucitado es fuente de esperanza en medio del sufrimiento de nuestro pueblo”, e hizo un llamado a los creyentes a no perder la fe ni la capacidad de construir una nación más justa y solidaria.
“Celebrar la Pascua en Venezuela es un acto de fe profunda. Es creer que, aun en medio de la oscuridad, Dios sigue obrando en nuestras vidas”, señaló monseñor Jesús González de Zárate, presidente de la CEV. El prelado invitó también a la reconciliación nacional y al compromiso con los más vulnerables.
Aunque marcada por la escasez de recursos, la Pascua en Venezuela sigue siendo una expresión vibrante de espiritualidad popular. Procesiones, misas al amanecer, viacrucis vivientes y celebraciones comunitarias muestran que, incluso en las circunstancias más adversas, la fe del pueblo venezolano sigue viva.