Son pequeños, rápidos, precisos, de amplio alcance, actúan en enjambre y además son muy baratos. Así son los drones iraníes Shahed-136 que los rusos están adquiriendo y etiquetando con su propia marca: Geran -2. Se han convertido en la nueva arma de dominio aéreo de Putin en su invasión a Ucrania.
Por: Alberto Ray
Oficialmente, Irán no ha reconocido que le vende este tipo de armamento a Rusia y las fuerzas armadas rusas han negado que las estén comprando, en todo caso, el acercamiento de estos dos países ha quedado en evidencia durante este conflicto y no debe extrañar que Irán esté probando sus tecnologías militares en escenarios reales, pues ya lo ha hecho en el pasado en otras regiones de Asia y el Medio Oriente.
Estos son drones Kamikaze, pueden ser cargados con hasta 40 kilos de explosivos y se lanzan en enjambre de cinco o más unidades contra baterías antiaéreas y otros objetivos seleccionados a control remoto. Se les conoce también como munición merodeadora, pues sobrevuelan sectores enemigos y cuando desde su centro de control y comando observan un blanco de interés, hacia allá se dirigen y se estrellan.
De acuerdo con las especificaciones técnicas publicadas por la HESA, la fábrica iraní de estos drones es un vehículo autónomo de ala tipo Delta con 3.5 metros de longitud y 2.5 metros de ancho. Pesa 200 kilogramos, es impulsado por un motor de 50 HP y afirman que posee una autonomía de 2500 kilómetros a 185 K/Hr. Sin embargo, desde Occidente han surgido opiniones que el Shahed -136 no puede volar más de 1200 kilómetros y es un blanco relativamente fácil desde tierra.
28 de estos drones se utilizaron en ataques sucesivos la semana pasada sobre Kyiv. Si bien, su poder destructivo no se compara a un misil con carga explosiva de 480 kilogramos utilizado convencionalmente en bombardeos a ciudades, el costo de cada dron es de apenas 20 mil dólares, mientras que un misil Iskander ruso puede costar 1 millón de dólares.
Pero quizás el factor más crítico en el uso de los Shared – 136 en la guerra es el efecto psicológico que genera en la población civil. El propio Zelensky ha denunciado que el zumbido permanente de los drones volando en enjambre sobre población está acercando la guerra a ciudades que hasta ahora no habían sentido las armas enemigas tan cerca, pero al mismo tiempo, provocan desasosiego y desmoralización en la gente que no sabe cómo actuar bajo este tipo de amenazas.
Los rusos han decidido que esta sea una guerra de desgaste, y efectivamente así está siendo para ambos bandos, de allí que la utilización de drones baratos tiene un significado clave, ya que sirven para penetrar en el territorio ucraniano, causar daño y mantener la tensión del conflicto sin arriesgar vidas de tropas rusas.
Algo viene quedando claro una vez más, y es que ninguna guerra se parece a la anterior. La irrupción de drones de largo alcance y poder de fuego a bajísimo costo es una señal que las fuerzas armadas de países no desarrollados han ido creando medios, no exclusivamente de grado militar, para ser eficientes en el combate. Los iraníes en particular han inventado medios híbridos para el conflicto. Sus aviones civiles han sido utilizados para el transporte de fuerzas especiales, y recientemente, una aeronave de carga con bandera venezolana, pero con tripulación iraní fue detenida en Argentina a petición de los Estados Unidos, y que se habría utilizado en el pasado para el envío de armas y drogas.
Hace apenas un año, los Estados Unidos redescubrieron en carne propia lo que significan las guerras no convencionales combatidas from scratch y con medios baratos, como lo demostraron los afganos, que luego de 20 años de presencia y control norteamericano en su país, con paciencia y fusiles Kalashnikov terminaron recuperando el poder.