Vía Derecha Diario
El país alcanzó un récord en la participación del comercio de mercancías por hasta el 15,4% de las importaciones estadounidenses, hasta 2 puntos por encima de China. Se trata del fiel reflejo de la oportunidad histórica perdida por Sudamérica tras el fatídico rechazo al ALCA.
A pesar de la fuerte apreciación de la moneda, las exportaciones de México logran crecer y conquistar nuevos mercados para colocar sus productos en el exterior. El país se convirtió oficialmente en el principal socio comercial de Estados Unidos, llegando a abastecer hasta el 15,4% del total de sus importaciones.
De esta manera, México superó la participación comercial de China en el comercio estadounidense por hasta 2 puntos porcentuales. También superó la participación de Canadá en las importaciones estadounidenses, que llegó a representar el 13,9% de la cuota de mercado.
Asimismo, la participación de Estados Unidos en las importaciones mexicanas alcanzó el 15,6% del total y fortaleció su posición como su principal socio comercial, por encima del 15,3% de Canadá y el 11% correspondiente a China.
El tratado de libre comercio NAFTA fue el principal responsable de las facilidades comerciales entre México, Estados Unidos y Canadá. Y muy por el contrario de lo que se cree, el acuerdo facilitó la producción y la exportación de productos de origen industrial desde México hacia Estados Unidos, especialmente en la industria automotriz (que representa una cuarta parte del comercio entre ambos países).
También tuvo una gran influencia la aplicación de importantes restricciones arancelarias desde el año 2018 bajo la guerra comercial de Donald Trump. A pesar de la firma de un tratado comercial en 2020, China no cumplió con las metas pactadas y la administración Biden mantuvo mayormente inalteradas las tarifas impuestas anteriormente.
El desempeño exportador de México dista mucho del que se observa entre los países del Mercosur, que sufren una situación de aislamiento desde el histórico y fatídico rechazo al ALCA en 2005. Estos países podrían haber aprovechado un mercado potencial de más de 300 millones de personas para colocar productos a través de sus ventajas comparativas, pero se decidió desperdiciar una oportunidad histórica.
El presidente republicano George W. Bush se había comprometido con el avance en la liberalización comercial de América, una condición necesaria para el desarrollo económico y la generación de competitividad. Esta visión fue llevada adelante en la IV Cumbre de las Américas bajo la iniciativa del Presidente estadounidense.
Bush se propuso alcanzar un acuerdo de libre comercio a nivel continental como una de sus principales metas para su segunda administración. Esto suponía, además, seguir profundizando las “reformas estructurales de segunda generación” plasmadas en el Consenso de Washington para que los países adherentes al acuerdo pudieran adaptarse exitosamente.
Pero a contramano de lo que ocurría en el mundo, el Foro de Sao Paulo buscó dar un giro de 180° con respecto a las políticas de la década de 1990 para volver a aislar a la región del comercio internacional. Este movimiento conformó el llamado “socialismo del siglo XXI”, que propone extender el modelo cubano hacia la región latinoamericana.
La izquierda latinoamericana, representada en aquel entonces por los Gobiernos de Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales y Lula da Silva, formó un bloque de rechazo al ALCA y logró boicotear el proyecto, condenando a la región al inexorable atraso comercial y económico. La agenda ultra-proteccionista socavó cualquier posibilidad de integración comercial y financiera en aquellos países que más lo necesitaban, principalmente los miembros del Mercosur, entre otros.