Este 5 de octubre, la administración Biden anunció que se reanudará la construcción del muro en la frontera sur del país, marcando así un giro de 180 grados. Estados Unidos también reanudará las deportaciones directas de venezolanos a su país de origen

Joe Biden había hecho una promesa durante la campaña presidencial de 2020 y fue una de sus primeras decisiones tras su investidura: detener la construcción del muro fronterizo decidido por Donald Trump. Un muro que Biden consideró ineficaz en su momento. Y esto sigue siendo así, explica, pero justifica su cambio de opinión alegando razones financieras: el dinero ya ha sido asignado por el Congreso para la construcción del muro y él no puede cambiar nada.

Presión política

Su secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas, se hizo eco de esta explicación, aunque añadió que existe una necesidad acuciante e inmediata de construir barreras físicas y carreteras cerca de la frontera para impedir la entrada ilegal en Estados Unidos. Es más, para acelerar la construcción de 32 kilómetros adicionales, se ha suspendido en el sur de Texas la aplicación de 26 leyes federales, en particular las relativas a la protección del medio ambiente.

La administración está sometida a una fuerte presión política en este asunto. Los republicanos lo han convertido en tema de campaña para 2024. Pero el actual presidente también está bajo la presión de sus propios amigos: los alcaldes de grandes ciudades como Nueva York y Chicago, que dicen que ya no pueden hacer frente a la necesidad de recibir y alojar a los migrantes.

Un «paso atrás» para México

El anuncio coincide con una visita de dos días a Ciudad de México del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, para el tercer diálogo de alto nivel sobre seguridad. Los temas del narcotráfico y la migración estuvieron en la agenda.

Por parte mexicana, el presidente Andrés Manuel López Obrador consideró la decisión del Departamento de Seguridad de EEUU de reforzar urgentemente la frontera como un «paso atrás», fruto de la «presión de la ultraderecha estadounidense», que no «resuelve el problema».

Desde el punto de vista mexicano, esta barrera nunca ha impedido a los migrantes que huyen de sus países de origen salir o cruzar a Estados Unidos por cualquier medio, incluso peligroso. Más de 800 personas murieron en la frontera el año pasado, y el flujo de migrantes a lo largo de los 3.000 kilómetros de frontera nunca ha sido mayor.

Deportación de venezolanos

Estados Unidos anunció por otra parte que volverá a repatriar o deportar venezolanos que crucen la frontera sur con México de forma ilegal, agregando que le pide a migrantes que tratan de llegar a Estados Unidos que lo hagan utilizando las vías legales que han expandido y facilitado recientemente.

Según los informes, sólo en septiembre llegaron a Estados Unidos 50.000 venezolanos. Hasta entonces, la administración Biden había estado deportando a venezolanos, pero a través de terceros países como la República Dominicana, que luego los enviaba de vuelta a Caracas. Aunque todavía no se anunció cuándo empezarían las repatriaciones, el anuncio viene con el visto bueno de Caracas que aceptó el regreso de nacionales venezolanos deportados desde EEUU.

La noticia, además, viene semanas después de que el gobierno de Biden anunció que aumentará el número de venezolanos que pueden aplicar al Estatus de Protección Temporal si entraron al país antes del 31 de julio. Estatus que les permite vivir y trabajar en este país por dos años.

En la actualidad, la grave crisis que atraviesa el país ha obligado a más de 7 millones de personas a abandonar el territorio venezolano. Caracas ha respondido alegando que esta migración masiva es consecuencia de las sanciones internacionales impuestas al país.

RFI