Manuel Cabré es conocido como “El Pintor de El Ávila”. Dejó para la historia de la pintura en Venezuela del siglo XX su pincelada y policromía en centenares de lienzos dedicados a su amor por el cerro que circunda el valle de Caracas.
Por: iVenezuela
Fue miembro fundador del Círculo de Bellas Artes, primer movimiento artístico en el país que buscaba el cambio de la práctica de la enseñanza artística y buscaba otro tipo de representación del paisaje.
Manuel Cabré nació el 25 de enero de 1890 en Barcelona, España. Hijo de un escultor que vino a Venezuela, en 1896, en medio de la convocatoria que el gobierno de Joaquín Crespo hizo a los artistas para la realización de obras en Caracas.
El joven Cabré estudió en la Academia de Bellas Artes de Caracas, al tiempo que trabajaba en una marmolería como colorista de estatuillas. Fue uno de los estudiantes que participaron en la huelga de 1909 en la Academia de Bellas Artes en contra del Ministro de Educación y que pedían la renovación de la Academia.
Esta acción fue el germen que en 1912 dio paso a la creación del Círculo de Bellas Artes, del que se contó con un texto fundacional y tres salones de pintura.
Cabré y El Ávila
La propuesta pictórica de Manuel Cabré y su Ávila como leit-motiv rápidamente fue merecedora del reconocimiento de la crítica y las instituciones artísticas, lo que se tradujo en premios recibidos a partir de 1908.
Participó con retratos, escenas de interior y la fuerza de sus paisajes en las tres ediciones del Salón Anual del Círculo de Bellas Artes, celebrados en el Teatro Calcaño entre 1913 y 1915.
La primera de sus exposiciones individuales la realizó en 1920, con una nutrida muestra de 119 obras, que le abrió paso para su estancia en París, donde acude para estudiar y explorar los lenguajes modernos. Su vida artística en la década de los años veinte se desarrolló entre su Caracas natal y su estudio en pleno Montparnasse parisino. Participó en los Salones de Otoño de la ciudad luz al tiempo que pintaba encargos de paisajes a partir de la observación de fotografías de Domingo Lucca.
En 1935, tras la muerte de Juan Vicente Gómez, Manuel Cabré regresó a Venezuela y fue nombrado Inspector de Bellas Artes y Asesor del Director de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas, como pasaría a llamarse la Academia de Bellas Artes en 1936.
Para el año 1942 ocupó la Dirección del Museo de Bellas Artes de Caracas, hasta 1946. Por estos años su obra se mantenía en constante producción y exhibición, participando entre 1940 y 1956 de manera consecutiva en las ediciones del Salón Oficial Anual de Artes Plásticas de Venezuela, presentado en el Museo de Bellas Artes, y del que recibió en 1951 el Premio Nacional de Pintura, en su edición número XII, con la obra “Ruinas del trapiche en La Flores”.
La obra de Cabré en el tiempo
El crítico, poeta y dibujante Juan Calzadilla ha clasificado la obra de Manuel Cabré en varias etapas cronológica y plásticamente distinguidas.
Académica (1906-1913), de cromática terrosa y ocre, rapidez en la ejecución, de la que destaca el retrato en acuarela del pintor y director de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas, Antonio Edmundo Monsanto.
Azul (1913-1920), que destaca por su interpretación plástica del paisaje, pinceladas evidencia la pasta de pintura, predominan los tonos de azul y el gris; en esta época inicia su serie interpretativa de El Ávila.
Francesa (1920-1931), con un marcado interés por las corrientes de la modernidad, sin obtener mayor éxito de una plasticidad renovada.
Un período de síntesis (1931-1937), con el cual marcó su regreso a Venezuela, y en la que destacan los paisajes de La Urbina, la laguna de Boleíta y una serie de San Bernardino o período Vollmer (c. 1938).
Pero Manuel Cabré no sólo pintó El Ávila, pues en 1942 el entonces presidente Isaías Medina Angarita le encomendó una serie de pinturas de paisajes andinos. Lo que permitió al pintor retornar a la práctica airelisbrista de su obra.
De esta época destaca “Vista de Capacho Viejo”, que recibió el premio popular del Salón Planchart, en 1957. Este reencontrarse con la pintura de observación directa lo llevó entre 1945 y 1965 a trabajar El Ávila (Waraira Repano) de manera hiperrealista y fuerte iluminación, para luego pasar una exaltación cromática entre 1965 y 1979.
Manuel Cabré fue un artista que supo vivir desde el arte, en una apacible y longeva existencia hasta su muerte ocurrida en Caracas el 26 de febrero de 1984.