Por Emilio Campmany

Insultar a España se ha convertido en un mérito del visitante que nuestro Gobierno agradece rindiéndose ante él y llenándole de honores.

Jamás se ha visto que un jefe de Estado insulte al país que va a visitar el día antes de aterrizar en él. Eso es lo que ha hecho Petro, que en vez de dedicar su discurso del primero de mayo a explicar cómo va a resolver los muchos problemas que tiene su país, a pesar de ser independiente desde hace doscientos años, nos lo ha dedicado para insultarnos. No sé qué tal se le daba la guerrilla, pero es evidente que la diplomacia no es lo suyo. Sin embargo, insultar a España se ha convertido en un mérito del visitante que nuestro Gobierno agradece rindiéndose ante él y llenándole de honores. En cualquier país serio, tales injurias, perpetradas el día anterior a una visita, habrían dado lugar a la inmediata cancelación del viaje.

No tiene nada de particular que sea así si se tiene en cuenta que el PSOE es el máximo protector del régimen comunista de Venezuela en todas las instancias internacionales. Nuestro Gobierno ha salvado a Maduro, cortocircuitado la solución Guaidó y sembrado la discordia en la oposición venezolana. Si Chavez y Maduro son buenos para el PSOE, ¿cómo no lo va a ser el colombiano, que fue elegido democráticamente? Tampoco puede extrañar que Petro se permita despreciar nuestra historia si los socialistas abominan igualmente de ella. A nadie le sorprendería que Sánchez, en uno de sus discursos, nos abochornara pidiéndole perdón al presidente colombiano por lo que los españoles hicimos en su tierra.

Este fulano no sólo va a ser recibido con todos los honores por el Gobierno y el rey de España, obligado a estrechar la mano de quien el día antes de saludarle se permitió insultar a todo lo que él representa. Al terrorista se le van a abrir las puertas de las Cortes para dirigirse, en sesión conjunta del Congreso y del Senado, a diputados y senadores, que encarnan la soberanía nacional y nos representan a todos. Y los españoles no tendremos más remedio que tragar con esta afrenta. Si el rey de Marruecos se ríe en nuestras barbas, si el Reino Unido nos humilla todos los días desde Gibraltar, si no hay tribunal europeo, belga o alemán, que nos entregue a un solo golpista catalán, si a Sánchez no le importa perseguir por los pasillos a Joe Biden, ¿qué más da que un terrorista colombiano se suba a la tribuna del Congreso de los Diputados a insultarnos? Peores cosas veremos durante la presidencia española de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023.

Ya sabemos que el PSOE de Zapatero y de Sánchez es así. Porque ¿qué más les da a ellos darle coba a un tipo de la calaña del que nos visita si son del partido de Largo Caballero e Indalecio Prieto y en vez de avergonzarse les erigen monumentos? Lo que no se entiende es que Martínez-Almeida se preste a entregarle las llaves de la ciudad de Madrid a este sujeto. Él sabrá.