Por morfema.press

Petare fue, antes de su explosiva y anárquica expansión urbana, asiento de cafetales que producían uno de los mejores cafés de Venezuela. Los cafetos finos, de la especie arábica , demandan condiciones de altura, iluminación, temperatura y humedad como las que tiene Petare y gran parte del Valle de Caracas.

Enrique Egaña, caraqueño y experto en genética del café se propuso demostrar que en la hoy Caracas urbanizada, es posible el cultivo del café de alta calidad. Lo denominó caficultura urbana, y desde entoces, ya unos años atrás, ha demostrado que es posible, ya sea en patios de casas del este de la ciudad o en macetas en la platabandas de las viviendas humildes.

La pobreza está en no saber

Egaña ha llegado a Petare a enseñar. Con su proyecto café Petare Blu, les lleva, de la mano de las organizaciones del barrio, plántulas (chapolas) germinadas en su banco genético (en este caso del varietal Monteclaro) hasta esas comunidades.

A partir de ahí les enseña la siembra en bolsas, al cuido de la planta, los momentos del transplante a macetas, la poda, la cosecha, el despulpado del cerezo del café hasta el tostado y la molienda casera.

«Cada familia tiene derecho a tomar café del bueno, pero también hay que aprender a cultivarlo. Una vez que aprendamos, posiblemente motivemos a las nuevas generaciones a volver al campo a cultivar café de alta calidad»

Enrique Egaña