Por Alfredo Maldonado

La apuesta de Vladimir Putin fue a que los europeos, poco previsivos con la producción de gas para calentarse los cuerpos y, muy especialmente, para el adecuado funcionamiento de la industria particularmente de Alemania, no se pondrían excesivamente pesados con el asunto de la invasión a Ucrania.

Pero las cosas no fueron tan así, Putin se lanzó a una guerra que no le está resultando tan sencilla y, de hecho, en vez de días lleva meses y además no ha podido chantajear a Europa con su suministro de gas porque, entre otros detalles, es un dinero que Rusia necesita, no sólo para la guerra sino para su manejo diario.

Los europeos, de todas maneras, han estado desarrollando intensas importaciones de gas de todo el mundo y cuentan no sólo con el gas y el petróleo rusos, sino con gas traído licuado del mundo entero, además de contar con los milmillonarios recursos y la tecnología para construir los necesarios depósitos en sus puertos e incluso con modernísima tecnología de depósitos flotantes,

Pero ha surgido un problema con el cual no contaban –aunque han acumulado gas suficiente para que la crisis por el invierno que ya se les viene encima no sea crítica al menos hasta finales de diciembre-, pues a última hora parece que las instalaciones rusas que envían el gas a través del Mar Báltico tienen una fuga, y la fuga es grave.

Hay tres versiones, una que afirma que se trata de un sabotaje, otra de un submarinista prestigioso y retirado que afirma que la fuga tuvo que haber sido producida por un submarino –que tiene que ser ruso- y una tercera que suma las dos y culpa a Moscú de una acción deliberada. En cualquier caso, aunque los europeos cuentan con montones de dinero para seguir comprando y acumulando gas, una cosa es segura: no volverán a caer en esa trampa, se reactiva la energía nuclear –Francia está muy adelantada en esta área- y la tecnología para conservar el gas comprado mejora aceleradamente. Europa pasa por un crisis con la billetera llena, Rusia pierde un cliente muy importante.

Venezuela no es una potencia gasífera como sí lo es petrolera –suponiendo que Tarek El Aisami logre poner a PDVSA en camino de fuerte recuperación, y tenemos la impresión de que para ello va a necesitar a gigantes como Chevron y empresas europeas como la francesa Total, la italiana ENI y la española Repsol. Pero Venezuela si fue antes del chavismo un importante proveedor de gas para Europa, ¿se acuerdan de Veba Oel?

Tal vez Maduro y El Aisami lo recuerdan, los europeos y la Casa Blanca también se acuerdan, aparte de que el mayor proveedor de gas del mundo, actualmente, no es Rusia sino Estados Unidos. Pero el derrame y paralización de las instalaciones rusas para el envío de gas, de alguna manera, es también un primer y patético triunfo de Vladimir Putin, que no sólo no está ganando la guerra sino al cual se les están escapando los jóvenes rusos por todas partes.

La tesis del sabotaje deliberado por Moscú, cobra fuerza.

Putin, al mismo tiempo, está desarrollando otro juego político que no necesariamente será aceptado por los europeos y los estadounidenses, y por los países que hacen de colchón entre Rusia y Asia, y es el referenda en las regiones que los rusos mantienen para que los prorrusos afirmen electoralmente su deseo de ser rusos. El problema es que los favorables a ser rusos están ganando con porcentajes de casi el 100 % de los votos en el Dobensk y el Lugansk, lo cual es bastante difícil de creer. Y el exitoso ejército ucraniano, naturalmente, lo cree menos.