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Es lo que es

Gerardo Lucas

Por Gerardo Lucas

La inflación actual venezolana es un fenómeno inescrutable, impenetrable e indescifrable para el común de los ciudadanos, y un buen número de los entendidos.

Después de 50 años de inflación a dos y tres dígitos, unido a varios cambios en el cono monetario nacional incluyendo la eliminación de ceros; un mercado local que funciona con más de una moneda; más varios entes, privados y oficiales, que los calculan, al final representa un galimatías incomprensible.

Vayamos por partes. En primer lugar, hay por lo menos tres estimaciones. El Banco Central de Venezuela publica el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que muestra para octubre de 2024 un incremento del 4,0% y un acumulado para el año del 16,6%. Mientras que el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) calcula la tasa mensual de inflación para enero del 2025 en 7,9% y al cierre del 2024 en 85%. El Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (CENDA-FVM), calcula que el costo de la Canasta Básica Familiar que para diciembre de 2024 alcanzó 498 dólares o 27.415 bolívares, y un año antes (diciembre de 2023), se ubicó en 532 dólares 20.214 bolívares, o sea, no hubo inflación en dólares en el 2024. Entonces: ¿Cuál es el nivel de la inflación?

Como hemos visto, el problema tiene otro ángulo, bolívares o dólares. Según los entendidos del OVF el Índice de Dolarización es del 98% de las transacciones, es decir, que todos negocian en dólares, aun cuando el 44% paga en moneda extranjera y el 56 % en bolívares. Para hacer la cuestión más compleja, muy pocas personas cobran su remuneración en dólares. Por ejemplo, los maestros tienen un salario mensual de 264 bolívares que equivale a 14,50 dólares, y necesitan 34 salarios para cubrir su Canasta Básica Alimentaria. ¿Alguien puede entender esto? Consecuencialmente, se desprende que la inflación afecta a las personas en forma diferente si su salario nominal esta negociado en dólares o bolívares.

En Venezuela, la inflación tradicionalmente se la debemos al déficit fiscal que es financiado por el Banco Central y la producción de dinero (bolívares) inorgánico (falso). En la actualidad, si continúa subiendo la producción petrolera -que está en un millón de barriles diarios- y las exportaciones, podemos inferir que la inflación se aplacará.

Haciendo un poco de historia, debemos aclarar que la inflación a dos dígitos se la debemos a Carlos Andrés Pérez. La aseveración es contundente, este tema lo abordamos en nuestro libro: Carlos Andrés Pérez, La Gran Venezuela, AB Ediciones UCAB, 2024, donde explicamos en detalle cómo ocurrió, diremos, brevemente, que al comenzar su primer mandato en 1974 el precio del petróleo y los ingresos del gobierno se triplicaron, debido a la guerra del Jon Kippur. Pérez lo gastó, casi en su totalidad, en el primer año de ejercicio, en consecuencia, al salir del gobierno, dejó al país endeudado. Como medida, puso en marcha un férreo control de precios, para contenerlo artificialmente, pero Luis Herrera Campins, que lo sucedió, dijo, en el mismo acto de transmisión de mando ante el Congreso: “Recibo un país hipotecado”, por lo que tuvo que devaluar la moneda y aceptar, mediante su liberación, un nivel de precios a dos dígitos. Ningún gobierno, hasta el presente ha enfrentado una situación semejante.

Gerardo Lucas. Economista/Historiador. gerardolucas@wordpress.com

Por Gerardo Lucas

A los venezolanos que nos interesamos por la economía, nos conviene seguir de cerca los avatares de la política económica liberal adelantada por Argentina en su programa de estabilidad económica, ya que nos podría aportar enseñanzas útiles a la hora en la que tengamos que avanzar en nuestro propio camino.

Lógicamente, atendiendo a las particularidades de cada país ya que Venezuela no es Argentina ni Argentina es Venezuela. Uno de los más importantes contrastes, es que esa nación tiene una mega deuda externa, cinco veces más grande que la venezolana; adicionalmente, ellos tienen un importante sector productivo que deben estimular, mientras que, en nuestro país el sector productivo esta desmantelado y es prácticamente inexistente.

En la reciente reunión del Fondo Monetario Internacional se destacaron los siguientes aspectos sobre Argentina, en primer lugar, que es el único país latinoamericano con un superávit fiscal. También, bajó el riesgo país a menos de 1000 puntos (el riesgo país es la diferencia entre las tasas de interés locales y las del tesoro estadounidense) cuestión que no había logrado desde el 2018. Asimismo, su balanza comercial está básicamente en equilibrio, la referida a las importaciones y exportaciones de mercancías. Por otro lado, prevén una disminución de la inflación a finales de 2024 a 114%, altísima, pero deciente, por último, aún tiene altas tasas de pobreza crítica en un 39%. 

El mismo Fondo Monetario califica la posibilidad de recuperación argentina como “incierta y desigual”. Además, continúan las restricciones cambiarias, llamadas localmente “el cepo”, que no permite la compraventa libre de las divisas; la economía sufrió una contracción del 3,5%, lo cual es importante, pero debemos recordar que en Venezuela, en la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, durante el programa de liberación con tutoría de FMI, la economía venezolana se contrajo en un 7% en 1989, primer año de su gobierno; la deuda pública argentina por habitante es de 22.600 dólares, entre las más altas del mundo; está en el puesto 126º de los 190 países que conforman el ranking Doing Busines, que califica a los más “aptos para hacer negocios”; la tasa de desempleo es del 7,7%, relativamente alta, con un millón de desempleados, en consecuencia, los programas de ajuste son más difíciles para la población más vulnerable; la tasa de interés se encuentra en el 40%, condicionada por la alta inflación, lo que explica que la propensión bancaria a la concesión de crédito sea baja.

El gobierno de Milei y su partido Libertad Avanza, no tiene ni gobernadores ni intendentes, apenas 40 curules en el Congreso y solo 7 senadores, pero cuenta con el apoyo de Juntos por El Cambio, el PRO y el tradicional radicalismo, lo cual le da suficiente base de sostenibilidad frente a los embates del kirchnerismo.

En lo que va de su período presidencial puso en marcha un programa de austeridad, que la oposición llama “la motosierra”. En este sentido, redujo el tamaño de gran número de instituciones públicas, frenó las transferencias a las provincias, ha recortado en más del 50% los presupuestos de las universidades públicas, que tilda de centros de adoctrinamiento, modificó por decreto más de 300 leyes, entre ellas, la reforma de la ley del Trabajo, la ley de alquileres y desreguló la salud privada, entre otras cosas.

En el frente financiero, el gobierno argentino trabaja para renegociar la deuda actual con el FMI y reforzar el nivel de las reservas internacionales que se encuentran en unos 20.000 millones de dólares, buscando nuevos aportes del FMI de 10 a 15.000 millones adicionales. Entre los países latinoamericanos, Argentina es el mayor deudor al Fondo con 43.000 millones de dólares. También está negociando un préstamo puente con la banca privada.

A Milei se le tilda de ultraderechista por aplicar, sin contemplaciones, un programa de ajuste económico de acuerdo con los principios básicos de la economía fiscal, que no es ni de derecha ni de izquierda, es de sana lógica para cualquiera. Lo que sucede, es que tiene un alto costo social a corto plazo, que a los gobiernos populistas de izquierda les sería muy difícil de aplicar, porque el peso a corto plazo recae sobre “el pueblo llano”, que es su soporte político y que ha sobrevivido a base de subsidios y controles.

El caso Venezuela es algo diferente, hay que renegociar la deuda, que está en el fondo. Ya el gobierno no le da nada al pueblo, lo más, unas pobres bolsas de comida. De forma que, el aumento de confianza en el país traería, en un lapso relativamente corto, actividad económica e inversiones que se traducirían en bienestar.

Por Gerardo Lucas

La llamada Revolución Bolivariana fue una proyección ilusoria a la que apostaron muchos venezolanos hartos de  la corrupción y el desencantados con la democracia. La proclamada igualdad y prosperidad pronto se convirtió en la pesadilla de la igualación hacia abajo, el nuevo gobierno lejos de atender el problema de la desigualdad social, lo profundizó.

Una investigación de la UCAB titulada Encuesta de Condiciones de Vida 2023, publica el cálculo del coeficiente de Gini para Venezuela y otros países. Este índice, creado por el economista italiano Corrado Gini, mide el nivel de desigualdad en los ingresos de los ciudadanos de un país. Se expresa como un número entre cero y uno, donde el cero se corresponde a la perfecta igualdad, y el uno a la mayor desigualdad.

El índice Gini para el 2014, cuando Venezuela aún recibía importantes ingresos petroleros, se situaba en 0,407. Luego de la debacle del 2017, momento en el cual se produce la caída de la exportación petrolera, ayudada por las sanciones norteamericanas, el coeficiente llega a su máximo de 0,630, en ese momento, comienza la gran estampida de los venezolanos al exterior. Hoy en día, el índice se empareja con otros países de Latinoamérica con un valor de 0,512, semejante a Colombia con 0,515 y Brasil 0,529, ambos países conocidos por su desigualdad social.

El coeficiente Gini refleja las políticas sociales del país. En el caso de los Estados Unidos, la principal potencia mundial, el índice se encuentra a niveles relativamente altos con 0,413, evidenciando las características de una sociedad que exalta el individualismo, mientras que, en los países como los europeos occidentales con su tradición política socialista, el índice se ubica en 0,294 en Alemania y en 0,337 en Portugal. 

Los países con coeficientes superiores al 0,500 son los países con mayor desigualdad en el mundo, providencialmente, son pocos y están disminuyendo. El que se mantiene con la mayor desigualdad es Sudáfrica con 0,630, consecuencia de su pasado racista e imperialista. El resto se encuentran, justamente, en el continente africano y en América Latina. En África encontramos a Namibia con 0,591; Eswatini con 0,548; Angola con 0,513; Botsuana 0.533; Mozambique 0,503; Zambia 0.515; Zimbabue 0,503. En América Latina, tenemos a Colombia 0,548; Belice 0,532; Brasil 0,520; Santa Lucia 0,516 y Venezuela 0,512. 

En el caso de Venezuela, estar entre los países de mayor desigualdad, representa la mitad del problema. La otra mitad, es que, simultáneamente, se encuentra entre los países con los Índices de Ingreso per cápita más bajos del mundo. Con los mayores coeficientes de desigualdad existentes. En efecto, el Ingreso per cápita estimado para Venezuela, y es estimado porque no existen estadísticas oficiales, es de 3.659 dólares, quedando en el puesto 180 de 224 países del mundo. 

Gerardo Lucas. Economista e Historiador. https://gerardolucas.wordpress.com

Por Gerardo Lucas

En enero del 2010 Francisco Suniaga publicó su libro El Pasajero de Truman, donde relata un importante evento, hasta entonces poco conocido, sobre el papel que jugó el diplomático Diógenes Escalante, embajador de Venezuela en Washington, como el candidato de consenso para realizar la transición democrática entre el gobierno de Medina Angarita, heredero del gomecismo, y Acción Democrática, la fuerza emergente.

Por cosas del destino, Escalante, que después de 46 años de gobiernos militares encarnaba la posibilidad de un civil en la presidencia, no pudo jugar el papel. En la mañana del 2 de septiembre de 1945 en su habitación en el Hotel Ávila de Caracas, a pocos minutos de una reunión en Miraflores, con el presidente Medina Angarita, descubren que el hombre perdió la razón. Los esfuerzos por encontrar un sustituto de consenso en el empresario andino y Ministro de Agricultura, Ángel Biaginni, se vieron truncados al precipitarse el Golpe de Estado contra Medina, liderado por Carlos Delgado Chalbaud, Pérez Jiménez y otros oficiales de rangos medios, y con la participación activa de Acción Democrática.

Se repite la historia de un candidato de consenso para las presidenciales. Al diplomático, embajador Edmundo González Urrutia, un hombre parco y desconocido se le llama a jugar el papel de hombre bisagra, luego de que el gobierno vetara a María Corina como candidata, en representación de la oposición legitima, y luego, a su tocaya designada Corina Yonis. El consenso lo fragua el veterano político zuliano, Omar Barboza, secretario de la Plataforma Democrática Unitaria (PUD) cuando llega a un acuerdo con Manuel Rosales, y por ende con Maduro, y con María Corina.

Primer capítulo, aún faltan muchos. María Corina logra mantener viva la esperanza del cambio de gobierno por elecciones, y Maduro gana tiempo en un escenario de aparente legalidad y viabilidad, sabiendo que todavía tiene mucho terreno para sus vagabunderías, especialmente en el supuesto (¿negado?) que perdiera la elección, le quedaría un periodo de ocho meses como Presidente en Ejercicio y teniendo al otro como Presidente Electo, pero sin mando.

Esta sería la tercera oportunidad en que, en la política criolla, se utiliza el personaje bisagra. Esta fórmula resultó con éxito el caso del historiador adeco Ramon J Velásquez, que jugó el papel de presidente interino (junio 1993 y 1994), al salir (ilegítimamente) expulsado de la presidencia Carlos Andrés Pérez, por acuerdo de Alfaro Ucero (AD) y Caldera (COPEI) y con vicisitudes y la inminente debacle bancaria, Velásquez llegará al final del periodo constitucional entregando el poder a Caldera en enero de 1994.

Nadie puede adivinar el futuro. ¿Cuánto cabalgará el hombre bisagra? Está por verse.

Gerardo Lucas. Economista-Historiador/ gerardolucas.wordpress.com

Por Gerardo Lucas

Para la gente que no ha escuchado esta expresión caraqueña con la que titulamos nuestro artículo, debemos aclarar, que la misma se emplea para significar que dos individuos andan juntos y encompinchados, según la RAE, esta última palabra compincharse: alude a dos o más personas que se ponen de acuerdo con malicia o picardía para actuar como compinches. Por ejemplo, hoy en día, el gobierno y Fedecámaras andan “de pipi agarrados”.

Lo que sucede no debería extrañarle a nadie, el gobierno siempre le ha querido poner la mano a esta organización empresarial. Sobre el particular, podemos traer a colación el intento fallido de Alberto Cudemos, quien de la mano del presidente Chávez, intentó hacerse con el control de Fedecámaras. 

Hoy en día, dada la extrema debilidad económica y el cansancio del empresariado después del 2017, no podría vislumbrarse otra salida. Por otra parte, la élite empresaria siempre ha estado sujeta a esa circunstancia, sino vayamos al abrevadero de la historia.

Desde los lejanos tiempos del Ilustre Americano, General Antonio Guzmán Blanco, a finales del siglo XIX, cuando Venezuela rayaba el millón de habitantes, los más destacados empresarios de entonces; Manuel Antonio Matos y John Boulton, ambos, estaban emparentados con Guzmán. Durante la invasión andina de 1899 Cipriano Castro, en su avance triunfante hacía la capital del país, fue rodeado y aclamado por la godería Valenciana. Juan Vicente Gómez fue apoyado por las “fuerzas vivas” bajo el estandarte de Unión, Paz y Trabajo

Eleazar López Contreras, de inclinación democrática, al contrario de sus antecesores, incentivó a los empresarios a unirse y formar organizaciones que sirvieran de interlocutores con el gobierno, de ahí salió la Cámara de Industriales de Caracas (1938). Otro tanto hizo Medina Angarita, bajo su régimen, en 1944, se estableció Fedecámaras. Marcos Pérez Jiménez y su Nuevo Ideal nacional, contó con el apoyo de Fedecámaras, bajo el liderazgo de varios de sus presidentes, culminando con el de don Feliciano Pacanins. 

Durante la era de la democracia representativa, se mantuvo un nivel de entendimiento cambiante entre los grupos económicos más importantes y la elite política. Esta situación se hizo más evidente durante los dos gobiernos de Carlos Andrés Pérez y el grupo banquero empresarial la Red Conexus, liderado por Pedro Tinoco.. 

Después de 1998, con el triunfo de Chávez, la dirigencia empresarial asumió una posición crítica y de enfrentamiento al llamado gobierno del Socialismo del Siglo XXI, situación que condujo al Paro Cívico Nacional de 2002-2003, ente el cual, el gobierno actuó con saña; arremetió contra las empresas privadas, mediante el control obrero, auspició, además del hurto y saqueo a las empresas, la expropiación de muchas de ellas, con el final por todos conocido.  

Estamos ante una nueva realidad en la relación gobierno-empresa, que nosotros como historiadores, consideramos inevitable en este momento de debilidad institucional. 

Frente a esta coyuntura, los pocos empresarios que quedan están divididos y envueltos en la dialéctica interpretativa, entre “realistas” e “institucionalistas”, estos últimos, llamados por sus adversarios “radicales”. Los “realistas” aducen que acercarse al gobierno es la única alternativa. Exponen, que aislarse no conduce a nada, que el acercamiento les brinda la posibilidad de influir en la acción del gobierno a favor de medidas que alivien la situación del empresariado. Los “institucionales” o “radicales”, por su parte, quienes no se sienten a gusto con la compañía de los personeros del gobierno, argumentan que esa ‘narrativa” es una ilusión; que no hay ninguna capacidad de influir sobre las acciones del otro; que solo gente ingenua o desprevenida puede creer en eso. 

Detrás de la mampara, están los intereses de parte y parte. Los del gobierno, conseguir el reconocimiento y la legitimación que tanto necesitan, y los del empresariado, unos de buena fe, y otros, detrás de lo suyo, convivir. 

La reciente toma o expropiación de la Cruz Roja Venezolana por parte del gobierno, y su posterior entrega a empresarios de la alianza, de acuerdo con los de “pensamiento radical”, ejemplifica el funcionamiento del nuevo modelo cooperativo.


Economista/ Master en Finanzas/Historiador. https://gerardolucas.wordpress.com/

Por Gerardo Lucas

Elon Musk el hombre más rico del universo galáctico, fundador de PayPal, Tesla Motors, Space X, Starlink, The Boring Company y otras iniciativas revolucionarias, ahora, con una inversión de 44 billones de dólares, es dueño de Twitter y se ha convertido en el icono moderno que personifica la visión y ejecución que conduce al tan deseado éxito en los negocios.

La aparición del hombre providencial que lleva al cambio de paradigmas es de vieja data. El filósofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900), en su obra Así habló Zaratustra, inspirado en Zoroastro, líder espiritual persa, fundador del mazdeísmo o zoroastrismocuyas enseñanzas desafiaron las tradiciones existentes, encuentra su paragón moderno en Elon Musk, líder empresarial que está obliterando los paradigmas empresariales de nuestro tiempo.

Haciendo, en esta oportunidad, caso omiso de su actitud prepotente frente a sus empleados, propia del capitalismo salvaje, al igual que Zaratustra, Elon Musk, con más de 115 millones de seguidores en Twitter -el Zoroastrismo tiene hoy en día unos 300.000 seguidores-, rompe con el paradigma empresarial de nuestro tiempo, cuando destruye la función de los tiempos en el proceso de decisiones empresariales.

Cuando Musk adquiere Twitter, lo primero que hace, no es convocar a su equipo para preparar su Plan Estratégico de tres años y definir los escenarios, como dicta la metodología imperante, sino por el contrario, declara “su objetivo para los próximos 10 días”. Antes de adquirir la empresa, dio otra demostración de su metodología empresarial cuando habló telefónicamente con el entonces CEO de Twitter, Parag Agrawal, y le preguntó “¿qué has alcanzado en los últimos 7 días?”.

Pierre Wack (1922-1997) ejecutivo de la Royal Dutch Shell fue el primero en desarrollar la planificación por escenarios. Después de él, esa metodología se convirtió en el nuevo modelo para la comunidad empresarial. Decía que: “No se puede predecir el futuro y es peligroso tratar de hacerlo”. Entonces propone crear dos escenarios extremos y prepararse para ellos. Cuando cambien los escenarios vuelven a desarrollar un nuevo plan estratégico. 

Hoy en día, quizás el mundo cambia demasiado rápido. En una semana vivimos los siguientes cambios: las expectativas optimistas de los republicanos con respecto a las elecciones del midterms, se vieron frustradas y en lugar de producirse la avalancha roja, sorpresivamente, Biden resultó victorioso; al mismo tiempo, los Ucranianos conquistan a Kresson y Putin queda mudo, hasta el día de hoy, y no asiste a la  Reunión de los 20; Biden se reúne con XI Jinpin y estrechan lazos, desarman la tensión en el oriente; el Crypto Exchange FDX se desploma y pierde sus inversionistas, en un día, 20.000 millones de dólares; y para culminar, Maduro es saludado afectuosamente por Macron, y vira la política internacional de Venezuela, convocando inmediatamente una reunión en Paris, con el presidente argentino, Alberto Fernández, y el presidente colombiano, Gustavo Petro, ¿el gobierno y la oposición? 

Los economistas de antes tenían clara la situación. Inventaron el “Ceteris Paribus”, si todo sigue igual, la tendencia es esta. Hasta ahí.

El moderno Zaratustra, Elon Musk, muestra el nuevo paradigma: el largo plazo son 10 días. Luego, establecer la dirección deseada de la empresa, ¿no es mejor tomar decisiones diarias basadas en los últimos acontecimientos conocidos, que volver al borrador y hacer otro plan estratégico?

¿Qué sentido tiene el largo plazo? Bien dijo el economista inglés, muchas veces mal interpretado, John Maynard Keynes: “En el largo plazo todos estamos muertos”.


Gerardo Lucas Economista e Historiador

Biblioteca Gerardo Lucas – Libros y ensayos en historia económica y social (wordpress.com)

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