Vía REL
Durante mucho tiempo, los católicos convencidos de tener que perder unos kilos han encontrado excusas para no intentarlo en los gimnasios. «Fomenta el hedonismo y la vanidad«, es el «culto al cuerpo y a la inmanencia», «puede poner en bandeja las infidelidades» y un sinfín de motivos válidos… que pronto podrían dejar de encontrar su razón de ser.
Al menos, ya es así en el Club de barra St. Michael de Iowa, inaugurado el pasado 29 de septiembre, fiesta del Arcángel. Su objetivo, anuncia su web, «revertir la tendencia» de católicos que rehúyen el entrenamiento físico al ver «la corrupción, vanidad, avaricia, lujuria y otros apegos» asociados a esta industria.
Nada más entrar al portal del St Michael queda claro que «no es el típico gimnasio: Nuestro objetivo es fortalecer a las personas y hacerlo de una manera que se promueva la virtud. No estamos aquí para prepararnos para el verano ni para impresionar al sexo opuesto. Nos estamos entrenando para la Guerra Santa contra el diablo, para disciplinar nuestras mentes y cuerpos y para aplastar nuestras tentaciones».
¿Cuerpos musculados y aceitosos? Mejor rosarios y el Evangelio
Pero, ¿quién puede decir que entra a un gimnasio y ve musculados sacerdotes confesando? No es la única anomalía del St. Michael. En lugar de cuerpos aceitosos, sus paredes contienen citas evangélicas como «El hierro se afila con hierro» u «Ora et labora» entre otras. Sus clientes incluso rezan el rosario en el recinto, y si esculpen sus figuras no es para contemplarse frente al espejo, sino para poner sus cuerpos y fuerza al servicio del bien común, ofrecer su sudor a Dios… y entrenar soldados dispuestos a luchar «contra el maligno».
Podría parecer una extravagancia, pero Joe Enabnit, propietario del gimnasio, exateo y pagano converso a la fe, no ha dudado en abrir lo que podría llamarse un «gimnasio confesional»: su «misión» empresarial, disponible en su página web, recoge objetivos tales como que el entrenamiento sea compatible con la vida católica, difundir el entrenamiento como medio de crecimiento espiritual, integrar la vida física y de oración e incluso ofrecer su trabajo «ad maiorem Dei gloriam».
«No es un truco de marketing. Todos nos tomamos en serio estas cosas católicas», dijo recientemente a Catholic News Agency el mismo Enabnit.
Como amante de la fuerza y del levantamiento de pesas «de toda la vida», Enabnit comenzó su dedicación a las mancuernas en 2010 y posteriormente a la fisioterapia en 2014. Pero no abrió su propio gimnasio hasta 2020, junto a una decena de parroquianos católicos de la ciudad.
Fue precisamente en la pandemia (2020), cuando el gimnasio en el que trabajaba cerró sus puertas y difundió entre algunos conocidos que el del sótano de su casa estaba disponible para quien quisiese a un entrenador personal. Se corrió la voz y pronto estaba hasta los topes.
Converso y levantador de pesas, al servicio de los suyos
Por aquel entonces, Enabnit ya había pasado de ser un ateo militante a convertirse en católico con 28 años, en 2019.
Fue precisamente a partir de ese momento cuando comenzó a encontrar aspiraciones más trascendentales en su vida, aficiones y trabajo, cuando en plena pandemia pudo «encarnarlas» y convertir su nueva fe y sus pétreos brazos en herramientas al servicio del bien.
Era agosto de 2020, cuando una fuerte tormenta conocida con el nombre técnico de «derecho» devastó la ciudad de Cedar Rapids y todo lo que las ráfagas de viento de 225 kilómetros hora encontraban a su paso.
Todo había sido destruido, y todas las manos eran pocas para ayudar. Pero si estaban acostumbradas a levantar decenas de kilos sin inmutarse, eran un bien muy demandado que Enabnit y sus compañeros de gimnasio pusieron a disposición de su ciudad.
«Estar en buena forma significaba que podíamos ayudar durante todo el día… y eso es lo que hicimos durante tres semanas, ocho horas al día. Nos dimos cuenta que hacer ejercicio era más que un pasatiempo. No se trataba de verse y sentirse bien. Era una oportunidad de formar una comunidad en la que unos se ayudan a otros», explica su web.
Aquella era la oportunidad precisa para arrancar el St. Michaels Barbell Club. El pasado 29 de septiembre, festividad de los arcángeles, el gimnasio abrió oficialmente sus puertas.
Un gimnasio atípico: trabaja la virtud, la fe y el cuerpo
En muchas cosas, es como cualquier otro. Sus miembros pagan una cuota mensual, tienen una llave para entrar cuando quieran, una App para hacer un seguimiento de su progreso y Enabnit orienta y dirige el trabajo de quien lo necesita.
Pero todo ello, como anuncia su misión, está profundamente integrado con la fe. Así, sus socios también rezan en comunidad, en el mismo gimnasio, el rosario o el Ángelus, y hay varios sacerdotes miembros que también escuchan confesiones e imparten bendiciones a quien lo solicita.
«Creemos que el entrenamiento enriquece nuestra vida espiritual enseñándonos humildad, paciencia y perseverancia. También hace que nuestros cuerpos sean más capaces para ayudar y dar un buen testimonio de Nuestro Señor. Nuestro entrenamiento es un refugio para que los católicos ortodoxos crezcan en sus vidas tanto física como espiritualmente y tengan compañerismo entre creyentes con ideas afines«, detalla el St. Michael.
¿Y qué otra relación puede haber entre el ejercicio físico y el levantamiento de pesas con la fe? Según Enabnit, más de la que parece.
Por ejemplo, en la dependencia. Algunos adictos a la comida, a las drogas o al alcohol, dice, «necesitan dar salida de alguna forma a su personalidad adictiva de una forma que puedan respetar su cuerpo en lugar de destruirlo».
También menciona cómo es una buena forma de ayudar a quienes admiten que su debilidad capital es la pereza.
«Aunque odian absolutamente hacer ejercicio, saben que eso los convertirá en mejores esposos y padres, o mejores madres y esposas, y les da la oportunidad de negar su tendencia a la pereza y encaminarla hacia algo más grande, ya sea entre ellos y Dios o entre ellos y su familia», explica.
Combatir el pecado «por tus hijos, por tu esposa o tu comunidad»
Tanto es así que el mismo Enabnit cree, como es su caso, que si está sano en todos los ámbitos de su vida salvo en la forma física, remediarlo puede ser incluso «una obligación moral».
«Te permite hacer mucho más por tu familia, tus amigos y tu comunidad. Y si permites que tu cuerpo se consuma sin motivo, estás siendo responsable de no estar listo o ser capaz de ayudar cuando tu familia te necesite o una tormenta destruya la ciudad. Si no lo haces por ti, hazlo por tus hijos, por tu esposa o por tu comunidad«, menciona.
Si el converso y propietario del St Michael desarrolla esta peculiar teología «de la forma física» es porque no hay duda de que puede usarse para dar rienda suelta a «muchas tentaciones» como «centrarse mucho en uno mismo y en el cuerpo, en tomar sustancias para fortalecerse», pero también para el bien, «para el crecimiento personal o ser útil para la familia».
También lo compara con la vida de oración, en la que si se quiere tener éxito, «se debe ser perseverante», luchar contra la pereza o «lo que no te apetece».
«A veces tienes que hacer cosas que no quieres, como seguir una dieta o hacer ejercicio. En tu vida de oración, tal vez sea rezar un rosario cuando estás distraído. Y todo eso es lo que hacemos en el gimnasio. Es como entrenar para la vida espiritual«, destaca.
Sant Michael’s, en «guerra contra Satán»
«La industria del fitness promueve la vanidad y las falsas soluciones. «¡Consígalo en 30 días! ¡Pierda peso sentado en el sofá! ¡Compre nuestro suplemento!» Aprovechan tus propias tentaciones y te venden soluciones rápidas que no funcionan. El Barbell Club lo rechaza. Estamos en esto para un cambio de por vida. Utilizamos el entrenamiento con pesas como una forma de crecimiento espiritual. Levantar nos enseña paciencia, perseverancia y autodisciplina«, se lee en su página.
La vida espiritual no es la única que encuadra entre las ventajas de un ejercicio físico orientado a la fe. También encuentra otras virtudes y habilidades sociales, como el hecho de renunciar a las pantallas e Internet y en su lugar interactuar con los prójimos que rodean a cada uno. «¿Qué mayor llamado hay para un cristiano que ver a Cristo en quien está al lado?», se pregunta.
Enabnit lleva su misión empresarial, su convicción y su apostolado al punto de dedicar su gimnasio al arcángel San Miguel, pues, cómo él, «cada hombre y mujer católicos están llamados a ser guerreros contra las tentaciones del maligno. La vida espiritual es una batalla continua, que a veces perdemos, pero que confiamos en que si seguimos luchando, ganaremos. Ese es el espíritu de San Miguel, porque al final, arroja a Satanás al infierno«, concluye.