Vía DW

La guerra de Rusia contra Ucrania tiene algunos paralelos con la campaña de Siria, indica Hanna Notte, investigadora del Centro de Desarme y No Proliferación de Viena, en entrevista con DW.

DW: ¿Cuáles son los paralelos que usted ha identificado entre la campaña militar de Rusia en Siria y la de Ucrania?

Hanna Notte: Los cinco paralelos que yo he identificado parten por la idea de que Rusia se embarca en una guerra secuencial, una guerra en fases. En segundo lugar, su táctica de cercar ciudades, realizar asedios y bombardeos, y también de establecer, cito, «corredores humanitarios», lo que, creo, debe tomarse con pinzas. El tercer paralelismo es toda la cuestión de los combatientes extranjeros, que es compleja, porque Rusia acusa al otro bando de utilizar combatientes extranjeros, pero luego los utiliza ella misma. Y el cuarto y el quinto paralelismo nos llevan de nuevo a la cuestión de la desinformación, por ejemplo, sobre el uso de escudos humanos por parte del enemigo.

Rusia con frecuencia acusó a terroristas de Siria de usar civiles como escudos humanos. Ahora está alegando lo mismo en cuanto al batallón Azov en Mariúpol, y luego recurre a la desinformación sobre el otro bando… Pero, aunque vemos paralelismos en tácticas específicas, es importante tener siempre presentes la diferencias entre las campañas de Rusia en Siria y en Ucrania, que son significativas en términos de objetivos y dimensiones. Los que está en juego para Rusia es muy distinto.

Hanna Notte

¿A qué se refiere con guerra secuencial?

En Siria, lo que vimos fue que el gobierno de Assad y los militares rusos, en varios momentos de la guerra -recordemos que Rusia intervino en septiembre de 2015-, detuvieron los combates en algunas partes del país para dirigirse a otros lugares. Así, a comienzos de 2017, establecieron las llamadas zonas de desescalada en regiones occidentales de Siria, lo que liberó recursos para que el gobierno de Asad recuperara terreno hacia el este, y también para reorganizar las fuerzas. Y después, en 2018, los militares sirios, respaldados por Rusia, regresaron y retomaron esas zonas de desescalada, con la excepción de Idlib, que sigue sin estar bajo control de gobierno sirio.

Ahora, en Ucrania, Rusia anunció que había concluido la primera fase de la operación militar especial, y se concentra actualmente en la «liberación” -cito- del Donbás. Efectivamente, ha habido una retirada de las tropas rusas de las inmediaciones del Kiev y del norte de Ucrania. Mi propósito al llamar la atención sobre esto no era tanto sugerir que veremos un tipo similar de secuencias, sino, simplemente, advertir contra el excesivo optimismo o la suposición de que, solo porque digan que ahora se centrarán en el Donbás, podemos respirar aliviados y pensar que los combates en el resto del país han terminado necesariamente.

El intento de abrir vías para que los civiles salgan de áreas de combate ha fracasado muchas veces. Desde la perspectiva military rusa, ¿cuál es la táctica en este caso?

Desafortunadamente, el precedente sirio volvería a sugerir que hay que tomar con cuidado este tipo de corredores, por varias razones. Un buen ejemplo es el de Alepo, una ciudad siria que en 2016 fue asediada por más de seis meses, creo. Allí también Rusia acabó abriendo corredores humanitarios, pero a menudo los civiles desconfiaron de ellos.

El problema es que, por ejemplo, si nos fijamos también en los corredores humanitarios en los suburbios de Damasco en 2018, las personas que decidieron no salir, porque tenían miedo, fueron posteriormente etiquetadas como objetivos legítimos por los militares rusos. La narrativa era que la gente podía irse y los que se quedaban eran los «terroristas». Así que esto podría ser preocupante con respecto a lo que podríamos ver en Ucrania en el futuro.

Existe el temor de que, en algún momento, el Ejército ruso pudiera usar armas químicas. ¿En qué circunstancias cree que podría ser una opción?

Permítame comenzar diciendo que creo, hablando en general, que la línea roja con respecto al uso de armas químicas en un conflicto se ha debilitado mucho debido a Siria. Incluso después de que Siria declaró haber destruido sus arsenales químicos, vimos repetidamente el uso de armas químicas en ese conflicto. Y Rusia esencialmente ha estado protegiendo a Siria de ser inculpada (…) El Consejo de Seguridad de la ONU y los países occidentales no han logrado restablecer esa línea roja referida a las armas químicas.

La pregunta es: ¿usará Rusia semejantes armas en Ucrania? Y la cuestión no es solo si temería o no sufrir consecuencias. Hechos como la masacre de Bucha demuestran que a Rusia le preocupa relativamente poco ser culpada por la comunidad internacional de esas atrocidades. El asunto es si lo consideraría útil.

¿Cuándo el uso de armas químicas es una opción efectiva en un conflicto militar? Si se observa el uso de armas químicas por parte del gobierno de Asad, por lo general, estuvo ligado desde el punto de vista operativo y táctico con su campaña convencional contra la oposición armada. El propósito era castigar colectivamente a las zonas controladas por la oposición, junto con los asedios y el uso de otro tipo de violencia indiscriminada. Creo que la implicación aquí para Ucrania es la pregunta: si entramos en una guerra de desgaste -y supongo que algunos analistas argumentarían que ya estamos en una guerra de desgaste-, ¿podría Rusia calcular que el uso de un arma química tendría sentido? Especialmente si no considera que el precio de hacerlo, en términos de consecuencias, sean tan significativo.