Vía National Geographic

Esta semana la iniciamos con un anuncios de las autoridades de Vietnam que aumentaban el número de víctimas mortales que ha dejado el tifón Yagi en el país, el más fuerte de todos los que ha registrado jamás el continente; mientras, en el Atlántico, la tormenta Francine realizaba su paso a huracán, con vientos máximos sostenidos de 120 kilómetros por hora.

Ciclones, tifones y huracanes parecen haberse convertido en un peligroso (y triste) reflejo de cómo el cambio climático está alterando los patrones meteorológicos, tornándolos más impredecibles. Así, factores como el calentamiento de los océanos y el fenómeno de ‘La Niña’ están creando condiciones propicias para ciclones más intensos y duraderos. Pero… ¿Podría ser que, con este cambio, empezaran a producirse huracanes en Europa? En este artículo te contamos las claves para entenderlo.

Ciclones, tifones, huracanes… ¿Cuál es la diferencia?

Si hay alguna cosa que necesitamos tener clara desde el principio es que los huracanes y los tifones son el mismo fenómeno meteorológico: los ciclones tropicales. ¿La diferencia entre ambos? El lugar en el que se producen.

Los ciclones tropicales

Los ciclones tropicales son definidos por Mar Gómez, Doctora en Física y directora de meteorología en Eltiempo.es, como sistemas meteorológicos giratorios de baja presión que presentan tormentas organizadas, pero sin frentes (es decir, no hay una frontera que separa dos masas de aire de distintas densidades).

Estos ciclones tropicales, no obstante, pueden variar en intensidad. Gómez explica que los más débiles (aquellos cuyos vientos máximos sostenidos en la superficie son menores a los 63 kilómetros por hora) se denominan «depresiones tropicales»; mientras que a los que igualan o superan este umbral, se denominan «tormentas tropicales».

Pero no todas las tormentas tropicales tienen la misma magnitud: por eso, se establece otro umbral más. Si los vientos máximos de una tormenta alcanzan los 119 kilómetros por hora, se clasifica a esta tormenta como huracán, tifón o ciclón tropical, dependiendo de dónde se origine la tormenta en el mundo.

Huracanes y tifones

Según explica la NOAA, si la tormenta se origina en el Atlántico Norte, el Pacífico Norte central o el Pacífico Norte oriental, utilizamos el término huracán; en cambio, si este mismo tipo de perturbación en el Pacífico Noroeste se le denominará tifón; y en el Pacífico Sur y en el Océano Índico, se utiliza el término genérico de ciclón tropical, independientemente de la fuerza del viento.

¿Por qué no se forman huracanes en Europa?

Mar Gómez explica que los huracanes no se forman en lugares como el Mediterráneo o cerca de las costas de Europa porque «estos fenómenos requieren condiciones específicas que no suelen darse en estas regiones».

En este sentido, la meteoróloga identifica la temperatura del agua del mar como un factor crucial (los huracanes se forman en aguas cálidas, generalmente a temperaturas superiores a los 26-27 grados Celsius); pero también que la cizalladura del viento sea baja (diferencia de velocidad o dirección del viento a diferentes altitudes).

«En el Mediterráneo y otras regiones cercanas a Europa, la cizalladura del viento suele ser más alta, lo que tiende a romper los sistemas de tormentas antes de que puedan convertirse en huracanes) y además, debe haber una perturbación atmosférica inicial, como una onda tropical, baja presión o un grupo de tormentas eléctricas», argumenta Gómez.

¿Podrían ‘La Niña’ o la crisis climática cambiar esto?

Tal y como te contábamos en este artículo, La Niña es el fenómeno opuesto a El Niño; y se caracteriza por un enfriamiento anómalo de las aguas superficiales del Pacífico central y oriental, consecuencia de un fortalecimiento de los vientos alisios.

Dicho de otra forma, La Niña es la fase fría del fenómeno conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENSO) y este enfriamiento, explica Gómez, afecta los patrones atmosféricos globales, incluidos los vientos, las precipitaciones y la actividad de los ciclones tropicales.

«Durante los eventos de La Niña, las condiciones en el océano Atlántico suelen ser más favorables para la formación de huracanes ya que reduce la cizalladura del viento en el Atlántico tropical», especifica la meteoróloga, quien recuerda que la baja cizalladura permite que los sistemas de tormentas se organicen y se desarrollen más fácilmente en huracanes.

«Durante los eventos de La Niña, las condiciones en el océano Atlántico suelen ser más favorables para la formación de huracanes»

«Además la Niña suele estar asociada con un aire más seco en la atmósfera superior sobre el Pacífico tropical, lo que puede llevar a un aumento de la humedad en la cuenca del Atlántico», añade. La situación, sin embargo, es diferente en el Pacifico oriental, donde La Niña suele aumentar la cizalladura del viento, lo que tiende a disminuir la actividad de huracanes.

En cuanto a la crisis climática, esta no necesita presentación: la temperatura de nuestro planeta va en aumento, y en ese calentamiento, también se ven afectados los océanos. Así, en la zona tropical y del Atlántico, se han registrado incrementos de temperatura de entre 3ºC y 4ºC por encima de la media.

Huracanes que llegan más al norte o que alcanzan categorías más intensas

Aunque ‘La Niña’ puede tener un impacto determinante en esta temporada de huracanes, lo que realmente preocupa, a largo plazo, es la incidencia que tendrá el calentamiento global sobre los huracanes. Se plantea, por ejemplo, que estos lleguen cada vez más al norte, a latitudes septentrionales que habitualmente no alcanzaban. Pero sobre todo, «se espera que haya huracanes de mayor categoría con el calentamiento global lo que puede producir un mayor impacto y daños», apunta Gómez.

Así, a pesar de que según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es poco probable que aumente el número de ciclones tropicales a nivel mundial, sí que se considera como muy probable la posibilidad de que los ciclones alcancen categorías más intensas, con mayores tasas de lluvia y vientos máximos más rápidos.

«Se espera que haya huracanes de mayor categoría con el calentamiento global lo que puede producir un mayor impacto y daños»

Y cuanto más aumenta la temperatura, más probable se torna esta opción. Según estimaciones del IPCC, si mantenemos el incremento de temperatura limitado en 1,5ºC, el número de ciclones tropicales que alcanzan las mayores categorías (la 4 y 5) puede aumentar un 10%; si el calentamiento se limita en 2ºC, la proporción aumenta hasta el 13%; y para los 4ºC de incremento, se estima un 20%.

Sin embargo, es importante destacar en este sentido que todavía no conocemos muchas cosas de nuestra atmósfera -que tienen cierto componente caótico- y que estas cifras no pueden tomarse como determinantes.

Algunos ciclones ya se han aproximado a España

Por otra parte, se ha constatado una creciente presencia de ciclones tropicales en las cercanías a la costa Europea, lo que también se ha asociado con el cambio climático. Su consecuencia más directa es un aumenta la posibilidad de que alguno de estos ciclones afecte a la Península Ibérica, el sur de las islas británicas, Canarias o Madeira.

De hecho, en los últimos años, algunos ciclones se han aproximado peligrosamente a estas regiones. En 2005, Vince y Delta estuvieron cerca; en 2006, fue Gordon; y en 2017, Ophelia. Posteriormente, Leslie alcanzó Portugal, España y Francia en 2018, mientras que Alpha lo hizo en 2020 y Hermine en 2022.

No nos olvidemos del Mediterráneo

Por último, si establecemos un mapa de ciclones, no podemos olvidarnos de aquellos que ocurren en el Mediterráneo: los ‘medicanes’.

«Su estructura y comportamiento se asemejan a las características de un huracán, aunque los medicanes son de menor intensidad, afectan a una menor área, tienen una vida útil más corta y son provocados por un fuerte gradiente de temperatura de una bolsa de aire frío en la atmósfera superior, en lugar de la inestabilidad creada por altas temperaturas en la superficie del mar», presenta Gómez.

La meteoróloga especifica que la mayoría de los medicanes registrados se han formado en el área delimitada al oeste por las costas de España, al norte por la costa de Francia, al este por la isla de Córcega y al sur por las costas de Argelia; y una región secundaria de formación de medicanes es el área entre el golfo de Sidra y el mar Jónico.

En este sentido y, al igual que con los huracanes, los estudios recientes no pronostican un incremento en su frecuencia, pero sí de su intensidad.

«Nuestro mundo está cambiando»

Con todo y a pesar de las incertezas, Mar Gómez cierra con la necesidad de que tomemos conciencia de que nuestro mundo está cambiando; porque con él cambia también la forma en la que se manifiestan los fenómenos meteorológicos extremos. La meteoróloga cita dos ejemplos que en España nos resultan muy conocidos: «las inundaciones, el desastre natural que más fallecidos provoca en nuestro país; y las olas de calor, que nos afectan gravemente».

Y si queremos evitar riesgos en las vidas humanas, esto es algo que no podemos olvidar.